SKAM Albalia

Miércoles | 16:53

25.03.20

[Miércoles | 16:53]

María y Marta fueron a casa de Natalia con la excusa de hacer un trabajo en grupo. Obviamente, el trabajo en grupo no existía, era una mera excusa para que la madre de Natalia les permitiese venir a casa durante el castigo.

—La clásica excusa del trabajo en grupo. Esperaba más de ti, Natalia —la vaciló María mientras todas se sentaban en la cama en la habitación—.

—Fue lo primero que se me ocurrió, no me lo tengas en cuenta. Por lo menos ha funcionado.

—Saca los libros para disimular por lo menos.

—Vamos al trabajo en grupo de verdad. Cuéntanos qué te pasa y por qué estamos aquí reunidas hoy—la apremió María—.

—Vale, es Alba.

—¿Has vuelto a cagarla?

—¡No! Las cosas van muy bien entre nosotras. Pero ayer estábamos juntas en su casa y la cosa se encendió más de la cuenta... Y me ha dicho que mañana tenemos la casa para nosotras solas.

—¡Oh! Pero eso es bueno. Enhorabuena, amiga.

—Mañana triunfas —Marta movía las cejas con sugerencia—.

—Ya, pero yo estoy cagada por dentro —encogió las piernas y se hizo pequeñita—.

—Tía, con el miedo que das al resto de personas. Quién te ha visto y quién te ve.

—Todos tenemos nuestro punto débil. Dijísteis que me íbais a ayudar con esto.

—Hombre, faltaría más. Seremos tus gurús sexuales, no te preocupes —rió Marta—.

—¿Qué dudas tienes?

—Todas. No sé ni por dónde hay que empezar.

—Deja que ella marque los ritmos —aconsejó Marta—. No vayas de sex machine si no lo eres.

—Empieza por acariciar el cuerpo, besos en el cuello, luego mordida en la teta...

—¿¡Morderle la teta!? —abrió los ojos a todo lo que daban escandalizada—. ¿Eso no es muy agresivo?

—A ver, tía, no le vas a arrancar el pezón. —rió por la inocencia de su amiga—. Muerde flojito.

—Solo de pensarlo se me hace el chichi pepsicola —bromeó Marta—.

—¿Y si me quedo en blanco?

—Te vas a quedar en rojo en todo caso del incendio que vas a tener entre tus piernas.

—Vamos a ver, tú te tocas, ¿no? Pues haz lo mismo que te haces a ti, pero a la otra persona. Y súmale caricias y besos —concluyó con rotundidad María—.

—Ya, pero a mí me gustan cosas que a lo mejor a ella no. Y hay cosas que a mí misma no me las puedo hacer —se puso roja solo de verse en esa situación—.

—Ya te digo yo que en la primera vez no os vais a comer los coños, no te preocupes por eso. Y si no sabes, aprendes, se lo preguntas.

—¿Ahí? ¿En medio del asunto?

—Pues claro, ¿cuándo si no? —dijo con obviedad—. Ella te va a saber decir mejor que nadie lo que quiere que le hagas. Y tú igual, guíala a ella.

—Vale, lo pillo.

—En caso de duda, haz lo mismo que te haga ella. Ya te irás soltando para tomar tú la iniciativa. Es la primera vez, todos sabemos que es un poco plof.

—Y usa protección —volvió a bromear María—.

—¿Tengo que usarla? —se extrañó Natalia—.

—¡No, tía! Era broma. Estás de los nervios. A ver, lavaros las manos antes por lo menos para no pillar una infección. Esto que se ve en las pelis de meter las manos en la masa nada más llegar de la calle, ¡NO!

—¿¡Es que nadie piensa en las bacterias!? —bromeó Marta—.

—¿Pero puedo pillar algo? Yo pensaba que entre chicas no había peligro.

—Si ella tiene alguna infección o enfermedad, sí. O tú le puedes pasar algo a ella. Pero vamos, que parece una tía responsable, te lo diría antes. Y si no, pregúntaselo.

—No lo había pensado...

—Para que luego digas que no quieres ser enfermera, lo llevas en la sangre —se dirigió María a Marta esta vez—.

—Tómate un tranquimazín antes porque te va a dar un síncope, amiga —recomendó Marta—.

—Poned música, eso ayuda mucho a meterte más en el asunto.

—¿Qué música te pones para follar?

—Luego te paso mi playlist.

—Anda, vamos a ponernos a estudiar de verdad, porque cuanto más pienses en ello, peor te vas a poner —concluyó María—.

Natalia no sabía muy bien si aquella pequeña charla con sus amigas le había ayudado o le había puesto más nerviosa, pero lo que tenía claro es que tenís muchas ganas de que llegase el día siguiente.