Sábado | 15:26

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28.03.20

[Sábado | 15:26]

Como le había prometido la semana pasada, Natalia invitó a Álvaro a su casa para hacer algo de música juntos, aprovechando que su madre empezaba a levantarle un poco el castigo.

—¿Cómo es que estás tan contento? —le preguntó a su amigo que hoy estaba más sonriente de lo normal—.

—Traigo buenas noticias. He conseguido curro.

—¿En serio? ¿De qué? ¿Camarero? ¿Un super?

—Mucho mejor. Hay un bar por el centro que suele tener música en directo, les he enviado un correo con algunas de mis canciones y me han pillado para tocar los jueves por la noche.

—¡Venga ya! Qué pasada.

—No se cobra mucho, pero me da un poco igual el dinero.

—Ya, lo que mola es poder tocar delante de un público.

—Los jueves no suele haber mucha gente, pero por algo se empieza. ¿Por qué no pruebas suerte tú también?

—¿Yo? Qué va. Ni hablar. No enseño ni mi cara en insta, ¿cómo voy a cantar delante de un público?

—¿Por qué? Si no tienes pánico escénico ni vergüenza.

—Ya, pero esto en concreto me da vergüenza.

—Lo que te pasa es que tienes tan integrada la idea de que eres una macarra sin sentimientos que te da miedo enseñar a los demás lo que te gusta de verdad.

Natalia se quedó callada sin saber muy bien qué decir. La había calado a la perfección. Por más que le gustase la música, le daba miedo que otras personas descubriesen ese lado tan sensible de ella. Más aún teniendo en cuenta que todas las canciones que le salían eran muy intensitas.

—Te pillé —la acusó con el dedo—.

—Igual sí, es un poco eso —terminó por aceptar resignada—. Deja de jugar con mi mente.

—Venga ya, tía. Atrévete. No dejes al mundo sin tu talento. Además, querías curro ¿no? Igual puedo hablar con el dueño.

—No, nada de enchufes —volvía a negarse una vez más a aceptar ningún tipo de enchufe, tenía un complejo especial con ello—. Ya me lo pensaré, ¿vale?

—Vale, no insisto más. Pero no es ningún enchufe. Tú tienes el talento. Yo solo doy un empujoncito.

—Bueno, cambiemos de tema. Sabela —cambió de dirección la conversación para wue dejase de centrarse en ella—. He intentado investigar un poco, y según Alba, ahora no le gusta nadie, pero dice que es un hueso duro de roer. Osea, que si te gusta, cúrratelo.

—Me lo veía venir. Por lo menos nunca me ha clavado un visto, eso es buena señal.

—Igual podemos intentar quedar otra vez todos juntos, así la ves otra vez en persona. Que hablar con mensajes no es lo mismo.

—Mira cuánto te gusta ayudar a los demás y lo poco que te gusta que te ayuden.

—¡Déjame ya, plasta! —le dio un golpe en la pierna—. Anda saca la guitarra ya a ver qué sale.

—Vooooy. Tengo un amigo con una historia de amor chunga, podemos usarla para hacer canción.

—Cuenta a ver.

Y así pasaron la tarde del sábado componiendo. La claridad con la que le habló Álvaro sobre por qué ella no mostraba ninguna de sus canciones al público le tocó la fibra. Pensó que si su amigo que tiene tanto criterio le decía que verdaderamente tenía talento, ¿por qué no arriesgarse a enseñar lo que hacía? Si lo hacía tan bien, nadie tendría por qué mofarse de ella por tener sentimientos como cualquier otro ser humano. Y tenía que reconocer que lo del trabajo le vendría que ni pintado, a pesar de la insistencia de su madre por que se centrase en los estudios y se olvidase de buscae un trabajo.

Puede que me atreva a subir algo al insta...


SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora