Domingo | 01:01

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24.05.20

[Domingo | 01:01]

Natalia se había encerrado en el backstage de aquel pequeño escenario, tratando de recuperarse del chute de euforia que llevaba en el cuerpo después de haberlo dado todo delante de aquel escenario, tirada en el sofá roido del que disponían. Marta comenzó a aporrear la puerta para que abriese.

—¿Cuándo vas a salir?

—¿Marta? —pegó la oreja a la puerta para escuchar quién se encontraba al otro lado—.

—¡Ábreme!

Natalia cedió a abrir, por fin, la puerta encontrándose con la mirada seria de Marta.

—¡Por fin! Tienes que salir. Tienes a una rubia llorando a moco tendido.

—¿Alba? ¿Está bien? —sonó esta vez preocupada—.

—Claro, idiota. Pero está deseando abrazarte de una vez. Sal ya para fuera que hasta que no hable contigo se niega a seguir perreando.

—¡Voy! ¿Tienes lo mío?

—A ver... —Marta rebuscó en su riñonera y puso cara de espanto—. Hostia...

—Marta, ¿no me jodas que lo has perdido? —en medio segundo su rostro pasó por la alegría, la confusión y el enfado—.

—A ver cómo te lo explico...

—Jodeeeeer, Marta. ¿Qué hago yo ahora? —se llevó las manos a la cabeza—.

—¡Qué era una broma, gili! —Natalia suspiró aliviada—. Toma anda —le tendió una cajita que sacó de su riñonera—. Y sal pitando ahora que la rubia está desesperadita.

Natalia salió corriendo del backstage en busca de su rubia, escondiendo aquella cajita ahora en su riñonera asegurándose de no perderla. Recorrió con su mirada todo el local hasta dar con ella, al lado de la barra, rodeada de todas sus amigas y todavía apartándose lágrimas y sonándose la nariz. Se metió entre la multitud como pudo, entre tropiezos de la gente que ya no sabía mantener el equilibrio y los que la paraban para felicitarla por su actuación. Y de verdad que agradecía mucho aquello, pero ahora solo quería ir a abrazar al diminuto ser humano que tan feliz la hacía. Después se nadar entre cuerpos sudorosos llegó por fin hasta ella.

—¡Naaaaaaaaat!

Alba se lanzó a abrazarla volviendo a llorar una vez más de la emoción, y en parte también por la cantidad de alcohoo que ya llevaba encima. Natalia la acogió con sus brazos y le llenó la cabeza de besos. La tomó por la cintura y la alzó sobre su cadera para poder llevársela fuera del local, lejos del bullicio y la música que hacía vibrar sus tímpanos.

—Hija de perra, que me has dejado llorando a lágrima viva —le dijo según pusieron un pie fuera del local—. A la mierda el maquillaje.

—No me llames hija de perra que ahora te iba a decir algo bonito —dijo entre risas por ver el aspecto de su chica con el rimel corrido—.

—¿Quieres más? No era suficiente con la canción, ¿me vas hacer llorar más? ¿Qué más quieres? —bromeó la rubia limpiándose por enésima vez el bajo de sus ojos—.

—¿Qué culpa tengo yo de que seas una llorona? —se encogió de hombros la morena—. Te he traído una sorpresa —dijo ahora con una sonrisa más tímida—.

La rubia sonrió todo lo que le permitían sus músculos faciales por ver lo grande que era en el escenario y lo pequeñita que se acababa de hacer. Natalia abrió su riñonera una cajita cuadrada y Alba abrió sus ojos a todo lo que daban. Bien sabía que cuando tu novia te enseñaba una cajita cuadrada significaba anillo, boda y arroz volando por encima de sus cabezas. Y Natalia notó la cara de pánico que había puesto su novia, así que se quedó callada unos segundos disfrutando de su cara antes de estallarle la burbuja.

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⏰ Última actualización: May 23, 2020 ⏰

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