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Azalea blanca: romance.

Decir que estaba muy alterada era poco, de hecho hubiera mandado a volar al malnacido que se había atrevido a arrinconarla en la pared de aquel callejón, de no ser porque reconocía esos ojos turquesas que la perforaban con la mirada.

-eres tú...- susurró Sakura.

Las cicatrices que alguna vez había curado en su infancia habían empeorado considerablemente, aquellos cabellos de nieve que recordaba con tanto anhelo se habían oscurecido hasta ser de un negro profundo. Aquel niño al que había ayudado y con el que había compartido gustosa su tiempo, había quedado atrás.

No lo hubiera reconocido, de no ser porque aún veía el fantasma de aquel niño de cabellos de nieve en esos orbes turquesa.

-¿qué te pasó?- la pelirrosa pasó sus dedos delicadamente por las cicatrices que tenía en la mandíbula.

Su pregunta no fue respondida, y en vez de eso sintió como el chico se recostaba en el hueco de su hombro y como este aspiraba el aroma de su cuello.

-hueles a cerezos...

Él había ido ahí para vigilarla, y ver que no le hicieran ningún daño, esa era la tarea que le había encomendado Shigaraki, claro que él no tenía porque enterarse de que eso ya lo llevaba haciendo por un tiempo.

Sin embargo, no pudo evitar querer estar más cerca de ella, y así había acabado ahí, teniéndola a su merced.

Aún conservaba ese exquisito olor a cerezos que solía amar cuando era un niño.

Apretó un poco más el agarre que tenía en la pequeña cintura de la pelirrosa y se permitió estar de esa manera un rato.

-debes cuidarte cerezo- susurró al oído de la joven, quien se encontraba paralizada- te vigilare desde las sombras, pero ten cuidado con aquellos que quieran dañarte...

-puedo curarte- susurro Sakura, aferrándose a él.

-lo se...- musitó el chico- sigues siendo la misma que me rescato del abismo, pero no quiero que mi sombra opaque tu luz- la pelirrosa soltó un pequeño suspiro al sentir suaves besos recorriendo su cuello, la lengua del hombre empezó a acariciar su oreja, lo que le sacó un jadeo. Eran sensaciones que nunca había experimentado.

Él podría estar toda su vida de esa manera, con esa mujer entre sus brazos y protegiéndola de todo mal. Sentía que su cuerpo estaba en llamas y no era precisamente por su singularidad, sabía que si seguía así no podría parar y las consecuencias serían muy graves, tanto para él como para la pelirrosa.

-Nos vemos, cerezo.

Y tan rápido como llegó el chico se fue de ahí, dejando sola a la pelirrosa, quien sentía como si sus piernas fueran de gelatina y se deslizó en la pared hasta el suelo de aquel callejón con el corazón a mil por hora.

-00-

quiero ir contigo! ¡Llévame contigo Sasuke-kun!

Tenía los sentimientos al flor de pie, podía sentir como su corazón iba a mil por hora. El chico de pelo negro la veía con cierta indiferencia.

Pero ella lo amaba de verdad, puede que sonara como una niña tonta e inmadura, pero era su primer amor, el chico que tanto había idealizado y por el que podía darlo todo.

-te quiero, Sasuke-kun.

El pobre había estado tan rodeado de sombras y ella sólo quería estar a su lado para ayudarlo.

KunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora