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Clavel rosa: amor de madre.

-¡quiero luchar contra ella!

-pensé haberte dicho que no le puedes tocar un solo pelo Rappa- dijo Chisaki mientras movía una de las piezas de su juego de shoji- ella es valiosa...

Chisaki no pensó que tomar a Sakura Haruno fuera tan buena idea, al principio solo lo hizo para fines económicos, necesitaba dinero para financiar sus experimentos con Eri y ciertamente el dinero que obtenía por las píldoras sanadoras había sido de mucha ayuda además de ser todo un éxito en ventas.

Sin embargo...

Poco a poco iba formándose un sentimiento malsano hacia la chica, ya no era sólo por su don, ahora Sakura Haruno era algo como una obsesión para el. Todo de ella le encantaba, era hermosa y fuerte, todo lo que necesitaba, Sakura llenaba ese vacío que había tenido desde que tenía uso de razón y con tal de tenerla en sus manos sana y salva la alejaría de toda la inmundicia del mundo, nadie tocaría lo que le pertenece.

Nunca.

-ella fue la primera que me derrotó- gruñó Rappa, por su parte Chisaki seguía sin ponerle atención- necesitó demostrarle que me volví más fuerte, tengo que tener una pelea a muerte con ella.

-no lo harás- Chisaki estaba perdiendo la poca paciencia que tenía- si me desobedeces volverás a probar las consecuencias de mi don ¿escuchaste?

Rappa se estremeció ante el recuerdo de la vez que se enfrentó con Chisaki, él lo venció de la forma en la que más detestaba, no usó sus puños, usó ese maldito don que lo llevó de la muerte a la vida en un instante. Pero Sakura Haruno si le había ganado de forma limpia, al más puro estilo de pelea, con los puños desnudos y sin ninguna arma que le ayudara, sólo ella y su fuerza. Verla rebajada a estar presa en un cuarto le hacía hervir la sangre, no era el destino que se merecía la única que hasta ahora había logrado vencerlo de manera limpia.

-00-

-Sakura-san.

-¿si, Eri?

-si practico lo suficiente con mi don ¿podré curar a la gente como tú lo haces?

Sakura dejó de trenzar el cabello de la niña, sabía que Eri le tenía mucho miedo a lo que hacía su don, nunca hablaban de él, sólo le dio la posibilidad de curar a la gente una vez y Eri no dijo nada. Al parecer lo había estado pensando.

La mayor sonrió con cariño.

-si es lo que quieres y te esfuerzas mucho es muy probable que lo logres- Eri asintió insegura y rodeo con sus brazos a Sakura, buscando la calidez que siempre le proporcionaba la chica.

Sakura empezó a arrullar a la niña, esperando que se durmiera.

Eri había sufrido tanto que le costaba mucho sonreír, durante todo el tiempo que llevaba ahí había intentado hacerla sonreír, pero el ambiente y la circunstancias en las que se encontraban parecían influir mucho en Eri.

Volvió a maldecir a Chisaki.

Nunca había odiado tanto a alguien.

Como si lo hubiera invocado apareció en la habitación, sin máscara, eso no le dio buena espina e intentó proteger a Eri con su cuerpo.

-ponle las esposas- ordenó, Mimic se apresuró hacia ella y le puso las pesadas esposas de acero, no sin recibir resistencia de su parte por supuesto- andando- dijo Chisaki haciéndole un gesto con la cabeza para que lo siguiera.

-Sakura-san...-Eri se aferró a ella- no quiero que te haga daño- susurro.

-estaré bien- Sakura trato de convencer a la niña, podía ver que Chisaki estaba empezando a impacientarse y no era una buena señal.
Eri al fin la soltó y pudo seguir a Chisaki, al menos no se llevaría a Eri ese día.

KunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora