Lunes| 8:00

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10.02.20

[Lunes, 8:00]

Ocho de la mañana. Otra mañana más Alba se dirigia al mismo instituto donde estudia segundo de bachillerato de artes. Alba era una alumna aplicada de manual, la que todos los profes querían en su clase. Puntual, buenas notas, aplicada, curiosa y obediente. Aunque por dentro, Alba sabía que era un poco más que eso. En realidad, está un poco cansada de ser así, de que la gente tuviese las espectativas muy altas, de tener que dar siempre el cien por cien en todo lo que tuviese que ver con sus estudios. Ultimamente sentía que necesitaba probar cosas nuevas, olvidarse un poco del instituto, y centrarse en vivir experiencias y en el dibujo, su gran pasión.

Natalia, llegando a las 8:05 adrede, un poco tarde como siempre, para no perder su reputación. Natalia era una "chica mala" de manual, o casi: llegaba tarde, fumaba, era respondona, se escaba en alguna clase, se sentaba en la última fila, no traía los deberes... PERO, nunca se permitía suspender una asignatura, aunque fuese con un cinco raspado, siempre estaban todas aprobadas, porque si no, sus padres la obligarían a dejar sus clases de baile, y eso para ella era sagrado.

Alba, estaba sentada sola en la primera fila en el aula en la que daban Historia del arte escuchando lo que decía el profesor y vio entrar a Natalia por la puerta.

¿Otra vez tarde?

¿Esta chica no tiene despertadores en su casa?

Se sentó en la última fila, como hacía siempre en esta clase. Pero al abrir la mochila se dio cuenta de que no tenía libro.

—Abrid el libro por la página 45, chicos —dijo el profesor en alto—.

Natalia se quedó quieta sin hacer saber qué hacer.

Me va a echar la bronca otra vez.

Vio a Alba sola en primera fila, y se movió hasta ella.

—Hey. ¿Compartes el libro conmigo? Se me ha quedado en casa —le dijo en voz baja a Alba sentándose a su lado, sin darle opción a elegir—.

—Em... Vale.

—¿Vas a sentarte en primera fila, Natalia? —le preguntó el profesor—.

—Sí, hoy vengo con ganas, Matías —contestó Natalia con una sonrisa burlona—.

Durante la clase Alba dibujaba de vez en cuando cuando el profesor no miraba, aunque no dejaba de prestar atención a lo que estaba diciendo.

Natalia, por su parte, muerta del aburrimiento, dando cabezadas a punto de quedarse dormida, la vio y decidió pasarle una notita.

Alba se sobresaltó al ver cómo un papelito doblado caía justo encima del dibujo que estaba haciendo. Se quedó extrañada y miró a Natalia, que le hacía señas para que lo leyera. Se decidió a abrirlo y leer lo que ponía.

"K wapo, no sabia k dibujabas".

¿Ahora quiere entablar conversación conmigo? Si no me ha hablado nunca...

Se decidió a responderle igualmente. Escribió y le pasó el papel doblado, que Natalia recogió.

"Gracias".

Alba vió a Natalia escribir de nuevo y pasándole el papel.

"Dsde cuando dibujas?"

Vamos que está aburrida y quiere entretenerse un rato. Bueno, ¿por qué no?

Le escribió y le devolvió el papel.

"Desde que era peque".

Y Natalia volvió a escribir. Y así continuaron en un intercambio de papelitos.

"Me harias un dibujo?"

"Que me das a cambio?"

"K kieres a cambio?"

—¿Chicas, qué hacéis? —les llamó la atención el profesor al ver que no estaban atendiendo—.

—Nada, Matías —respondió Natalia—

Dejaron de pasarse notas y a los pocos minutos sonó la campana que indicaba el cambio de hora.

Alba se levantó y salió de la clase sin ni siquiera despedirse de Natalia. En el fondo le daba un poco de respeto hablar con Natalia por la mala fama que tenía.

Natalia, por su parte, le supo mal que se fuese sin ni siquiera decir adiós.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora