CHOCOLATE, FRIES AND MRS REDHEAD _______________><________________
Disfruta del momento tan exquisito. Sencillo pero increíble para su gusto.
Cuando estaba en el laboratorio, apenas y comía cosas que tuvieran sabor. Jamás imaginó que existían tantas cosas distintas que su paladar amaba.
Todos o la mayoría de las personas, crecen con ciertas posibilidades que no aprecian por completo. Dan por sentado todo a su alrededor, como si eso fuera su derecho.
Pero para Fëanor no era tan sencillo, apenas y había tenido un techo en el laboratorio, que le costaba con creces vivir ahí. Comía raquiticamente, nunca salía al exterior; desconocía el mundo fuera de esas cuatro paredes.
Un sin fin de limitaciones de las cuales puede gozar ahora.
Inmersa en su mundo, no se da cuenta que un chico rubio la ha comenzado a observar desde afuera.
— Vaya, vaya... — dijo para sí mismo con sonrisa ladeada.
El californiano no imaginó encontrarse a la azabache ese día y preciso momento. Inconscientemente sus piernas y su cerebro le indican ir hasta ella. Baja de su clásico auto azul, y empieza a caminar.
La campanilla suena al ingresar por la puerta principal del local.
— No se fuma aquí dentro. — comenta el hombre con seriedad.
Haciendo que el chico gire los ojos con fastidio y arroja el cigarrillo al bote junto a la puerta. Sonríe sarcástico al dueño.
Avanza hasta llegar a la mesa de la pelinegra que ni siquiera notó su presencia sentarse frente suyo.
— ¿Por qué tan sola? — habla mientras se sienta. Captando la atención de la azabache, que sube la mirada de su taza caliente.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Billy Hargrove está frente a ella. Con una chaqueta café de cuero, descolorida, y una camisa rojo oscuro.
— ¿Algún problema con tu querido ex rey? — pregunta burlesco.
Ivers suspira al escucharle decir cosas sin sentido. — ¿Qué quieres? — cuestiona con fastidio.
— Lo estoy averiguando. — encongiendose de hombros.
— Pues hazlo en otro lado. — refuta frunciendo el ceño.
— Mmm, no lo creo. — niega divertido.
Hace una mueca al escuchar la necedad del rubio. ¿Por qué está ahí?
— ¿En verdad no tienes algo mejor que hacer?
— No por ahora. — murmura tomando una papa frita del plato.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
