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                         Guisante de olor: perdida.

Había mucha sangre, los gritos de dolor y desesperación inundaban el silencio de la habitación.

El hombre en la cama no paraba de quejarse, de retórica de dolor, estaba pálido y sus compañeros alrededor solo atinaban a verse entre sí no sabiendo ni que hacer.

-el pago es el mismo de siempre, yo me encargaré de que esté bien pero necesito el dinero por adelantado-dijo acomodando su máscara y la capucha. Un hombre de lentes oscuros dio un paso adelante.

-yo me encargó de que reciba lo acordado pero tengo que pedirle que ayude a nuestro hermano lo más rápido posible-el que estaba en la cama soltó otro gemido, ella sólo se limitó a mirarlo y luego volteó a ver al de lentes oscuros. Soltó un suspiro y se puso a trabajar.

Cualquier persona se hubiera sentido agobiada ante la sangrienta escena, pero ella no, estaba acostumbrada, ese era su día a día desde que decidió convertirse en médico clandestina.

Su habilidad le permitía curar de manera casi milagrosa, y eso aunado al entrenamiento con su antiguo maestro le dio las herramientas para prestar sus servicios. Al principio sólo eran personas que no tenían el dinero para atenderse en un hospital, borrachos o drogadictos que se habían metido en una pelea, no ganaba mucho dinero pero era suficiente para sobrevivir, después se le acercaron clientes con más capacidad monetaria, personas con secretos y casos difíciles que muy pocos doctores se atrevían a tratar, empezó a ganar más dinero y popularidad, la gente la conocía como la médico kunoichi, la misteriosa chica que curaba y ayudaba a quien lo necesitara por un precio justo. No era el trabajo más legal, pero tenía un récord intacto y nunca lastimaba a nadie, a menos que se lo merecería, la policía sabía de ella pero no la tomaban en cuenta, ella misma se aseguró de ser solo una leyenda entre la vida subterránea fuera de la ley y solo se contactaba por medio de una intermediaria especial, era sigilosa y rápida, como un ninja, de ahí su apodo.

De su mochila sacó sus instrumentos cuidadosamente esterilizados y se colocó los guantes, tenía que sacar la bala para que no tuviera complicaciones futuras. Inyectó la anestesia necesaria y empezó con el procedimiento. Sus manos empezaron a adquirir el peculiar brillo verde esmeralda que caracterizaba a su don,  el hombre dejó de quejarse y poco a poco la herida de bala dejó de sangrar.

Los hombres en la habitación no dejaban de mirarla, podía percibir la desconfianza en sus miradas, las pandillas podían ser muy unidas y por eso no le gustaba mucho hacer trabajos para ellos, las miradas desconfiadas la distraían de su tarea.

Al poco tiempo acabó y se dispuso a retirarse de aquel lugar tan lamentable.

El trabajo fue rápido y sencillo, había echo esto muchas veces antes, observo su teléfono en el que reflejaba el depósito recientemente realizado,  al menos se había ganado la confianza de los hombres y tal vez la volverían a llamar en casos semejantes, no estaba nada mal tener una base de clientes solida.

Siguió caminando en la oscuridad de los callejones, a estas horas no había ni un alma o al menos no había nadie que tuviera buenas intenciones.

Estaba muy cansada, había tenido mucho trabajo y casi no tenía tiempo para dormir, además de que estaba preocupada por Chizome, el necio no entendía de razones y ahora toda la policía y los héroes profesionales estaban detrás de él. No contento con eso se rumoraba que estaba coludido con la liga de villanos, muchos decían que ahora Stain era parte del grupo criminal y que la liga tenía una filosofía similar al asesino de héroes, pero ella sabía la verdad, su amigo nunca estaría relacionado con esos villanos, él solo quería ayudar a los demás de una extraña manera, pero no era un villano.

KunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora