Martes | 18:21

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21.4.20

[Martes | 18:21]

Natalia y Alba al salir de la academia de arte, como ya era habitual, se fueron directas a casa de Alba. Natalia se pasó el camino diciéndole que tenía que contarle una noticia pero que no se la diría hasta llegar a casa, por eso de crear un poquito de hype.

—Vaaaa, dime ya de una vez la noticia —le suplicó Alba dejando su mochila en el suelo de su habitación—. ¿Por qué estás tan contenta?

—Nah, mejor no te lo digo —volvió a hacerse de rogar Natalia—.

—Te echo de mi casa si no me lo dices —puso los brazos en jarra y el rostro serio aguantándose la risa—.

—Ay, jolín, que brusca. ¿Te acuerdas del bar donde quería tocar?

—Sí, claro.

—Pues ayer me llamó el dueño para que toque el jueves

—¡Venga ya! ¿En serio? —abrió la boca incrédula—.

—Siiiii.

—¡Enhorabuena! —se amarró cual koala  a su cuerpo para abrazarla, contenta por la buena noticia—. ¿Entonces este jueves vas a tocar delante de un público por primera vez?

—Sí. Y me estoy haciendo caquita encima —bromeó para suavizar su miedo—.

—El baño es la primera puerta a la derecha del pasillo. Ya hay confianza suficiente para que hagas caca en mi casa.

—¡No literalmente, idiota! Me da un poco de miedo.

—Natalia. Eres la macarra. Es al revés, la gente tiene miedo de ti.

—Ya... Pero aún así...

—Lo que te da miedo es perder tu imagen de tía dura. Ya lo hemos hablado, que le den a lo que piensen los demás. No te conocen de verdad. Nadie se va a reir de ti. Y si se ríen es porque son unos envidiosos. Además, que se atrevan ellos a cantar delante de un público, seguro que se giñan todos.

Natalia notó como las palabras de la rubia la tranquilizaban. Así que, de perdidos al río, decidió expresarle todas sus dudas.

—¿Y si no le gusto al público?

—¿Te tengo que recordar los comentarios que hay en todos y cada uno de los vídeos de tu insta? Que no le gustes a un público en concreto no significa que valgas menos. Pero a quién vamos a engañar, les vas a encantar.

—¿Y si me quedo en blanco?

—Eso se resuelve practicando mucho. No sé qué haces aquí, si deberías estar ensayando ahora mismo.

—Porque estar contigo me quita los nervios.

—Te quito todos los nervios que quieras, pero tienes que irte a ensayar.

—Esperaaaa. Quería también invitarte a que vinieses. La Mari y Marta ya me han dicho que vienen. Y Álvaro también va a tocar, así que si se unen Sabela y Julia...

—Me espaba empezando a preocupar que no me hubieses invitado ya. Claro que voy —le dio un beso en la mejilla—. Mañana se lo digo a las demás.

—Genial —sonrió al saber que la iba a ver su cara entre el público—. Luego te paso la ubi del sitio.

—Pero vete yaaaa, que tienes cosas que hacer —la empujó por la espalda invitándola a irse—.

—Ay nooo, aún no —se dio la vuelta y puso carita de pena acercándose a su cara—.

—¿Qué pasa? ¿Que quieres tu ración de morreo? —le sonrió pícara—.

—Sí, porfa.

Se lanzaron ambas a saciar el hambre que tenían entre besos y caricias atrevidas por debajo de la ropa, provocándose aún sabiendo que ese día no iban a hacer nada. Pero poco les duró, porque su madre llegó a casa más pronto que nunca.

—Mmmmhh... Eso es mi madre —susurró con sus labios sún pegados a los de Natalia—.

—Joooo. ¿Para cuando casa sola para nosotras?

—Para cuando seamos adultas con trabajo propio, ya puedes tener paciencia —¿Vamos a saludarla y te vas?

—Sí. Pero esto hay que acabarlo otro día.

—Faltaría más —le dio un último beso y salieron de su habitación hasta la cocina, donde se encontraba su madre—.

—¡Hola, chicas! ¿Qué tal el día? —las saludó Rafi al verlas—.

—Muy guay. ¿Sabes que Natalia va a tocar esta semana en directo?

—¿En serio? ¿Vamos a tener a una cantante famosa en la familia? —a Alba le latió muy rápido el corazón ilusionada cuando su madre metió a Natalia en la categoría de "familia". Se daba cuenta de cómo cada día hacía más por aceptar aquello que llevaba tantos años odiando—.

—No es para tanto —se rascó la nuca vergonzosa—. Por cierto... Ra... —pronunció su nombre a medias. Alba le había dicho que todos la llamaban Rafi, pero no sabía si le parecería correcto que ella la llamase así—.

—Llámame Rafi sin miedo.

—Rafi —sonrió aliviada—. Gracias por el número que le pasaste a mi madre. No hay nada seguro pero ayer fue a la entrevista de trabajo y llegó muy ilusionada.

—Pues eso es lo importante. No hay de qué, mi niña.

—En cuanto pueda te llamará ella para agradecértelo ella misma.

—Estaré esperando. Por cierto, ¿quieres quedarte un fin de semana en casa? —le preguntó mientras recolocaba un par de cosas en los armarios de la cocina—.

—¿De verdad?

—Claro, tonta. No pongas esa cara de incredulidad —intervino Alba después de observar con curiosidad cómo conversaban las dos. Sabía que Natalia no tenía tanta facilidad para hablar con otros padres—.

—Hombre pues claro que sí —respondió la más mayor—. Así nos conocemos un poquito más. Y a Marina también.

—Vale, claro. Cuando me dejes vengo.

—Pues este fin de semana. Podemos hacer algo especial todas si queréis.

—Bueno, no la acapares más que se tiene que ir ya a hacer cosas de artista y ensayar —la sacó Albs de allí y la arrastró hasta la puerta—.

Natalia le hizo gesto a Alba de incredulidad al ver lo bien que se estaba desenvolviendo con su madre y Alba rio divertida por la situación. Le dio un último beso y abrazo de despedida y le deseó suerte para su ensayo en casa.

—Gracias —le dijo Alba a su madre cuando se marchó su novia—.

—¿Gracias por qué?

—Por hacer el esfuercito por aceptar esto y tratarlo con naturalidad.

—La verdad es que he estado leyendo y hablando mucho y ya no me está costando tanto. La clave está en saber escoger la perspectiva desde la que mirar.

—Gracias igualmente, no todos los padres lo hacen.

—También te reconozco que si fuese un chico no lo habría dejado quedarse a dormir en casa hasta que llevaseis un año juntos. Natalia me inspira mucho confianza

—¡Anda! ¿Y Marina? ¿No le vas a dejara traer a ningún chico a casa?

—Después de pasar por un exhausto interrogatorio mío de dos horas, puede.

—JAJAJAJA. Exageras, mamá.

—¿Qué habéis estado haciendo?

—Poca cosa. Hablar y eso.

—Más bien darle a la lengua. Que tienes todos los labios rojos. Natalia me va a dejar sin hija.

—Ay, yaaaaa —se tapó la boca avergonzada marchándose a su habitación—. Ya tardabas en avergonzarme. Me voy.

—No te avergüences. Sois adolescentes, es normal —le espetó su madre divertida por la cara que había puesto su hija—.



SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora