Viernes | 12:10

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21.02.20

[Viernes | 12:10]

Llegó la clase de Historia del Arte del viernes y Natalia se dirigía ilusionada hacia el aula para ver a Alba. A pesar de que sabía que era una persona totalmente opuesta a ella, se sentía cómoda a su lado, le transmitía tranquilidad y calma y se lo pasaba bien hablando con ella. Tenía la sensación de que quizás le estaba empezando a gustar un poquito, pero no sabía si le gustaba a Alba, eran dos personas muy distintas y entendería que no fuese de su agrado.

Verdaderamente le apetecía conocerla más a fondo, y estaba muy contenta de que finalmente hubiese aceptado estudiar con ella el fin de semana. Tenía claro que no necesitaba mucho de su ayuda, siempre se las apañaba para aprobar con un cinco raspado, pero no quería desaprovechar la oportunidad de conocerla y sacar una nota más alta.

Entró en el aula y se encontró a Alba sentada en la primera fila, como siempre. Se dirigió directamente al asiento libre a su lado.

—Hola —la saludó con una sonrisa tímida—.

—¿Se te ha olvidado el libro hoy también? —la picó Alba—.

—No. Pero me apetecía sentarme aquí.

—¿En primera fila? —le preguntó extrañada—.

—No, a tu lado —respondió con sinceridad—.

Vio cómo Alba se sonrojaba y agachaba el rostro al decirle eso y se alegró por dentro.

Cada vez que la pico con estas cosas se sonroja. Pero no quiero cantar victoria aún.

—Oye, ¿tienes mercancía para mí? —cambió totalmente el rostro, de avergonzado a pícaro—.

A Natalia se le congeló la sangre al escuchar aquello.

—¿Qué dices? —le preguntó asustada—.

—¿Que si me vendes a mí lo que tú sabes? —continuó presionándola—.

—No sé de qué me estás hablando —se hizo la loca mirándo hacia otro lado—.

—La droga.

—¡Tía, baja la voz! —dijo en un grito susurrado mirándola fíjamente—. Como alguien te oiga me vas a meter en un lío.

—Osea, ¿que sí que vendes droga? —susurró esta vez—.

—Tía, que te calles.

—Ni hablar, me lo tienes que contar —la presionó—. Te vi ayer en el parque.

—¡Hola, chicos! Hoy vamos a repasar un poco para el examen de la semana que viene —anunció el profesor—.

—Está bien, mañana te cuento, ahora cállate y no se lo digas a nadie—terminó por zanjar susurrándo Natalia para que nadie pudiese escucharla—.

Natalia no podía creérselo. No paraba de mover su pierna arriba y abajo y de morderse las uñas en medio de la clase. La habían pillado. Tantas veces que sus amigas le habían advertido que tuviese cuidado, y ahora la pillaban. Estaba realmente nerviosa por si Alba decidía contar algo a otras personas, se vería metida en un buen lío si sucedía.

Joder... La he cagado.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora