Miércoles | 17:08

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11.03.20

[Miércoles | 17:08]


Natalia llegó a casa de Alba antes de tiempo. Sus padres llevaban unos días discutiendo por su situación económica, y no podía esperar más,  necesitaba salir de casa y despejarse. Tampoco le gustaba ver a su madre decaída al no encontrar ninguna oferta de trabajo.

—Hola, Nat —saludó Alba al abrirle la puerta con una sonrisa—. Pasa, vamos a mi cuarto. ¿Qué tal?

—No muy bien hoy...

—¿Por? El otro día tampoco estabas bien —cerró la puerta de su cuarto para darle más intimidad—.

—Ya. Tengo algún problemilla por casa —hizo una mueca apenada—.

—Puedes contármelo si te apetece desahogarte un poco —la invitó a sentarse en la cama con ella—.

Natalia se lo pensó un par de veces antes de decírselo. No quería estropear lo que podía ser una tarde mágica para ambas con sus problemas. Pero, verdaderamente, tenía ganas de contárselo a alguien para descargar un poco.

—Ya sabes que estamos mal de dinero. Te lo conté el otro día —Alba asintió—. Pero es que además han echado a mi madre de su empresa... Así que toca apretarse un poco más el cinturón hasta que ella encuentre trabajo de nuevo.

—Hostia, Nat... Qué putada —le acarició uno de sus brazos para demostrarle que estaba allí con ella—.

—Ya. Mis padres están nerviosos estos días haciendo cuentas. Mi madre especialmente, no le gusta quedarse en casa. A veces nos responde enfadada sin motivo alguno.

—Tiene que ser difícil para ella adaptarse a no tener trabajo y saber que tiene tres hijos a su cargo, no se lo tengas en cuenta. Ya verás como pronto encuentra algo y deja de estar tan irritable.

—Si lo sé. Pero me apetecía contártelo.

—No puedo haacer mucho, pero me ofrezco voluntaria para que me lo cuentes todo siempre que lo necesites.

—Gracias —le dio un largo beso en la mejilla—. ¿Estamos solas?

—Sí. Aunque en un rato llega mi madre, me ha dicho que hoy sale antes —puso una mueca de resignación al saber que no iban a poder estar a solas tanto como le apetecía a ambas—.

—Pues habrá que aprovechar el tiempo, ¿no? —Natalia acercó lentamente su cara a la de Alba hasta que pudo rozar nariz con nariz—.

—Me gusta tu forma de pensar —miró directamente a sus labios sin ningún disimulo—.

No se supo muy bien quien tuvo la iniciativa, ambas juntaron sus labios con timidez, dejando leves picos que pronto les supo a poco. Se atrevieron a atrapar sus labios, a morderse y dar rienda suelta a sus lenguas. No se escuchaba más sonido que el de sus labios moverse en aquella habitación. Natalia adentró una mano por debajo de la ropa de la rubia sin ni siquiera darse cuenta, fue puro instinto, sentía necesitaba acariciar su espalda como el respirar, sentirla aún más de lo que había hecho el sábado. Se había olvidado del mundo entero, para ella lo único que existía en aquel instante era Alba y sus labios. Ya podía caer una bomba nuclear que ella no se enteraría.Tiró de su cintura para sentirla aún más cerca, lo que hizo que Alba estremecerse.

Alba coló una de sus manos en el pelo de la morena para tirar de él. Se volvió adicta a aquel movimiento, sentía cómo Natalia expulsaba todo el aire contenido en los pulmones con cada tirón y chocaba contra sus labios. Alba lo estaba disfrutando como nunca, el sabor de sus besos y el olor de su cuello no lo había sentido con nadie más. Sin embargo, un pensamiento que le cruzó la cabeza le hizo dejar de disfrutar aquel momento. No paraba de pensar en qué lugar les dejaba esto que estaban haciendo. Cuando no pudo contenerse más, separó sus labios y miró a Natalia a los ojos.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora