Miércoles | 11:08

2.4K 167 1
                                    

01.04.20

[Miércoles| 11:08]

Alba llevaba toda la mañana como alma en pena. Arrastraba los pies allá por donde iba, era incapaz de concentrarse en clase, perdía el hilo de las explicaciones que daba el profesor todo el rato y su examen de Historia de España fue de pena. Llegó la hora del recreo y lo único que deseaba era que Julia y Sabela le despejasen un poquito la cabeza con sus tonterías, pero ni así conseguía levantar el ánimo.

—Alba ¿qué te pasa? Estás que no estás —se preocupó Sabela—.

—Y tienes cara de no haber dormido una mierda. ¿Ha pasado algo más con Natalia?

—No es eso... —suspiró derrotada. Veía como misión imposible guardar el tipo delante de sus amigas—. Es mi madre. Sabe... que me gustan las chicas...

—¿Se lo has contado por fin? —se sorprendió Sabela, que sabía que Alba no quería salir del armario con su madre por lo menos hasta que se independizase—.

—No, peor. Me pilló ayer con Natalia. Así, de sorpresa, ¿cómo lo ves?

—Uff... Chungo. ¿Cómo se lo tomó? —se interesó Julia—.

—Mal. Imagino que me odia o le doy asco —sus amigas se miraron con preocupación por lo que acababa de decir—.

—Pero... ¿habéis discutido?

—Sabes que, si pasa cualquier cosa, tienes mi casa —volvió a ofrecerse Julia, conocedora del rechazo que le producía a la madre de Alba todo lo que tuviese que ver con las siglas lgbt—.

—Gracias, de verdad. Pero no es que hayamos discutido. Es que ni siquiera nos hemos dirigido la palabra. Ni anoche ni hoy en toda la mañana. Y eso en mi casa es inconcebible. Nosotras siempre hablamos.

—¿Pero tú has intentado hablarlo con ella por lo menos?

—No, la he evitado y ella a mí también. Joder, que podría venir a mi cuarto a hablar por lo menos y no lo ha hecho.

—Pero si aún no has hablado nada con ella nada no saques conclusiones precipitadas.

—Ya lo sé, pero está rara. Callada. Ella no aguanta más de 10 minutos sin hablar, y ayer me esquivaba todo el rato con la mirada, como si fuese una extraña. Me da miedo que cambie su forma de ser conmigo ahora.

—A lo mejor simplemente está en shock, no se lo esperaba. Deberías hablarlo. Si tanto te odiase habría montado un pollo —Sabela continuaba haciéndola razonar—.

—No sé, no sé que hacer —se frotó la cara con sus manos por la frustración—.

—Yo te digo lo que vas a hacer. Vas a tomar el toro por los cuernos y le vas a hablar a tu madre con claridad. Ella no puede decidir sobre la sexualidad de su hija. Y si no te quiere, pues ella se lo pierde, a tomar viento fresco —declaró Julia con contundencia—.

—Joder es que pienso en mi madre odiándome y no puedo —se le arrugó la cara aguantando el llanto—.

—No te va a odiar. Julia no ha escogido las mejores palabras. Quiere decir que si tu madre no lo entiende, es cosa suya. Sois seres individuales y tú tienes que vivir tu vida sin importarte lo que piense ella. El problema no lo tienes tú, lo tiene ella.

—Eso. Sabela habla mucho mejor que yo.

—Sí que tengo un problema. Vivimos bajo el mismo techo y me duele ver que mi madre me rechaza.

—Alba, habla bien con tu madre. Explícale que sigues siendo la misma persona de siempre, solo que ahora conoce de verdad a su hija. Y ya sabes que pase lo que pase ahí vamos a estar nosotras para celebrar y para llorar.

—Gracias, chicas —Alba expulsó todo el aire que llevaba reteniendo desde anoche al desahogarse con sus amigas—. De verdad que no sé qué haría sin vosotras.

—Ni nosotras qué haríamos sin ti. Anda, vamos a la cafe a por caramelos y una palmera de chocolate de esas gigantes, que invito yo —se ofreció Julia abrazándola junto a Sabela para mostrarle su apoyo—.

Por más que tanto Natalia como sus amigas tratasen de convencerla de que quizás su madre solamente estaba sorprendida por haber descubierto el secreto de su hija, Alba seguía convencida de que la odiaba y no había manera de que cambiase de opinión. No le gustaba un pelo la situación por la que estaba pasando, pero por lo menos se alegraba de tener unas amigas que siempre conseguían aliviarle todos sus males. Deseó que nunca se rompiese la amistad que tenía con aquellos dos seres humanos.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora