Historias de una kunoichi

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El comienzo.

La profesora parecía muy centrada en sus explicaciones mientras escribía en la pizarra, una vez que acabó volteó a ver a sus alumnos, los niños en el salón no prestaban atención y hacían cualquier otra cosa menos poner atención.

Pero una niña en particular le llamó la atención, una pequeña de pelo rosa sentada en la última fila que estaba muy concentrada dibujando algo en su cuaderno de notas.

-no es hora de hacer dibujos, Haruno- la maestra le arrebató la libreta a la niña y observó lo que había estado haciendo- ya es bastante desventaja para ti venir de un orfanato, esfuérzate más.

Los niños alrededor empezaron a reír ante el comentario de la maestra. Sakura sólo pudo bajar la mirada apenada.

Ella no tenía la culpa de venir de un orfanato, pero sabía que eso hacía que las demás personas la vieran raro, los adultos siempre trataban de ser amables, otros no sabían que decir y siempre estaban los que eran como su maestra, los que la veían como una plaga.

Los niños eran otra historia, cuando descubrían que ser huérfana significaba no tener padres las expresiones eran más variadas, estaban los que hacían muchas preguntas, los que eran demasiado obvios, los imprudentes y los que siempre la molestaban y culpaban de su falta de progenitores, tenían una gran imaginación, debía darles ese mérito, decían que era tan fea que sus padres se espantaron al verla y la dejaron en aquel orfanato.

Nunca fue muy buena defendiéndose, su naturaleza era más bien tranquila y algo dócil.

Debía serlo si no quería lastimar a alguien con su fuerza...

-¡mira tu gran frente!

Y había acabado otra vez en el concreto del patio de juegos.

-¡es tan inútil! ¡De seguro sus padres se dieron cuenta sólo con verla y por eso la dejaron!

-¡¿esto es lo que estabas haciendo en clase?! ¡¿Que es esto?! ¡Ni para dibujar sirves!

Bajó la mirada con vergüenza, había estado dibujando al niño rubio con el que siempre soñaba. Era muy tierno con esas marcas que parecían bigotes y esa gran sonrisa.

-¡que cosa tan fea! ¡¿Porque tiene bigotes?!

Deberías defenderte, si no lo haces ellos seguirán aprovechándose de ti.

Una voz infantil lleno su mente, no supo de donde vino la energía, o la valentía para enfrentar a esos niños, pero si sabía que ese momento cambiaría su vida para siempre.

-00-

-por favor, les pido que entiendan- se escuchaba la voz del director de la escuela, estaba tratando de dialogar con los padres de aquellos niños a los que Sakura les había dado una lección- Sakura-kun es huérfana, ustedes saben que una niña en su posición, pues no puede tener un comportamiento... digno...

La pequeña se encogió en su asiento ante el comentario del director.

-darle un trato especial sólo le hará daño a esa niña- fueron las frías palabras de una de las madres- si sigue así el mundo real le dará una dura lección.

-00-

No le habían dado un fuerte castigo, solo había tenido que limpiar todos los borradores de la pizarra, a sus bravucones no les hicieron nada y se fueron en los brazos de sus amorosas madres.

Su castigo le había llevado buena parte de la tarde, tendría que apurarse para llegar al orfanato antes del toque de queda o si no recibiría un castigo peor por parte de las cuidadoras.

-¿pero que tenemos aquí?

De repente se vio rodeada por un grupo de hombres que la miraban de una forma extraña y olían muy mal.

-yo...- susurró Sakura con mucho miedo, estaba tratando de buscar una salida lo más rápido posible, pero el parque por el que siempre pasaba de regreso al orfanato estaba totalmente vacío y esos hombres la tenían arrinconada.

-danos todo lo que tengas, mocosa.

-¡mírala, esta temblando de miedo!

-quizás podamos divertirnos con ella.

-¡¿que les parece si mejor se largan?!- una fuerte voz dijo detrás de todo el tumulto.

Con mucha indignación los hombres voltearon a ver al que les había interrumpido su "diversión".

Fue en ese momento en que Sakura conoció al que sería algo así como su salvador, el hombre que la encaminaría a un lugar mejor y a cumplir sus sueños. El que la ayudaría a descubrir su verdad.

Su maestro.

¿Continuará?....

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