Sábado | 21:42

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16.05.20

[Sábado | 21:42]

Llegó el sábado y con él la fiesta y las ganas de marcha. Habían hecho ya la mitad de los exámenes finales y esa fiesta les iba ayudar a coger fuerzas para los exámenes que le esperaban la semana siguiente antes de que acabase el curso por fin. Estaban las amigas de Alba y las de Natalia, todas animadas a venir por la insistencia de María por ver al DJ que tocba esa noche, que era amigo de Pablo. Se encontraban todos sentados en el bordillo de la acera en la calle del local esperando a que llegase Pablo para poder entrar todos juntos. En lo que esperaban apareció Alicia junto a dos amigos más. Natalia, al dejar tirada a Alicia el día anterior para ir a consolar a Alba, había invitado a la pelirrola al local para recompensarle el plantón.

—Hola, morena —saludó Alicia a Natalia nada más llegar—.

—¡Ey! ¡Has venido! —Natalia se levantó a saludarla con un abrazo, que Alicia se encargó de alargar con un sonoro beso en la mejilla—.

El gesto de Alicia no pasó desapercibido para Alba, que volvía a sentir ese fuego interior que ella sabía identificar como celos. Apartó la mirada cuando vio cómo la pelirroja agarraba de la cintura a su novia, prefería no mirar para no ponerse de mal humor.

—Hombre, claro. Yo no me pierdo una fiesta ni estando de exámenes finales. Me he traido compañía —señaló a sus dos amigos—. Son del grupo de baile.

—Hola, chicos. Chicas, mirad —llamó la atención de todo el grupo de amigas que saludaron a la pelirroja brevemente—, esta es Alicia.

—¡Hombre, la famosa Alicia! —exageró María—.

—Natalia es una pesada, no para de hablar de ti —apoyó Marta—

—¿Ah, sí? —alzó una ceja la pelirroja—. Me voy a guardar esa información para cuando la necesite —le guiñó un ojo a la morena provocando su risa—. Nosotros vamos entrando. Nos vemos dentro, ¿vale?

Alicia y compañía entraron en el local y al rato lo hizo el resto de las chicas con la llegada de Pablo. Se acercaron a la barra para pedir sus bebidas, pero Alba no conseguía quitar la cara de incomodidad que se le había quedado después de ver a Alicia.

—¿Y esa cara que se te acaba de quedar? —le habló al oído Julia para solo pudiese escucharla ella—.

—No es nada...

—Y yo soy virgen. Venga ya, cuenta —Alba resopló ante la insistencia de su amiga—.

—Puede que esté un poco celosa de la pelirroja esa.

—¿Alicia? ¿La amiga de Natalia?

—Sí... Es que yo qué sé. Aparece de la nada y pierde el culo por ella —apoyó su para en su puño aplastándolo, visiblemente molesta por la situación—.

—Igual le ha caído muy bien. Natalia no tenía pinta de verla como algo más. Y vamos, dudo que se atreva. Menos aún delante de tu ensalada. ¿En algún momento te ha dado motivos para desconfiar?

—No... Pero tampoco llevamos tanto tiempo. ¿Y si ella le gusta más que yo? Es que mírala. Es mayor que yo, tiene una caraza que vuelve loco a cualquiera y encima míra cómo baila —la señaló entre la maraña de cuerpos que era el local—. Yo intento hacer eso y me quedo sin vértebras.

—¡Exagerá! —rió a pierna suelta Julia—.

—¿Por qué no lo hablas con ella directamente? —Sabela que había estado escuchándolo discretamente todo se metió en la conversación—. No merece que te comas el coco y no disfrutes de la fiesta por estar pensando en eso todo el rato.

—¿Y admitir que estoy celosa? No.

Alba recogió su bebida y la de Natalia y al darse la vuelta vio cómo una chica desconocida se acercó a Natalia bailando con ella. A Alba le parecía que aquella chica la estaba sobando más de la cuenta así que salió corriendo hacia Natalia con los dos vasos en sus manos.

—Nat, cariño, tu bebida —le pasó el vaso y con la mano libre la agarró del cuello y se dispuso a meterle la lengua hasta la traquea a su novia delante de aquella chica, que al ver el panorama se alejó de ellas—.

—Joder —soltó Natalia recuperando el aliento que casi se muere del susto con lo que hizo su novia—. ¿Qué ha sido eso, Alba? —preguntó anonadada por la efusividad de su novia—.

—Nada —se encogió de hombros—. Que tenía muchas ganas de besarte —respondió con el entercejo arrugado, revelando su preocupación—.

—La tía que se me ha pegado a bailar no tiene nada que ver, ¿no? —Natalia la picó, oliéndose lo que podía ser y Alba se sonrojó al ver que la medio había pillado—.

—No, para nada —negó con toda la seguridad que reunió en ese momento—.

—Ya... —intentó ocultar la sonrisa que le estaba saliendo por ver a tu chica intentando ocultar la verdad torpemente—. Pero, por si acaso, te informo de que yo solo tengo ojos pa' ti, nena —le acarició la cintura y ambas volvieron con sus amigas—.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora