Martes | 15:47

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05.05.20

[Martes | 15:47]

Natalia se dirigía un día más sus clases de baile en la academia de arte. Al igual que el jueves pasado, había decidido tomar un camino diferente al habitual para evitar encontrarse con Mikel, y en lo que llevaba de camino no se lo había encontrado. Hasta ahora. Sintió una mano en su hombro que la hizo girar con brusquedad.

—¿Qué coño...? —gritó por la brusquedad del movimiento, encontrándose con Mikel de frente—.

—¿Te creías que por cambiar de camino no te iba a encontrar?¿Me tomas por tonto? —rió con superioridad el joven—.

—¡Mikel! Ya te he dicho que no quiero tener nada más que ver contigo. ¿Qué parte no entiendes? —estaba notablemente cabreada. Quiso mantenerse firme y no acobardarse ante él, pero a la vez podía vislumbrarse un poco de miedo en sus ojos porque aqueo chico no la dejase tranquila—.

—Me da igual lo que quieras —Mikel le introdujo con destreza y disimulo una bolsa con el contenido que tenía que vender en el bolsillo de su chaqueta—. Quiero ver el dinero de esto la semana que viene y te daré tu parte.

—He dicho que no. Que te busques a otro. Paso de seguir en esta mierda —iba a devolverle la bolsa pero el chico la detuvo—.

—Mira, Natalia, voy a ser claro. Si no lo haces por las buenas, lo harás por las malas.

—¿Qué esperas hacer? ¿Pegarme? Venga, atrévete.

—¿A ti? ¿Yo con mis manos? No, amiga. Pero tu hermano se está empezando a juntar con mi gente. Si me da la gana le puedo arruinar la vida —aquellas palabras dejaron confusa a Natalia. No se esperaba que su hermano se estuviese juntando con gente como él, que se dedicaba a trapillear y delinquir. No le creyó—.

—¿Mi hermano? ¿Qué dices? Él no está haciendo nada.

—¿Te crees que es un angelito?

—Te estás marcando un farol —rio insegura—.

—Pregúntale tú misma —se encogió de hombros el chico, sonriente al ver que lo que le acababa de confesar le había afectado—.

—Ni te atrevas a tocarle un pelo.

—Ponme a prueba —rio con superioridad de nuevo—. La semana que viene quiero el dinero. Y más te vale no tirarla o hacer ninguna tontería. Adiós, morena.

El chico se dio la vuelta y marchó dejándola con la palabra en la boca y las dudas en la cabeza, clavada en el sitio sin saber qué hacer con aquello.

Si no la vendía, temía que pudiese hacerle algo malo a su hermano. Tampoco podía tirarla sin más, el chico le pediría el dinero en una semana. Y contárselo a su madre estaba fuera de cuestión, ahora que le iba bien en su nuevo trabajo no quería preocuparla.

Joder... ¿Qué mierdas hago ahora?

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora