Domingo | 00:34

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17.05.20

[Domingo | 00:34]

Continuó la noche para las chicas. Todas disfrutan del momento, bebían, bailaban, se dejaban las cuerdas vocales cantando todas las canciones que ponía el DJ... Aunque la noche no estaba siendo tan agradable para Alba, que solo tenía una cosa en mente.

No le quitaba el ojo a Natalia. Cada vez que a su novia se le acercaba alguna chica o chico, Alba bufaba y se enfadaba, lo cual ya empezaba a cansar a Natalia. Cuando alguien se le acercaba, ella se limitaba a hablar de manera amistosa o rechazarle amablemente, no entendía por qué Alba se molestaba tanto. No quiso hacer una discusión en medio de la fiesta, y menos con Alba bastante bebida, así que optó por poner un poquito de distancia para relajar la situación decidió irse con Alicia.

Alicia y Natalia hablaban mientras bajaban la intensidad con la que bailaban para recuperar el aliento. Todo bajo la atenta mirada de Alba unos metros más allá.

—Tu amiga la rubia me está comiendo con la mirada. ¿Es bollera? ¿Le gusto? —Natalia soltó tal carcajada que se pudo escuchar por encima de la música—. ¡Oye! ¿Qué es tan gracioso? ¿Es heteraza?

—Es que no es mi amiga —se secaba las lágrimas de la risa—. Es mi novia.

—Pe... Pe... ¿PERO ERES TONTA? —le gritó Alicia sonrojada—.

—¿Qué pasa? —Natalia estaba confusa. No entendía el ataque de su nueva amiga—.

—¡Eso se dice antes, cabrona! —le dio un golpe en el hombro—. Que llevo media noche tirándote la caña para nada —a Natalia se le concentró la sangre en las mejillas con la confesión de Alicia. Ella, verdaderamente, no se había percatado de ello. Pensaba que cuando le soltaba una indirecta lo hacía en broma—.

—¿Qué dices? ¿Cuándo me has tirado la caña tú?

—Toda la puta noche. Bueno, y desde que nos conocimos. Estás ciega. No te enteras. A no ser que os molen las relaciones abiertas...

—¡NO! ¡QUÉ VA! Osea, que no tienen nada de malo, pero yo no... No... No sé, no me había dado cuenta. Pero, estoy con ella, así que... No... —empezó a hacerse ella sola un lío—.

—Natalia, te va a dar un colapso, para —la tranquilizó la pelirroja—. Que si estás con ella no voy a intentar nada contigo, tía. Nos conocemos de dos días, no pasa nada.

—Vale... Pero entonces tú y yo... —no sabía muy bien qué decirle. Ella quería seguir siendo su amiga. Si se iba a separar de ella solamente porque ya tenía novia, se le iba a caer el mundo encima. En apenas unos días le había cogido mucho cariño—.

—Tan amigas y ya está —se encogió de hombros resolviendo las dudas de Natalia—.

—Joder, que susto —suspiró aliviada—. Pensaba que no querías que fuesemos amigas entonces.

—Ay, qué tonta, de verdad. Pero ya podrías habérmelo dicho antes para no hacerme ilusiones —fingió enfadarse—.

—Lo siento...

—Que es broma tonta —le dio otro manotazo en el hombro—. Pero te aviso. Entonces creo que tu novia se está muriendo de los celos conmigo.

—No es solo contigo, lleva así media noche. ¿Qué culpa tengo yo de que se me acerque gente? Si los rechazo a todos no tiene por qué ponerse así...

—Yo que tú hablaría con ella. Si me acerco dos centímetros más a ti creo que va a explotar.

—Ya...

—Mira, nos celos son una mierda. No son bonitos y no deberíamos normalizarlos. No son muestras de amor, para nada. Pero a veces es inevitable sentirlo. Si habláis bien las cosas, podrías entender por qué los tiene.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora