Sábado | 21:07

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09.05.20

[Sábado | 21:07]

Natalia se había pasado la mañana y la tarde en la grabación del videoclip. Habían mantenido en secreto la identidad del artista hasta hoy. Al final resultó ser una tal Lola Índigo que a Natalia no le sonaba de nada, así que supuso aquel iba a ser uno de sus primeros singles.

Le asombró cómo un vídeo de apenas tres minutos tenía tanto trabajo detrás de decoración, maquillaje, peluquería, iluminación, cámaras... Sin duda, toda una experiencia que quería volver a repetir, ya fuese como bailarina o formando parte de otro gremio. Se permitió soñar un poquito y pensar que a lo mejor ella algún día también podría hacer algo parecido si no le iba mal en la música.

Pero lo que más le gustó fue poder pasar tiempo con el resto de bailarinas y compartir opiniones distintas sobre el baile. Le llenaba el corazoncito sentir que otras personas entendían a la perfección lo que decía y que pudiesen aportarle nuevas ideas. Había conseguido, incluso, olvidarse por unas horas de todo el tema con Mikel y la droga.

Cuando terminaron de grabar todas las escenas con las bailarinas, se quedó unos minutos hablando con Alicia antes de irse. Había hecho demasiadas buenas migas con ella y esperaba considerarla una buena amiga si cogían más confianza.

—Ha estado guay, ¿verdad? —comentó la pelirroja saliendo por la puerta del recinto mientras sacaba un cigarro—.

—Ha sido alucinante. Y la cantante parecía maja. ¿Me dejas uno? —señaló el paquete de cigarros—.

—¿Tú fumas?

—Sí —respondió Natalia encogiéndose de hombros sin más—.

—Pero si eres un bebé, no debería dejarte.

—Venga ya, no te flipes —se picó Natalia—.  Solo tienes dos años más que yo y te saco dos cabezas.

—Vale, vale —rio la pelirroja por la manera en la que se había enfurruñado la más alta ofreciéndole un cigarro y su mechero—. Toma.  Es un poco tarde. ¿Quieres ir a tomar algo? ¿O tienes toque de queda? —volvió al ataque con los piques—.

—Que no soy un bebé, pesada. Vamos a uno de los bares de ahí enfrente.

La pelirroja la agarró del brazo para ir enganchadas por la calle mientras decidían en qué bar sentarse a tomar algo. Natalia era considerablemente más alta que ella, le hacía mucha gracia que aquella chica prácticamenre parecía un llavero colgado de su brazo. La pelirroja se paró en seco delante de uno de ellos.

—Heeeeey, vamos a este. Tienen la banderita lgtbi. A no ser que seas heteraza y te de canguelo que una tía te tire fichas.

—¿Hetera yo de qué? —arrugó la nariz Natalia entrando dentro del bar tirando de ella—.

—¿Bollo? —tanteó la pelirroja—.

—Bi.

—Genial. De las mías, cada vez me caes mejor. Dos cerves, porfa —llamó la atención de la camarera—. Vamos a obviar el hecho de que eres menor de edad.

—¡Oye! Deja de picarme con eso. Estoy a punto de cumplir los 18.

—Enfurruñarte te hace aún más bebé. Si es que eres una ternurita.

—Calla, medio metro —la camarera dejó las dos cervezas sobre la mesa y le guiñó, con sutilidad, un ojo a Alicia—. A la camarera le has caído bien —le insinuó Natalia que había visto con claridad el gesto de la camarera—.

—"¿Caer bien?" —rió Alicia—. ¿Eso es un eufemismo?

—Vamos a decir que sí. Es guapa.

—Lo es. Pero tú me caes mejor aún —la pelirroja dejó caer esa ficha y bebió de su vaso como si no hubiese dicho nada—.

¿Acaba de ser eso una ficha? —pensó Natalia—. Nah. No creo. Si ya lo dice ella, soy muy pequeña para ella. Me ve como una niña.

Alicia que vio que Natalia se arrugó un poco con esa ficha, decidió no tirar ninguna más por el momento y trabajar solamente su amistad por esa noche.

—Bueno, ¿qué? ¿Te apetece venir un día a mi grupo de baile? Son todos muy majos, te lo aseguro.

—¿En serio me invitas a tu grupo de baile?

—Claro. Con la condición de que luego salgamos las dos a tomar algo, sí.

—Trato hecho.

Natalia extendió su mano para cerrar el trato justo cuando vio a Mikel pasar por delante de la puerta del bar. Ya tenía que ser mala suerte encontrárselo justo en este momento. Pero por suerte de la morena, el joven tan solo pasó por delante de la puerta acompañado de otros amigos, sin percatarse siquiera de la presencia de la morena dentro del bar.

Alicia había agarrado su mano, y más que estrecharla, se la estaba acariciando y sobando. Pero Natalia ni cuenta se había dado de eso. Se había olvidado de la pelirroja, estaba demasiado concentrada en comprobar que Mikel no la había visto y en qué decirle en el hipotético caso de que se lo encontrase.

—Te noto un poco preocupada —la sacó Alicia de sus pensamientos soltando su mano—.

—Puede ser —pestañeó un par de veces al darse cuénta de que se había olvidado de ella y suspiró descargando la preocupación que llevaba acumulando—.

—¿Tienes problemas? —preguntó Alicia con verdadera preocupación—.

—Puede ser —se encogió de hombros Natalia bebiendo nerviosa de su vaso. Aunque Alicia le había transmitido bastante confianza desde el minuto uno que se conocieron, no quería marearla con sus movidas. Y mucho menos contarle que vendía droga a alguien que acababa de conocer—.

—¿Solo sabes decir "puede ser"?

—Mmm... Puede ser —rio amargamente—.

—Bueno, no tienes porqué contármelos a mí que te conozco de dos días —la tranquilizó al ver que no estaba por la labor de contarle nada—. Pero si tienes problemas, lo mejor es pedir ayuda.

—No quiero preocupar a nadie. Ni llevarme una bronca o algo peor.

—¿Algo peor que una bronca de una madre enfadada? Entonces el lío sí que es fuerte, ¿eh?

—Digamos que alguien me está obligando a hacer algo malo —Alicia abrió los ojos un poco escandalizada por lo que acababa de confesar. La pelirroja pensaba que la morena solo tendría algún problema nimio típico de la adolescencia—.

—Vale, eso sí que es serio. No puedes permitir que nadie te obligue a hacer algo que no quieres, y mucho menos si eso que estás haciendo es malo.

—¿Y si te digo que me han amenazado?

—Pues con mayor razón. Debes pedir ayuda. La policía está para algo. Sé que a mí no me lo vas a contar, pero si lo necesitas te ayudaré.

—¿De verdad?

—Pues claro. Si eres un trozo de pan. Dan ganas de protegerte a toda costa.

—¿Te puedes creer que en mi barrio ya me han clasificado de macarra?

—Porque lo pareces. Pero esa gente no se ha esforzado en conocerte de verdad. No hay más que oirte hablar dos minutos para darse cuenta de que no lo eres.

—Ni se te ocurra llamarme bebé ahora.

—Jodeeeer, no me quites las ilusiones. Hoy no te voy a resolver tu problema, pero por lo menos voy a hacer que te olvides de él en lo que dure esta cerveza —Natalia rio y tras aquella breve conversación se dio cuenta de que podía confiar en aquella chica y le dio un poquito más de confianza para pedir ayuda—.





SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora