Jueves | 17:03

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23.04.20

[Jueves | 17:03]

Natalia se dirigía al Bar Paper con su mochila cargada de todo tipo de artilugios y su guitarra enfundada. Solía ser una persona despreocupada y poco previsora. La prueba la tenía en que siempre estudiaba el día antes de los exámenes sin ni si quiera despeinarse. Pero para esto se había preparado de todo, era importante para ella y no quería cagarla. Aunque tenía que reconocer que iba hecha un flan. Le tembliqueaban las piernas mientras caminaba y le sudaban las manos al punto de que estuvo a punto de resbalarsele la funda de la guitarra. Pero ahí iba ella tratando de convencerse de que todo iba a salir bien.

Entró por la puerta trasera del bar, y nada más ver todo el trasiego de personas moviéndose de un lado a otro preparándolo todo para el servicio de esa noche le volvieron los nervios. Camareros recolocando las mesas, cocineros repasando la mercancía que tenían en medio de la barra, el coctelero poniendo todas las bebidas a punto... Y por fin en el fondo vio a Manu y Álvaro hablando en la pequeña tarima que hacía la función de escenario. Se acercó a ellos con los hombros encogidos e inseguros.

—¡Natalia! ¡Hola! —la saludó Álvaro nada más verla—.

—Hola... —dijo en un hilito de voz—.

—¡Natalia! ¿O debería llamarte Eilan Bay? ¿Qué tal? ¿Lista para tu primera noche? —preguntó Manu—.

—Super preparada —dijo con una sonrisa forzada—.

—Estás cagadita, Natalia —le dio Álvaro una palmada en el hombro para que se destensase—. Pero para eso estamos nosotros, para quitarte los nervios.

—Para qué engañarnos. Me estoy giñando encima.

—Es normal —rio Manu—. Los nervios de la primera vez pueden ser los mejores o los peores. Ya verás que al final lo vas a disfrutar.

—Voy a hacer la prueba de sonido rápido y luego subes tú, ¿vale?

—Vamos un poco justos de tiempo. Vamos a ir rápido para que Natalia tenga más tiempo.

Se sentó en la mesa más cercana al escenario observando con detalle lo que hacían Álvaro y Manu durante la prueba de sonido. Había visto a aquel chico tocándo en su habitación, en medio de un descampado de botellón, en mitad de unas escaleras mientras todo el mundo pasaba a su alrededor, en la sierra rodeados de árboles y arbustos... Incluso con una guitarra de juguete. Le parecía increíble verlo ahora montado en un mini escenario rodeado de micrófonos y focos. Terminó su prueba de sonido y llegó el turno de Natalia.

—Vamos contigo, Natalia —le anunció Manu, tensándosele los músculos de la espalda—. ¿Qué has traído para tocar?

—La guitarra solo. He traído las instrumentales en un pen por si acaso también.

—Chica precavida, pero me gusta más lo de que toques la guitarra en directo. ¿Sabes tocar el piano? Tenemos un teclado de escenario fijo para todos los artistas.

—Sé tocarlo, pero me las había preparado ya en la guitarra.

—Genial. Quizás la próxima te animes —Natalia esbozó una sonrisa pensando que eso de "la próxima" sonaba muy bien—. También puedes traerte a alguien más para que te ayude a tocar si quieres. Quizás alquien que te acompañe a piano o guitarra. Pero vamos al plan de hoy. Súbete que vamos a colocar bien los micros.

Obedeció las órdenes de Manu y se sentó en un taburete alto y negro con su guitarra en mano y un técnico de sonido le recolocó los micrófonos a su altura, para después dirigirse a la pequeña mesa de mezclas al lado del escenario. Allí sentada se imaginó con aquel bar lleno de gente mirándola fijamente a los ojos, juzgando cada uno de sus movimientos, y volvió a sentirse aún más pequeñita e insegura.

—Venga, va, Natalia. Canta la primera —la sacó Manu de sus pensamientos—.

Empezó a colocar sus dedos engarrotados en los trastes de la guitarra, de manera que a la música no terminaba de fluir entre acorde y acorde, y su voz salía de su garganta entrecortada y sin fuerza. Terminó la primera canción como pudo, deseando que aquello terminase ya, bajo la mirada firme de Manu, que la observaba desde su silla libreta en mano.

—Vale, paramos un segundo —anunció Manu acercándose a Natalia—. Natalia, esto no es lo que yo vi en los vídeos que me enviaste.

—Lo sé, lo sé —suspiró frotándose la cara frustrada—. Estoy un poco nerviosa.

—¿Un poco? Estás cagada. Está bien sentir un poco de miedo, pero es que casi no te sale la voz. Suenas insegura y eso el público lo nota. No van a venir aquí a ver a una niña en su primer recital de colegio, vienen a ver a una artista emergente.

—Ya...

—Natalia. Créetelo. Tienes talento. Ahora solo necesitas la seguridad de ponerte delante de un par de personas para enseñárselo. Si estás aquí ahora sentada es porque eres buena, porque tienes algo especial. Ahora muestrame en directo lo que yo vi en vídeo.

Volvió Manu a sentarse en su silla y a hacer señas a Natalia y al técnico para volver a tocar. Natalia cerró los ojos mentalizándose. Manu tenía razón, tenía que comportarse en ese escenario igual que lo hacía en las cuatro paredes de su estrecha habitación. Destensó sus hombros y desentumeció sus dedos para tocar esta vez su segunda canción. Su voz se quebró un poco al principio, pero consiguió remontar y hacer que tembliquease menos y que sonase con seguridad. Miró a Manu en mitad de su canción y vio cómo movía su cabeza al ritmo de la música exageradamente, lo que le dio aún más seguridad para continuar. Al acabar Manu se levantó y aplaudió.

—¡Eso es lo que quería ver, Natalia! Mucho mejor. Vamos a hacer dos más para ocuparnos de detalles técnicos.

Natalia suspiró aliviada con las palabras y le salió inconscientemente una sonrisa de orgullo propio y, esta vez con más seguridad, continuó con su prueba de sonido, preparada para esa noche.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora