Jueves | 21:10

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05.03.20

[Jueves | 21:10]


Marina, Alba y si madre,Rafi, se sentaron en la mesa del salón a comee juntas. Su madre tenía mucho trabajo durante el día y casi no podía ver a sus hijas, así que aprovechaba la hora de la cena para pasar tiempo con ellas, para que pudiesen contarle cómo había les había ido el día, los problemas que tenían con sus compañeros, sus inquietudes e intereses.

—A ver, contadme qué tal le ha ido el día a mis pequeñas.

—Bien. Aprobé el examen de mates —le anunció Marina—.

—¿Cuánto sacaste? —quiso saber su madre. No quería que sus notas flaqueasen por culpa del voleyball—.

—Eso no importa, lo importante es que aprobé.

—Marina, ya sabes que si sacas en todo un cinco te quedas sin voleyball. Tú verás —le advirtió—.

—Ay yaaaa, mamá. Pero es que las mates no se me dan bien.

—Lo mismo me dijiste de lengua. Te podemos apuntar a clases particulares.

—Deja, mamá. Yo la ayudo con lengua y mates —intentó Alba sacar del apuro a su hermana que sabía que odiaba esas clases—.

—¿Qué tal tú, Alba?

—Mal, ya están empezando a llenarnos de exámenes y no hacen más que repetirnos que llega la EBAU y bla bla bla —se quejó—.

—¿Pero vas bien?

—Sí, solo un poco estresada.

—¿Y tus amigas?

—Pues igual, hasta arriba de trabajos. Por cierto, el sábado voy a salir con Sabela, Julia y Natalia —se atrevió a anunciar. Llevaba días pensando en cómo decirle que iba a ir de botellón. Pero finalmente optó por ocultar parte de la información—.

—¿Natalia? ¿Es la chica que ha venido a estudiar estos días?

—Esa es, sí.

—Que obsesión con esa niña, habéis hecho muy buenas migas por lo que veo —le extrañaba un poco ver que pasase tanto tiempo con ella últimamente—. No te vayas a olvidar de tus amigas de toda la vida. Que a ellas a ver cuándo las invitas, hace mucho que no me las traes por aquí. ¿A dónde váis a ir?

—Ya bueno, es que con Natalia coincido en una asignatura y estudiamos juntas. Vamos a ir a dar una vuelta por ahí —dijo sin darle más importancia—.

—¿Y algún cotilleo que contar? Ninguna de las dos me ha hablado de novios desde hace mucho, y eso me parece raro —las picó. Sabía que iban creciendo y que cada vez se atrevían menos a hablar de esos temas con su madre, como todo adolescente, pero ella quería hacerles ver que, si necesitaban hablar, ella estaba ahí—.

—Pues mira —comenzó a contarle Marina—, ¿te acuerdas de Rita? La chica de mi equipo. Pues está saliendo con Nuria—así lo soltó sin más, adrede, para allanarle un poco el camino a Alba—.

—Pero... ¿esa chica es...? —no se atrevió a completar la frase—.

—Lesbiana. Sí, mamá, lo es.

—Ay, pobres padres —expresó verdaderamente apenada—.

—¿Pobres padres por qué? —Marina fulminó a su madre con la mirada—.

—Porque un padre no se espera eso. Es difícil aceptarlo.

—Pues a sus padres les ha dado totalmente igual —se encogió de hombros—.

—Eso es lo que te dice ella, pero seguro que en su casa habrán tenido una buena charla.

—Que no, que no, que los he visto yo. Que lo aceptan sin más. Es que no es ningún problema —soltó los cubiertos con enfado—.

—Pues yo no me acostumbro, qué quieres que te diga, hija.

—Eso lo dices porque lo ves desde fuera. ¿Qué pasaría si alguna de nosotras lo fuese, por ejemplo? —una gota de sudor frío cayó por la espalda de Alba, nerviosa por su contestación—.

—¿Pero a qué viene eso?

—No, venga, contesta. ¿Nos vas a echar de casa?

—Claro que no, niña. Pero que yo no lo acepto como vosotras —Alba estaba paralizada por el miedo—.

—Pues me parece fatal que sobrepongas tu mente cerrada a tus hijas. En el hipotético caso de que lo fuesemos, lo llevaríamos siendo toda nuestra vida. Que tú te des cuenta cuando tenemos quince años no cambia nada.

—Mira, Marina, ya basta con el temita—dio un golpe en la mesa—. ¿Por qué me insistes tanto con eso?

—Pues porque no me da la gana de tener una madre de mente cerrada —chilló—. No me da la gana que rechaces a una gran parte de la sociedad que no hace mal a nadie.

—Tampoco los rechazo, Marina. Que hagan lo que quieran en sus casas. Pero verlo con mis ojos, me choca.

—Mira, mamá, cuando te des cuenta de la burrada que estás soltando por la boca, me hablas —se levantó de la mesa con el plato aún medio lleno y se fue a su cuarto cerrando con un portazo—.

—¡Marina! ¡Ven aquí! —se dejó la garganta en ese grito que Marina ignoró—. Esta niña... está en la edad de contradecir a su madre todo el día.

—Yo estoy de acuerdo con Marina, mamá. No está bien lo que dices  —dijo esta vez Alba con la calma que no tuvo su hermana y se dirigó a su cuarto para hablar con ella—. Marina, soy yo, abre.

—Alba, perdona por eso... pero es que me revienta —le dió un abrazo de disculpa por lo que había pasado. No sabía si quizás había incomodado a su hermana—.

—Si ya lo sé. Gracias. No te preocupes seguro que todo sale bien —le regaló un sonoro beso en la mejilla—.

—Va a salir bien porque sino la desterramos de esta casa —intentó sacarle una pequeña sonrisa para no dejarla con mal cuerpo—.





SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora