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Mi vida jamás fue linda. Siempre había algo que arruinaba mis mejores momentos. No tengo ni un solo recuerdo que me haga sonreír. Mi padre me enseñó de la peor manera que aquí es matar o morir. Y, si las cosas son así, ¿por qué no aprovecharlo? En el mundo siempre hay personas que quieren matar a otras. Cumplirles ese deseo es mi trabajo. Siempre fui eficiente, nunca dudé, jamás fallé. No hasta ese día. Y por él estoy aquí, ahogándome con mi sangre.

La muerte no es algo que me asuste; estuve a punto de conocerla muchas veces en mi infancia; sin embargo me sorprende haber llegado a este punto. Quizá muchos digan que me lo merecía, y la verdad es muy probable que tengan razón. Asesiné a miles de personas inocentes por dinero y nunca sentí arrepentimiento; puedo decir incluso que lo disfruté... Sí, definitivamente me lo merecía. Pero no quita que siga siendo algo inesperado.

La oscuridad se va formando, al igual que un charco de sangre bajo mi cuerpo. Dicen que rememoras los mejores momentos de tu vida al morir, pero yo no tengo ninguno, así que ¿qué veré? La respuesta no tarda en llegar. Mientras voy perdiendo poco a poco la consciencia, el rostro de mi viejo aparece. Y, cómo no, en el punto que marcó mi destino. Su cara, volviéndose pálida con la llegada de la muerte, está deformada en horror mientras saca el cuchillo que le clavé. ¿Sentí miedo?... Seré sincero, no lo recuerdo. Sólo veo su cuerpo caer sin vida al suelo y ya. Entre ambas escenas no hay nada. Lo he olvidado. Ni siquiera la muerte me hace capaz de recordarlo. Aunque no me hace falta. Con el simple hecho de que maté a mi padre es suficiente para adivinar las cosas: Me volví una persona no permitida por la sociedad, alguien ilegal cometiendo actos de la misma categoría. He de decir esto con total claridad y sinceridad: fue la mejor decisión que he tomado, por muy mal que haya acabado.

Oh. ¿Quieres saber qué sucedió?, ¿por qué el mejor asesino del mundo acabó de esta manera? Bien, empecemos.

12 de junio, 00:36 hrs.

El silencio seguido al disparo se me hace eterno aunque sólo dure unos segundos. Sus ojos carentes de vida me miran fijamente. Miro mi reloj con pereza. Tres, dos, uno, ahora. La llamada entra a mi teléfono de manera estrepitosa. Dejo que suene dos veces antes de contestar.

-¿está muerto? - pregunta él con su usual frialdad.

-por supuesto que está muerto, idiota.

Pongo los ojos en blanco. Si algo hago bien y sin dejar inconcluso, es mi trabajo. Aborrezco siquiera que lo duden. Especialmente él, quien ya lleva más de cinco años trabajando conmigo.

-mh, tienes otro pedido.

Suspiro, mientras recargo mi arma.

-van seis esta noche, ¿qué sucede?, ¿te quedaste sin asesinos hoy?

Me cuelga, como si no me hubiera escuchado. Frunzo el ceño, indignado. Cuando deje de ser el jefe y abandone esta mierda de clan, juro que lo voy a matar. La vibración que me señala que he recibido la dirección y mi objetivo me saca de mis pensamientos. Abro el mensaje de mala gana. Tengo sueño, ayer fueron más de diez pedidos y me dormí a las seis de la mañana para despertar a las ocho.

Limpio brevemente el lugar donde trabajé y me voy. Ah, cómo me gustaría poder quedarme y ver los rostros horrorizados de los policías. Me da tanta risa que sean tan hipócritas. Además, la persecución seguida a mi ligera carcajada es buena para hacer ejercicio y divertirme. Nunca me atrapan, por supuesto. Soy simplemente el mejor.

Bufo al ver la gran mansión. Es enorme, casi intimidante... Oh, espera, soy Jeon Jungkook, nada me da miedo. Según el mensaje que recibí, el chico está solo, es multimillonario, y sus padres salieron de fiesta. Pongo los ojos en blanco. ¿Por qué me dan casos tan aburridos? Podría hacer esto parado de manos y con los ojos cerrados bailando cumbia. Sonrío un poco. Al menos no tendré que esforzarme. Me preparo para entrar, coloco mi cubre bocas, me pongo mis guantes y fuerzo la cerradura. Cede después de unos segundos con un suave click. Ah, ricos. Creen que están a salvo y que nadie les hará daño. Error. Aquí estoy yo para hacérselo saber a ese montón de idiotas.
Mis pasos son suaves e inaudibles. Si ese chico está solo en casa, quizá pueda jugar un poco con él. Una azul cabellera pasa rápidamente por la cocina. Tomo una moneda y la lanzo en su dirección. Da un salto cuando queda frente a él.

-¿madre, padre? ¿Acaso son ustedes?

Típico. Es lo que siempre ocurre. No sé por qué preguntan si saben la respuesta. ¿Qué padre les lanzaría una moneda para que supieran que está en casa? En serio, no es una película o algo similar. Deberían dejar de ser tan poco originales. El chico recoje la moneda y la mira con detenimiento. No me cabe duda que es mi objetivo. Se ve de inmediato. Ropa costosa, cabello pintado muy cuidadosamente, pasos elegantes pero firmes... Y no termina de parecerme un poco familiar... Como si ya hubiera visto esa forma de pasearse de un lado al otro. No veo su rostro, así que no puedo asegurar que lo conozca. Y es mejor que no siga pasando en eso. Nada cambia el hecho de que haya visto a este chico antes. Debe morir y punto. Esa es mi labor.

Aburrido de verlo caminar de un lado a otro como animal enjaulado, hago ligeros ruidos en la sala. Por un momento se queda paralizado. Tengo que reprimir una risa al verlo avanzar vacilante hacia donde estoy. Cayó en mi trampa y yo podré ya ir a dormir. Es cuando me da la espalda que salgo de mi escondite. Me sorprendo un poco (casi nada, en serio) cuando suspira pesadamente al escuchar el chasquido de mi pistola.

-¿Mami y papi hacen estas bromas a menudo como para que te lo tomes con tanta tranquilidad?

Esta vez se pone un poco rígido. Supongo que imaginaba que sí era un chiste.

-tus padres no están, ¿cierto?

-creo que conoces la respuesta. Es más fácil matar a la cría cuando se separa de los adultos, ¿no?

Su voz me suena vagamente familiar, la versión adulta de alguna que quizá conocí. Pero no sé de quién o en qué momento lo hice. Mierda, debo concentrarme. Recordar cosas inútiles en este momento es absurdo, estúpido. Alguien como yo no debería andar pensando en eso, sólo debería jalar el maldito gatillo y ya. Me siento en un sillón detrás mío mientras las ganas de divertirme me invaden.

-mh. Te propongo algo. Juguemos. No me hagas las cosas tan fáciles, es aburrido. Dejaré mi arma. Tú y yo. Matar o morir.

Dejo caer con estrépito mi pistola. No dice nada, así que resoplo y me levanto para ir en su dirección. Me quedo impactado cuando, al poner una mano sobre su hombro, me esquiva ágilmente y clava algo en mi costado. Sus ojos se cruzan fugazmente con los míos. Mierda, mierda, sé que lo he visto antes, pero no recuerdo dónde...

Decido usar mis impresionantes dotes de actuación y me dejo caer, como si su navajita me hubiera hecho daño. La verdad, ni siquiera me molesta tenerla ahí, atravesando mi piel. He tenido varias en la misma situación, así que estoy acostumbrado y sólo siento una ligera molestia. Entrecierro los ojos, fingiendo inconsciencia, mas los dejo un poco abiertos para ver su reacción. El peliazul sonríe triunfante y se posiciona sobre mí.

-creo que gané tu jueguito.

Se queda sin palabras cuando saco la navaja de mi cuerpo y se la clavo justo donde él lo hizo conmigo. Sonrío con sorna al verlo levantarse tambaleante y mirar con horror la sangre. Amo esta parte. Creen que lo han logrado, que se han liberado de mí. Ilusos. Las heridas no me hacen daño, ni me detienen. Soy imparable.

-soy Jeon Jungkook, yo jamás pierdo.

Sus ojos se dilatan, como si hubiera dicho el nombre del demonio. No tomo mucha importancia. Recargo mi arma lentamente, disfrutando cómo se pone cada vez más y más pálido. A nada de jalar el gatillo e irme a dormir, una dulce y tierna voz suena.

-¿TaeTae? ¡Ya me cansé de jugar al escondite!















¡Y empezamos con MOM! Siempre siendo medio dramática xd. Lo tenía guardado ya desde hace un tiempo, así que decidí subirlo. Escribí una y otra vez este capítulo. Fue muy difícil, no sabía cómo narrarlo. Aunque se vea simple, pero bueno.

Espero que disfruten de esta lectura!

¡Nos leemos pronto!

Matar O MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora