Viernes | 14:43

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20.03.20

[Viernes | 14:43]

Natalia volvía a su casa pletórica. Seguía muy contenta por haberse reconciliado con Alba, y había pasado con ella unos minutos a la salida de clase para darse mimos antes de volver a casa. Abrió la puerta de casa con una sonrisa que le iba a dar agujetas al día siguiente, pero al entrar se encontró a su madre con un semblante serio y los brazos en jarra.

—¿Qué pasa, mamá?

—¿Que qué pasa? Dímelo tú —sonaba muy enfadada—.

—No... No te estoy entendiendo.

—Me quieres explicar qué hacía esto en tu cajón —le enseñó la bolsita te maría que le quedaba en su cuarto—.

Se quedó en blanco, le empezaron a temblar las piernas y las manos y una gota de sudor frío cayó por su espalda. Pensaba que había guardado bien aquella bolsita, no entendía cómo su madre la había dado con ella. Pero no le importaba tanto que hubiese encontrado, más bien le importaba el enfado y la cara de decepción de su madre.

—No... No es... —se le habían atascado las palabras en la garganta—.

—No me sueltes lo de "no es mío es de una amiga" porque no cuela, Natalia.

Natalia seguía paralizada sin poder decir nada. Sabía perfectamente que dijese lo que dijese su madre iba a enfadarae aún más.

—Tu padre y yo nos deslomamos para mantener esta casa, ¿y tú nos lo pagas fumando esta mierda?

—¡No, mamá! —reaccionó al ver que su madre se estaba haciendo una idea equivocada—.

—Nunca te hemos puesto límites porque sabemos que eres responsable. Pero ya veo que nos equivocamos.

—Que no, mamá. Te juro que no la fumo.

—¿Entonces qué hace esto en tu cuarto?

—No la fumo... La vendo. Bueno, la vendía. Ya no...

—¿Qué...? —su madre abrió la boca aún más sorprendida—.

—Mamá, te juro que nunca me metería en algo así.

—Natalia, ¿me estás vacilando? Si la vendes te estás metiendo en algo incluso peor. No me lo pruedo creer —se llevó las manos a la cabeza—.

—La vendía para traer dinero a casa. Te juro que en otras circunstancias no lo habría hecho —trató de buscar una justificación para que su madre la entendiese—.

—Te he dicho una y mil veces que el dinero es asunto mío y de papá.

—Lo siento... —se resignó a pedor disculpas viendo que ninguna justificación le iba a servir a su madre—.

—¿Eres consciente de el lío en el que te podrías haber metido? No solo a ti, sino a toda la familia.

—Siempre he ido con cuidado.

—Natalia, que da igual que vayas con cuidado. El mundo está lleno de gente mala. Si a alguien de esas personas con las que te relacionas le caes mal, te la puede jugar sucio, ¿lo entiendes?

—Sí...

—Tu padre que no se entere de esto porque no tienes mundo para correr.

—Vale...

—Como me entere de que sigues con esto te olvidas de clases de baile, de guitarra, de piano y de vivir.

—Te juro que ya lo había dejado.

—Y por supuesto estás castigada.

—De acuerdo...

—Vete a tu cuarto, yo voy a tirar esto. Ya volveremos a hablar —relajó un poco más el tono y se fue a la cocina—.

Le temblaban las piernas y tenía el pulso acelerado. Se tumbó en su cama para tratar de calmarse, pero solo le salió llorar para soltar la tensión. Le dolía haber decepcionado a su madre de esa manera. También le fastidió mucho que su madre se hubiese enterado justo cuando ella había decidido dejarlo. Intentó aprovechar para recapacitar y pensó que su madre llevaba razón y podría haber metido en un buen lío a toda su familia si alguien decidía hacerle una jugarreta. Nunca se lo había planteado

Joder... ¿No puedo tener una buena racha ya de una vez?

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¿Cómo va esa primera semana de cuarentena?

¿Salís a aplaudir a las 8? ¿Vuestros vecinos juegan desde los balcones?




SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora