SKAM Albalia

Domingo | 00:50

08.03.20

[Domingo | 00:50]

La noche seguía su curso. Las amigas de Alba habían hecho muy buenas migas con Natalia, especialmente Julia, que era capaz de seguirle todas las bromas a Natalia, y Álvaro, a pesar de solo conocer a Carlos y a Natalia, parecía encajar muy bien con aquel grupo.

Continuaban bebiendo y contando anécdotas de otras fiestas y botellones. Julia cada vez se acercaba más a Carlos, que llevaba una hora con el brazo por encima de su hombro. Alba no conseguía entender cómo no se le había cortado ya la circulación. Y Julia aprovechaba cualquier ocasión para echarse encima de él o mirarle.

De repente escucharon una voz llamar a Natalia a lo lejos.

—¡Nataliaaaaaa! —María y Marta la saludaban y le hacían gestos para que se acercase—.

—Alba, ya sé que soy un sillón super cómodo, ¿pero me dejas ir a saludar un segundo a mis amigas?

—¿Desde cuándo hablan los sillones? —vocalizó con un poquito de torpeza por el alcohol que llevaba en vena—.

—Soy un sillón mágico. También hago masajes y cosquillas —la amenazó agarrando sus costados sin dejarla escapar—.

—NI SE TE OCURRA —advirtió con los ojos abiertos de par en par. Se ponía muy nerviosa con las cosquillas—.

—Qué fácil me lo pones —y empezó a hacerle cosquillas, a lo que Alba reaccionó retorciéndose en el regazo de Natalia—.

—¡Naaaaaaaaaaat! ¡Paraaaaaaa! —gritó llamando la atención de las personas a su alrededor—.

—Ahora vengo —la dejó sentada a su lado y le dio un breve beso en la mejilla que le salió sin pensarlo. Cuando se quiso dar cuenta ya estaba hecho—.

—No tardes que me enfrío —le susurró con segundas intenciones—.

—Si te enfrías te caliento, no te preocupes —le siguió el juego y le guiñó un ojo antes de levantarse y dirigirse a sus amigas—.

—¿Cómo va la noche? —movió las cejas sugerentemente Marta—.

—Bien. ¿Vosotras?

—Ya te vemos. Bien abrazadita ahí a la rubia como si fuese tu oso de peluche dándole besos —le puso morritos María—.

—Es blandita, no te lo voy a negar.

—¿Ha pasado ya algo?

—No, aún no.

—¿Y a qué esperas? ¡Venga, que queremos salseo!

—Yaaaa, no seáis pesadas. Cuando nos quedemos a solas. ¿Vosotras qué vais a hacer?

—Yo me voy a dar una vuelta en coche con Paco.

—La vuelta la váis a dar vosotros dentro del coche, que no es lo mismo.

—No te callas ni una Mari, qué directa —rió Marta—. Pero para qué engañarnos.

—Es el alcohol, me hace ser más bruta de lo que ya soy. Yo me uno a Pablo y sus amigos, a ver qué surge —guiñó un ojo—.

—Mientras no surja un bebé... —soltó esta vez Natalia—.

—¡Hala, y luego la bruta soy yo!

—Perdoooooon —rió— Me vuelvo ya con Alba. Que vaya bien la noche.

—Luego nos cuentas bien con detalle, ¿eh? —terminó por advertirle Marta—.

—Que siiii —volvió corriendo a su grupo de amigos aquella noche y se sentó al lado de Alba de nuevo, dejando su mano apoyada en el suelo muy cerca de su trasero—. ¿Me has echado de menos? —le susurró al oído—.