Domingo | 02:05

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12.04.20

[Domingo | 02:05]

Alba y Natalia volvieron a casa algo perjudicadas, especialmente la rubia, que aún no estaba acostumbrada a la ingesta en abundancia de alcohol. Después de que sus amigos les hubiesen hecho olvidarse de lo que pasó, se bebieron hasta el agua de los floreros. A Natalia le hizo mucha gracia que, para haber bebido lo mismo, Alba casi no se tenía en pie, mientras que ella casi no se había despeinado.

—Shhh, no hagas ruido, Albi —le susurró al abrir la puerta de su casa, viendo que Alba iba a empezar a reirse a carcajada limpia. Casi había tenido que subirla ella misma a cuestas por las escaleras—. Están todos dormidos.

—Vale —intentó aguantarse la risa y caminar sigilosamente. Recalquemos el "lo intentó", porque terminó tropezándose con su propio pie, haciendo más ruido—. Hostia, Nat, perdona.

—Trae, ya te llevo a cuestas —la alzó como pudo en mitad del pasillo para llegar hasta su cuarto—.

—Soy una avioneta, mira como vueloooo —canturreó entre risas cuando despegó los pies del suelo—.

—Albaaaaa, porfa no hables alto.

—Vale, perdón, perdón —se azoró al ver a su novia tan seria. Natalia la dejó en la cama lo más delicadamente que pudo—.

—Anda, vamos a cambiarnos.

—No me puedo levantar —le dijo tumbada desde la cama, levantando los brazos como si fuese una tortuta bocarriba—.

—Última vez que bebes delante de mí. No tienes aguante.

Empezó ella misma a quitarle la ropa para ponerle algo para dormir. Si no lo hacía ella misma, Alba no lo iba a hacer, y no le apetecía que se durmiese incómoda con la ropa de la calle. Le quitó todo mientras Alba se quedaba prácticamente dormida y fue en busca de una camiseta grande que ponerle.

—Mmmmhhh... Nat, ¿me estás desnudando? —dijo con los ojos entreabiertos en un tono pícaro—.

—Claro, porque estás para el arrastre, no puedes tú sola —se cambió ella misma también de ropa y fue a ponerle la camiseta a Alba—.

—Siempre me cuidas un montón —le dijo torpemente repartiendo besos por toda la cara. Parece que el alcohol potenciaba el lado cariñoso de la rubia—.

—Calla, tonta —le devolvió los besos esta vez en los labios—. Voy al baño, ahora vuelvo.

Al volver se encontró a Alba bajo las sábanas dando vueltas, algo inquieta.

—Naaaaaat, veeeeeen —la llamó estirando sus brazos para que le diese las manos—.

—¿Queee?

—Acércate.

Le cogió ambas mano y tiró de ella para tumbarla en la cama debajo de ella y besarla. Besarla torpemente, porque si no tenía coordinación para caminar, la tenía mucho menos para besar. Aún así, Natalia accedió a seguirle un poco el juego, divertida con la torpeza de su novia, hasta que empezó a balancear sus caderas encima de ella, viéndole las intenciones. Segunda faceta de la rubia bajo los efectos del alcohol. Intensificaba su deseo sexual.

—Albiii, que mi cama no es como la tuya. La mía tiene muelles que rechinan. Se va a enterar el edificio entero —intentó pararla entre risas y los sonidos agudos que emitía el colchón con cada balanceo, pero la rubia seguía en sus trece, saboreando su cuello como podía—.

—Lo hacemos despacito, como la canción —le suplicó—.

—Albaaaa, que estás como una cuba, para.

—Vale, paro. No doy pie con bola —suspiró frustrada al darse cuenta de que no iba a poder hacer nada porque no podía coordinar su cuerpo—.

—Vamos a dormir.

Abrió sus brazos para que la rubia se acomodase sobre su pecho y dormir abrazadas. Cuando pensó que la rubia ya había caído en manos de morfeo, volvió a llamarla.

—Naaaaat —le susurró acariciando su pecho—.

—Dime —rió, expectante por ver cuál sería su siquiente ocurrencia—.

—¿Cuál fue tu primera impresión de mí?

—Mmmm... Pensé "joder, menuda empollona, pero qué guapa es la jodia. No creo que me lleve bien con ella".

—A mí me caías mal porque siempre llegabas tarde a clase —expresaba medio dormida con los ojos cerrados—. Y te tenía un poco de miedo, eras la macarra. Y ahora resulta que eres un oso amoroso.

—Anda, duermete que empiezas a divagar —le besó y acarició la cabeza. Se mantuvo unos minutos en silencio, pensando que ahora sí que sí se había quedado dormida. Pero allí estaba su rubia de nuevo, que hoy se negaba a quedarse dormida—.

—Naaaaaat.

—¿Queee? —no pudo evitar reirse de nuevo—.

—Mmmmhh... —inaudible. No se entendía una palabra de lo que dijo—.

—¿Te has quedado sopa?

—Noooo... —negó frustrada por que no la entendiese—. Que te quiero.

A Natalia se le subió la sangre a los mofletes de la impresión. No se vio venir aquello. Decir un "te quiero" eran palabras mayores. Ella los "te quiero" los había reservado para su familia y sus amigas más cercanas. Se preguntó si al día siguiente se acordaría de sus palabras y decidió que sería lo primero que le recordaría a la mañana siguiente para picarla. Ella que tanto la llamaba cursi por las canciones que componía, al final fue la rubia la primera en decir "te quiero".

—Yo también te quiero, borracha.

—Quiero que nos hagamos viejitas juntas y hagamos ganchillo mientras vemos el Sálvame del futuro y jugamos al bingo con nuestras amigas. Prométemelo.

—Prometido —terminó de reir por última vez ante su ocurrencia y por fin cayeron ambas rendidas ante el sueño después de aquel largo día—.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora