Kunoichi

26

Erísimo: adversidad

Los pasos apresurados resonaban en el pasillo vacío, la bebé en sus brazos soltaba pequeños quejidos, tenía que apresurarse antes de que lo alcanzaran, no le quedaba mucho tiempo después de todo.

-¿crees que podrás escapar de mi?

La siniestra voz se escuchaba alrededor de todo el lugar, no debió haber aceptado la ayuda de ese hombre nunca, sólo le trajo problemas y una vida llena de dolor.

Tal vez ella ya estuviera condenada, pero la bebé que cargaba con tanto cuidado se salvaría de la maldad de ese tipo, no le pondría sus sucias manos encima.

Con lo único que le quedaba de fuerza usó su singularidad para crear un portal, solo había una persona que estaría dispuesto a ayudarla.

-Satsuki, ¿qué haces aquí?- preguntó el hombre mayor, corriendo hacia la demacrada mujer.

-doctor, necesito su ayuda, no me queda mucho tiempo antes de que él me alcance- suplico Satsuki.

El doctor la analizó y su vista se quedó clavada en el pequeño bulto envuelto en mantas que cargaba la mujer.

-¿esa es?

Satsuki miró con cariño a la bebé.

-se llama Sakura, es mi pequeña...

Un deseo puro, profanado por la malicia de otros.

Satsuki alguna vez deseo con todas sus fuerzas ser madre, pero su esposo, un héroe profesional, había sucumbido ante el ataque de un villano demasiado poderoso. El mundo de la joven viuda se derrumbó y, en un acto de desesperación, hizo un trato con las personas equivocadas, quienes decían poder conceder el deseo de Satsuki.

Lo que ella no sabía era que sería sólo un conejillo de indias y una vez que el producto naciera se desharían de ella y se quedarían con su bebé.

Un alma tomada de aquella que se había sacrificado.

Un cambio entre dos mundos distintos.

Una misma alma.

Una sola mente.

La misma fuerza.

Un poder inimaginable...

Cuando Satsuki se dio cuenta de la trampa fue muy tarde, pero ella quería que su hija estuviera a salvo y por eso luchó con todas sus fuerzas.

Un alma implantada en un vientre desconocido.

Un alma de dos mundos.

No podría ver a su hija crecer, ni amarla, ni cuidarla, pero si podía salvarla.

-cuídela- Satsuki le entrego su bebé al doctor- ella es lo más valioso que tengo, usted tenía razón, nunca debí haber hecho lo que hice, pero pagaré por mis pecados.

Le dio un último beso a su hija y se quitó el listón que sostenía su largo cabello.

-mamá te ama Sakura- dijo acariciando la mejilla de su niña- serás una niña fuerte e independiente, te estaré cuidando donde sea que esté, no lo olvides- decía entre lágrimas y sollozos.

-protégela...- dijo Satsuki, para después crear un último portal. Uno que la llevaría a su muerte.

Un alma destinada a grandes cosas...