Sábado | 23:16

2.5K 151 8
                                    

29.02.20

[Sábado | 23:16]

Tras asegurarse de que Alba se encontraba bien y que podía caminar sin caerse, Natalia la acompañó hasta el portal de su piso.

—¿Estás segura de que estás bien? —se volvió a preocupar Natalia—.

—Que sí, de verdad, que ha sido un mareo tonto.

—De mareo tonto nada, que casi no te podías poner en pie. Me he asustado un montón, pensaba que ya tenía que llevarte a urgencias.

—Pero ya estoy bien, mira —intentó dar una torpe vuelta sobre sí misma para comprobar que ya tenía equilibrio que acabó en tropiezo—

—Sí, sí, super bien —dijo sujetándola para que no se cayese al suelo—.Y encima me has dejado la nevera vacía, cabrona. ¿Cómo te cabe tanto en el estómago?

—Jolín, lo siento es que me entró mucha hambre. La próxima te invito a comer algo para recompensártelo.

—Lo decía en broma, pero me lo apunto.

—¿Se me nota mucho? No tengo ganas de una charla con mi madre.

—Déjame verte los ojos... —Natalia agarró sus mofletes y acercó su cara a la de Alba para observarla bien, provocando que se sonrojara—. Nah, ya no tienes las pupilas tan dilatadas... Aunque parece que tienes calor —la vaciló al darse cuenta—.

—Bueno, eso no creo que sea por el mareo... —sonrió levemente sin despegar sus ojos de los de Natalia—.

Natalia tenía muchas ganas de besarla, y después de la charla de ayer con sus amigas había ganado la seguridad para dar el primer paso, pero le parecía que no era el momento más adecuado, así que prefirió retirarse a pesar de la pequeña indirecta que le había mandado la rubia.

—Gracias por cuidarme hoy. Y perdón por casi meterte en un lío.

—Yo ya no te voy a pasar más. Si te has enganchado te buscas a otra camella —bromeó para quitarle hierro al asunto—.

—Creo que ya he tenido suficiente —carcajeó—.

—Me tienes al tanto de cómo te sientes ¿vale?

—Sí, y tú me avisas cuando acabes la canción que empezamos antes de que te diese el chungo.

—Prometido... —se despitió con la mano mientras se giraba para volver a su casa—.

—Te hablo mañana.

Alba subió hasta su piso en el ascensor, mirándose en el espejo comprobando que no pareciese que le había dado un chungo hace unas horas. Respiró hondo, se puso lo más recta que pudo y abrió la puerta de su casa.

—¡Ya estoy en casa!

—Hola, cariño —la saludó su madre—. ¿Cómo es que llegas tan tarde? ¿Qué tal con tu amiga?

—Con mi amiga muy bien. Perdón, se nos ha ido el tiempo volando, cuando nos quisimos dar cuenta ya era tarde —se justificó de carrerilla dirigiéndose directamente hacia su cuarto—.

—Espera, ¿por qué te vas tan rápido? Siéntate un rato a hablar con tu madre—la paró cuando vio que desaparecía por el pasillo—.

—Es que estoy cansada, hemos caminado mucho hoy.

—¿No ibas a su casa? —la miró con sospecha—.

—Sí, pero al final nos hemos ido por ahí a dar una vuelta.

—Oye... ¿No huele raro? —empezó a olisquear la ropa de Alba, que se quedó pálida ante el miedo de que su madre la pillase—. Alba Martínez Reche, ¿has estado fumando?

—¿Qué? No, que va mamá. Había gente en el parque fumando, igual se ha pegado el olor a la ropa —intentó justificarse como bien pudo—.

—Mírame a los ojos.

—Ay, mamá, que te digo la verdad. Si yo nunca te he mentido —apartó la mirada de su madre—.

—Ay hija es que a estas edades os gusta mucho experimentar. Y tú ya sabes que yo te he dicho que te alejes de esas cosas. No te vienen bien.

—Que sí, que sí, no te preocupes, mamá. Me voy a dormir.

—¿No cenas?

—He comido con Natalia, no tengo más hambre.

—Que rara estás hoy... Anda, vete a dormir.

Alba entró a su cuarto caquicárdica perdida. No sabía cómo había logrado zafarse de su madre, aunque tenía que reconocer que le había gustado mucho el chute de adrenalina que le produjo el hecho de que su madre pudiese pillarla. Se quitó sus deportivas y se tumbó en su cama agotada.

—A mí no me engañas, aquí huele a porro —le susurró su hermana acercándose sigilósamente para asustarla—.

—¡Marina! ¡Cállate!

—Te dejo pero mañana me cuentas con detalle, que me lo prometiste.

—Que sí, pero tú calladita.


No vuelvo nunca más a probar esto...

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora