Martes | 18:34

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31.03.20

[Martes | 18:34]

Como habían quedado, y ya se empezaba a convertir en costumbre, fueron a casa de Alba después de sus clases en la academia de arte. Fueron directas a la habitación.

—¿Sabes que le he hablado a mis padres de ti?

—¿De verdad? ¿Qué te han dicho? —le salió una sonrisa casi sin quererlo. Aquel detalle le hizo mucha ilusión—.

—Que te vengas a casa cuando quieras, y que nos pasemos un día por el bar de mi padre que él invita.

—¿En serio? Jo, que amables. Nos pasamos un día. Y, Nat... Tú sabes que a mi madre no puedo contarle nada, al menos aún no... —habló tímida, le daba un poco de miedo que aquello supusiese un problema para la morena—.

—Ni te rayes. Ya lo sé, no me molesta.

—Vale —suspiró aliviada—. Pues me encantaría conocer a tu madre de verdad, la única vez que la vi iba fumadísima así que lo tengo todo muy borroso.

—JAJAJAJA. Fue un gran día. Una pena no poder repetirlo.

Alba terminaba de reordenar su material de dibujo sobre el escritorio y Natalia, que hoy se sentía atrevida para tomar la iniciativa, abrazó a Alba por la espalda, posó las manos sobre su vientre para acariciarlo y empezó a dejar besos en su cuello.

—¿Estás cariñosita hoy? —preguntó la rubia sorprendida por el atrevimiento de la morena que siempre parecía cortarse un poco a la hora de la verdad—.

—Cariñosita y un poquito cachonda también —desabrochó el botón del vaquero sin desatender su cuello—.

—Qué cerda. Pero me encanta.

Alba se dio la vuelta y se lanzó como una fiera a por sus labios. Las manos revoloteaban por aquí y por allá dejando caricias cada minuto más intensas en ambos cuerpos y Natalia, impaciente, bajó la cremallera y tiró de sus vaqueros, que calleron directamente al suelo. Alba repitió la acción con el chandal de Natalia y la dirigió hasta la cama para tumbarse sobre ella y continuar allí la batalla.

Alba se quitó ella misma su camiseta, quedando totalmente descubierta al no llevar sujetador, y se estiró sobre Natalia, dejando sus pechos a la altura de su boca para que la morena jugase con ellos a su antojo. Se ve que le había cogido el gusto después de la última vez. Natalia no paraba de morder, lamer y chupar sus pezones a su gusto mientras masajeaba sus nalgas. Adoraba que cada vez que apretaba la rubia jadease y golpease su piel con el sire que expulsaba por la bocs. Se cansó de tener aquella tela anclada a sus caderas, así que coló las manos por debajo de sus bragas para deshacerse de ellas, con poco éxito.

Ante la impaciencia de la morena, Alba se incorporó para quitárselas ella misma y volver a devorar sus labios y su cuello. Natalia se atrevió a bucear un poco más, y con ambas manos, apoyadas en sus nalgas, buscó su clítoris y su entrada. Rozó por allí sus dedos y Alba, extasiada por el roce, tuvo que parar se besar su cuello. Natalia, al ver lo que había provocado en ella, prosiguió estimulando su clítoris dibujando círculos y líneas con una mano, y colando la punta de dos de sus dedos por su vagina con la otra mano.

Alba no podía creerse el atrevimiento que estaba teniendo Natalia hoy, pero aquel lado tan sexual de ella le estaba encantando. Se acomodó un poco mejor para que tuviese mejor acceso a sus partes íntimas, y cuando Natalia aceleró el ritmo no pudo evitar morderle el hombro, en busca de un punto donde descargar todo el placer que se estaba acumulando en su interior, escalando y escalando hasta llegar a su punto más álgido, gimiendo, a conciencia, al oído de la monera para hacerle saber de cerca lo que acababa de provocar en ella.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora