Martes | 20:04

2.5K 170 22
                                    

31.03.20

[Martes | 20:04]

Flotando en el mar. Natalia sentía que estaba flotando en el mar. Aún dormía profundamente, no estaba segura de si estaba soñando algo, pero podía sentir el peso del cuerpo de Alba sobre el suyo, una ligera respiración chocando contra la fina piel de su cuello, una mano descansando en su pecho y sus piernas desnudas entrelazadas con las de la rubia. En ese instante pensó que si existía algo llamado nirvana o paraíso, tenía que ser parecido a lo que estaba viviendo.

En una nube. Así se sentía Alba aún medio dormida sobre el cuerpo de Natalia. La inundaba su olor, característico y especial, al que no sabía ponerle nombre, pero al que se había vuelto adicta. Sentía el peso y el calor de una de sus manos sobre su nalga, un brazo largo rodeando su hombros, el pecho que subía y bajaba con cada respiración como si del mar se tratase, y el latido de su corazón, calmado, rebotando contra su cabeza.

Se percató de pronto un sonido a lo lejos, algo que le parecía una puerta abrirse, pero el sueño no le permitían distinguir de qué se trataba. No le dio más importancia, para ella ahora solo existía ella y la nube sobre la que estaba dormida.

Otra vez. Sintió una voz que la llamaba. "Alba". No terminaba de reconocer de quién provenía. ¿Será Natalia despertándome?

"Alba, cariño". Otra vez la misma voz, ahora más cercana y más familiar. Unos pasos aproximándose, cada vez más sonoros. Y otra vez el sonido de una puerta abriéndose de par en par.

—¡Alba!

Alba abrió por fin los ojos con dificultad, y cuando vió la figura de su madre en la puerta de su habitación, con la boca y los ojos abiertos de la sorpresa, en shock, no pudo evitar levantarse como un resorte.

—Mamá... —lo único que le pudo decir en un hilo de voz. Se le habían engarrotado las cuerdas vocales. No se veía capaz de emitir nada más que no fuesen balbuceos sin sentido alguno—.

—Alba... Es tarde. Dile a tu... Amiga... Que se vaya ya a casa —cerró la puerta y se fue sin decir ni una palabra más—.

Alba, aún en shock por lo que acababa de suceder se quedó inmovil, sin que su cuerpo supiese qué hacer, el tiempo se había detenido. Mil pensamientos empezaron a rondar su cabeza. Empezó a sollozar y las lágrimas brotaron de sus ojos.

Natalia, que en su sueño empezó a echar de menos el calor que desprendía el cuerpo de la rubia, abrió los ojos y se la encontró allí, encogida, escondiendo la cara en sus rodillas, dando su cuerpo espasmos por el llanto.

—¿Alba qué pasa? —pero no era capaz de hablar, solo continuaba sollozando. Natalia decidió abrazarla y acariciar su espalda para calmarla y Alba se encaramilló a su cuerpo— ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

—Nat... Mi madre... Nos hemos quedado dormidas... Nos ha visto... —necesitaba coger aire cada dos palabras—.

—¿Nos ha visto cómo? ¿Juntas, durmiendo? —se asustó solo de pensarlo. No conocía de nada a su madre, lo único que sabía por lo que le decía Alba es que probablemente fuese homófoba y que aquello le iba a traer problemas a la rubia—.

—Sí...

—Mierda... Ven aquí —se dedicó a abrazarla todo lo que necesitaba para que se relajase—. ¿Ha dicho algo?

—Que te vayas que es tarde.

—Joder... Es culpa mía. No tenía que habernos hecho dormir. Lo siento —se sintió en parte culpable por lo sucedido—.

—Nat, eso da igual ahora. No es culpa tuya. Tienes que irte —continuaba secándose las lágrimas que aún se le escapaban—.

—Está bien, me voy. Pero por favor llámame luego. Mantenme al tanto. Cualquier cosa que necesites me lo dices. Todo va a estar bien, ya verás.

Natalia antes de salir sigilosamente por la puerta, le dió un último abrazo y un beso en la cabeza par mostrarle que iba a estar allí para ella sucediese lo que sucediese, y Alba se aferró a ella como si fuese lo único que la mantuviese a flote.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora