Historias de una kunoichi

2K 272 7
                                    


Jugando a sobrevivir.

Todos sabían que la vida podía ser cruel solo que unos eran más afortunados que otros, y, a veces, los que menos se lo merecían tenían demasiada suerte mientras que los más vulnerables eran los que pagaban por todo.

Eso era lo que pensaba Sakura Haruno cuando no tenía no superaba todavía no los 10 años de edad.

Desde que nació se acostumbró a estar sola, a él abandono y la desgracia. Pero simplemente seguía siendo una niña, un pequeño ser humano que sentía igual que todos los demás.

Por eso, en esos momentos, sentía que todo su mundo se desmoronaba poco a poco sin piedad alguna. Aquel hombre que la había cuidado y velado por ella desapareció sin dejar rastro alguno, dejándola sola a merced de la crueldad del mundo. Uno pensaría que no era para tanto, que la vida continua, pero para la pequeña Sakura no era tan sencillo, no cuando el pilar de su corta vida se había derrumbado y la habían dejado juntando las piezas rotas.

Los días en el orfanato ya no se le hacían tan fáciles, no cuando ya no contaba con el apoyo de su maestro. Pero hubiera seguido ahí, hubiera de todo corazón continuado si así hacía sentir orgullos a su maestro donde quiera que estuviera.

Sin embargo, cuando estás en un orfanato las noticias corren rápido, nada era un secreto dentro de las frías paredes de concreto de aquel edificio. Y así se entero de que el patrocinador principal del orfanato vendría a hacer una visita, una de esas en donde algunos niños eran tomados y llevados a quien sabe donde pero nunca regresaban.

No supo en ese momento el porqué pero su pequeño cuerpo se llenó de temor, sus instintos le decían que debía huir, irse de ahí los más rápido posible porque de no ser así un destino aún peor esperaba por ella.

Fue así como decidió irse del orfanato, salir no era tan difícil en verdad, lo había hecho muchas veces cuando iba a visitar a su maestro.

Lo verdaderamente difícil fue sobrevivir fuera del orfanato, si, el lugar podría ser lúgubre y carecía de muchas cosas pero sus comidas no le faltaban y aunque la cama era dura como una piedra tenía un lugar donde dormir.

En las calles ni siquiera podía darse el lujo de dormir profundamente, no cuando al primer atisbo de que bajara la guardia algún loco la atacaría o un héroe en servicio la encontrará y la llevara de regreso al orfanato.

Nunca supo cómo pero sobrevivió sus buenos 6 meses en las calles, corriendo de un lado a otro y encontrando comida en los lugares más inesperados y asquerosos pero su estómago estaba lleno y eso era lo que importaba.

Se acostumbró a su estilo de vida nómada, ahí fue cuando las cosas dieron un nuevo giro. Ya familiarizada con las calles y las peleas de pandillas sabía que no debía de meterse con nadie, mientras no te metieras en asuntos ajenos los demás iban a pasar de ti y podrías vivir un día más tranquilamente.

Lastima que ella, aún desde pequeña, tenía la muy mala costumbre de meterse donde no le llamaran y su límite fue ver como un grupo de pandilleros maltrataban a un pequeño gatito.

-¿qué tenemos aquí? ¿Una pequeña heroína?- uno de ellos se burló viendo a la niña desgarbada cubrir al minino con su desnutrido cuerpo.

-pero si hasta ese animal ha de pesar más que ella-Apuntó otro de ellos siendo secundado por las burlas de sus compañeros.

-no deberías meterte con la gatita- advirtió la única mujer del grupo, rondaba los veintitantos y fumaba con tranquilidad un cigarrillo viendo con ojos críticos a la niña de pelo rosado- las flores más lindas tienen las espinas más filosas.

-deja tus advertencias poéticas para otra ocasión Mari, esas hierbas que te fumaste hace rato ya te hicieron efecto- el hombre dirigió la vista a la niña- solo vamos a enseñarle a esta mocosa a no meterse con la diversión de otros.

Cualquiera hubiera temblado de miedo al ver a todo ese grupo de delincuentes, algunos llenos de cicatrices y armados hasta los huesos. Pero Sakura no tenía nada que perder y les sostuvo la mirada con determinación y cierto tinte de amenaza.

-¡deja de mirarnos así, perra!- al parecer a uno de ellos no le gusto la expresión de la niña y con facilidad levantó el pequeño cuerpo dispuesto a darle una lección.

Con lo que ellos no contaban es que la niña, con sus sucias y callosas manos rompiera los huesos del brazo que la apresaba.

Por largos minutos lo único que se escuchó fueron los alaridos de dolor desafortunado que se atrevió a tocarla.

Aquí un secreto, la principal razón por la que Sakura pudo sobrevivir tanto tiempo en las calles fue porque hacía gala de los entrenamientos de su maestro para defenderse de cualquiera que la quisiera atacar.

Estos hombres parecían no tener muchas neuronas porque, al ver a su compañeros retorciéndose en el piso, se dispusieron a correr hacia la pequeña mocosa que se había atrevido a retarlos.

-¡ALTO!- Mari, quien al parecer era la líder, ordenó.

-¡pero esa mocosa...!

-dije alto, ¿o acaso tanta droga ya los dejó sordos a parte de idiotas?- exclamo la mujer soplando el humo de su cigarrillo en toda la cara de aquel que le había gritado- eres fuerte niña ¿como te llamas?

La pequeña gatita la miró con duda, no confiando por completo en ella.

-me agradas- Mari sonrió- dime ¿no te interesa trabajar para mi?

Años después.

La multitud gritaba llenando todo el recinto de ruido, el olor a drogas y muerte era el perfume que inundaba las fosas nasales de Sakura,

Ahora con doce años había pasado por muchas cosas como peleadora clandestina.

Mari había resultado ser una recolectora, al principio dudo mucho, era una niña apenas pero las ganas de sobrevivir pudieron más y acepto formar parte en el mundo subterráneo.

No pensó que fuera tan fácil, la mayoría de los peleadores no eran tan fuertes como ella pensó, ninguno le llegaba a los talones a su maestro. Después de su primera pelea se convirtió en una de las peleadoras más populares, a pesar de su edad, cada pelea le hacía ganar mucho dinero cosa que a Mari le encantaba.

Y así fue como inicio el nombre de Kunoichi, sin saber que un futuro sería envuelta por el misterio de su pasado y su nacimiento.

KunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora