Hechicera entre alquimistas: La Esposa del Rey Fantasma II

Cap. 369 Vamos a dar a luz a un hijo (2)

-"¿Por qué está ella aquí?" 

El hombre desvió su mirada hacia la chica a su lado mientras le preguntaba. Sus ojos purpuras se volvieron más suaves cuando ella llenó sus ojos. Con una sonrisa encantadora, dijo: 

-"Recordé que inicialmente pensó que tu hermano mayor era una basura, así que lo dejó. Sin embargo, una vez que supo que su hermano mayor era el joven maestro de la familia Xiao y tenía un talento sobresaliente, quiso volver con él. No obstante, no importa si fuera la familia Xiao o tu hermano mayor, no la aceptarían. No era digna de entrar en la familia Xiao como una mujer que le gustaba el poder. Es genial que tu hermano mayor se separara de ella desde el principio."

La expresión de Lin Ruo Ying cambió y de manera similar lanzó una mirada a Zang Qing Xue, quien yacía en el suelo con la multitud.

-"¿No dijo Zang Qing Xue que ella y el joven maestro estaban profundamente enamorados? Incluso dijo que la vista de la familia Xiao era superficial y dijo con confianza que la separaron por la fuerza del hombre que estaba profundamente enamorado de ella."

-"Así es, estuve presente durante el reclutamiento de nuevos discípulos y personalmente escuché esas palabras. Luego lo difundió por toda la academia, atrayendo a la gente a sentir lástima por ella. ¡No puedo creer que fuera una mentirosa!"

-"Así es, incluso nos mintió hoy. Si no fuera por lo que dijo, ¿cómo podríamos estar tan enfurecidos? ¡Una mujer malévola como ella debería ser hecha trizas en innumerables pedazos!"

Los jóvenes generalmente creían en todo lo que decía la gente, por lo que incluso si Ye Wu Chen mintiera, todavía le creerían. Después de escuchar sus palabras, descargaron su enojo contra Zang Qing Xue.

¡Esta maldita chica los usó!

La intención asesina brilló en los hermosos ojos de Lin Ruo Ying. Respiró hondo para apaciguar su intención asesina.

-"¿Qué ... qué está pasando?" 

Cuando Zang Qing Xue recuperó gradualmente su conciencia, miró todas las miradas enojadas hacia ella. Cuando miró más allá de la multitud y vio esa figura encantadora y noble, sus ojos se pusieron en blanco porque quería desmayarse de nuevo.

Pero Ye Wu Chen ni siquiera le dio esa oportunidad esta vez...

Un poder tiránico golpeó el cuerpo de Zang Qing Xue. Su cuerpo voló hacia atrás y brotó una bocanada de sangre, manchando el suelo.

Ella levantó la cabeza con asombro. Con el rostro pálido y el terror expresado en sus ojos, suplicó: 

-"Hermano aprendiz mayor Wu... ¡Wu Chen, no! ¡Por favor no me mates! ¡No me mates! ¡No quiero morir!"

Cuando Zang Qing Xue miró al hombre con túnica púrpura cerca de ella, sintió un aura siniestra y fría infiltrarse en su cuerpo, haciendo que su cuerpo se congelara, incapaz de moverse.

-"Ben Wang no puede evitar servir a la mujer de Ben Wang como su esclavo. Sin embargo, te atreviste a humillarla. Ya que tuviste las agallas para hacer eso, ¡deberías pagar el precio!"

Quería adorar a su mujer hasta los huesos y ni siquiera podía soportar regañarla nunca. ¿Cómo iba a soportar cuando otras personas la humillaban tanto con su temperamento?

-"Ahora, ¿cómo te tratará Ben Wang? ¿Debo romper tu Dantian o amputar tus miembros? Parece que eso no te hará daño. ¿Qué tal romperte todas las costillas, una a la vez?"

La voz del hombre estaba hecha de pura intención asesina y siniestra e hizo que Zang Qing Xue se estremeciera.

-"¡No!"

¡Explosión!

Justo cuando gritó esa palabra con todas sus fuerzas, el poder tiránico del hombre golpeó su cuerpo.

¡Crujir!

Ese sonido fue nítido para el oído de la multitud.

El cuerpo tenía 24 costillas y cuando cada una de ellas se rompía, resultaba en un dolor desgarrador.

Por supuesto, si fuera solo una rotura limpia de las costillas, entonces podría realinearse fácilmente con la ayuda de la alquimia. Pero Ye Wu Chen había arrojado su poder contra su cuerpo, rompiendo cada una de las costillas en pedazos.

Cuando vieron que Zang Qing Xue sufría de un dolor tan inhumano, pero ni siquiera podía desmayarse si quería, el corazón de todos se enfrió hasta el punto de que no pudieron mirar.