Prólogo.

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"Estúpida familia" pensé. Caminaba y pateaba cualquier cosa que se me cruzara por el camino. "Michael no lo querría así."

Desde que mi hermano murió, mis padres no festejan nada, no escuchan música e incluso no bailan. Y como daño colateral, lo padecemos mi prima y yo. Ella se mudó con nosotros en cuanto su madre murió de cáncer. ¿Su padre? Mejor ni pregunten...

Seguí caminando hasta que, a lo lejos, divisé una casa bastante amplia, llena de adolescentes y música a alto volumen. Pensé que sería una buena idea comenzar mi año allí, eran muy de mi estilo esos lugares.

¡Oh, claro! ¿Mi estilo? Típica adolescente a la que todos llaman rara, emo, dark y demás derivados. Me sentía un poco de todo eso, siempre vestía de negro, gris o rojo, mi cabello negro tenía las puntas rojas (sí, lo sé. Para nada original) y tenía una argolla en la parte izquierda de mi labio inferior.

Sin ningún tipo de escrúpulo me adentré en esa casa, en la cual habían muchas más personas de las que imaginé. A mí derecha había una banda tocando, sabían lo que hacían, eran muy buenos... Y muy apuestos, aunque mi vista se fijó sólo en el guitarrista zurdo de ojos verdes, que llevaba el cabello castaño caído sobre su ojo derecho, dos argollas en el labio inferior y una en la nariz. ¡Estaba muy bueno! Mordí mi labio inferior, aún sin dejar de verlo y este, como si hubiera sentido mi mirada, alzó la vista, vio mi gesto y sonrió. "¡Madre mía, qué sonrisa!" Pensé. Me hizo sonrojar, así que decidí salir de allí. Tomé una botella de cerveza y me senté en uno de los sofás a beber.

Ya iba por la tercera o cuarta cerveza cuando sentí la necesidad de salir a fumar. Abrí la cajita y tomé uno de los "tubos de cáncer" como les llamaba mi madre. Me apoyé en la pequeña cerca, al lado de los tres escalones de la entrada, lo encendí, di la primera calada y cerré los ojos. Estaba tan compenetrada en el sabor tan delicioso y adictivo, que no me di cuenta que alguien, parado a mi lado, me observaba con atención.

-Se ve que lo dusfrutas.- Dijo.

Cuando abrí los ojos y miré hacía donde provenía esa atrapante voz, mis ojos se abrieron como platos al ver ese par de ojos verdes que me habían derretido anteriormente.

-Uhm... Uhm... Si.- Dije tratando de no sonar nerviosa, aunque puedo apostar mi vida a que mi rostro estaba tan rojo como el de mi cabello.

-Te gusta pantera.- Dijo señalando mi camiseta. -Me agrada, es una gran banda.-

-Uhm, sí. Lo es.- Bajé la vista. Este tipo me incomodaba, me hacía sentir vulnerable como nadie lo hacía.

-Soy Zachary, pero puedes llamarme Zacky.- Me extendió su mano.

-Jenna.- Dije tímidamente y extendí la mía hacía la suya. "¿Qué demonios te ocurre? ¡Sólo te dijo su nombre!"

-Lindo nombre... ¿Quieres?- Dijo señalando el vaso que llevaba en su mano derecha, el cual no me había dado cuenta de que lo tenía.

-Uhm... Seguro ¿Por qué no?- Tiré la colilla del cigarro ya terminado, quité el vaso de su mano y bebí. Era vodka, lo reconocí al instante, me encantaba ese sabor. Di unos cuantos tragos largos hasta que me lo acabé.

-Hey, tranquila. No querrás terminar en coma ¿O si?- Dijo riéndo. ¡Dios, me encantaba su risa!

-No me conoces ¿Cómo puedes saber que terminaré o no en coma?- Alcé una ceja. Odiaba ser subestimada, podía aguantar tanto alcohol como un hombre.

-Wow, debes ser una chica ruda.-

-Más de lo que quisiera admitir.- Reímos.

-Quiero otra cerveza, Jenna. ¿Me acompañas?-

Dirty Little Secret... Who has to know?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora