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Arañuela: perplejidad.

Verde contra rojo.

Habían pasado horas desde que el doctor la había regresado a la base de los villanos, Twice la recibió entre preguntas y gritos de preocupación hasta que llegó Shigaraki, estaba muy molesto, se la llevo a donde se suponía que era la sala de juntas e iniciaron una discusión en la que el chico le reclamaba sobre sus intenciones y su afán de entrometerse en lo que no le importaba, por su parte ella, que no era de las que se quedaban calladas, también reclamó sobre los actos inhumanos y horribles que ese viejo cometía, además de sacar muchas cosas que tenía atoradas, como por ejemplo las muchas veces que la liga de villanos se atrevió a lastimar a sus amigos y sobre cómo metieron a Chizome a sus asuntos cuando él ni siquiera quería tener nada que ver con ellos.

Tenía que admitir que era reconfortante gritar todo eso, sobre todo cuando el blanco de su enojo era Shigaraki.

Llegó un punto en donde ambos se cansaron de discutir e iniciaron una batalla de miradas en la que ninguno parecía querer dar el brazo a torcer.

Ni siquiera los más audaces de la liga se atrevían a retarlo o corregirlo, principalmente porque corrían el riesgo de ser desintegrados en el acto, entonces ¿porque esta niña se atrevía a llevarle la contraria aún cuando ella era la que llevaba todas las de perder?
Para Sakura era muy difícil quedarse de brazos cruzados, tal vez antes sólo hubiera esperado lo que sea que le deparara el destino, pero en esos momentos estaba muy enojada, a parte de que ahora se negaba absolutamente a ser sólo una pieza más.

Ella era la reina en ese juego, y que se jodiera el que diga lo contrario. Esta reina iba a poner fin a todo ese maldito desastre.

-"ayuda a mi nieto a juntar las piezas rotas de su corazón y alma"

Las palabras de Nana  vinieron a su mente como un torbellino al ver los ojos carmesí de Shigaraki.

¿No podría ser? ¿O si?

Los ojos verdes se apartaron de inmediato, el enojo y el desafío fueron sustituidos por confusión y sorpresa.

Hace unos meses

Estaba muy contenta con el nuevo rumbo que había tomado su vida, siempre había sido el tipo de persona a la que le gustaba ayudar a los demás, y estando escondida entre las sombras y tras una máscara no le permitía cumplir su sueño del todo. Por eso agradecía todo lo que Sorahiko-san había hecho por ella, porque no era un secreto para la pelirrosa que Gran Torino había intercedido por ella para que la UA la tomara bajo su manto y alejarla del peligro.

Además, el hombre era alguien muy especial en su vida, había velado por ella y la regañaba cada vez que hacía una de sus imprudencias. Se había acostumbrado a visitarlo siempre que tenía un rato libre, era algo que no pensaba cambiar nunca.

A parte de que pasar demasiado tiempo junto al viejo héroe le había pegado un poco el gusto por los taiyakis....

Por eso, después de un exhaustivo turno en el hospital, pasó a un exclusivo centro comercial donde había escuchado que vendían taiyakis hechos a mano con un montón de cosas de lujo que francamente no entendía pero que de seguro debían saber muy bien. Después de gastar buena parte de su sueldo en una caja de esas cosas se dirigió al hogar de Sorahiko-san.

-prefiero los de microondas.

Esa declaración hizo que la chica se fuera de espaldas, una parte de ella lloraba a mares por el dinero que había gastado en esos taiyakis de lujo y la otra, la más dominante por cierto, tenía ganas de ahorcar al hombre por ser un maldito ermitaño malagradecido.

KunoichiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora