Capítulo 15- Guardia fantasma sin sombras (5)

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El doctor Wei Shi se atragantó de repente, las últimas palabras no sabían cómo tomarlas, sonrió sin poder evitarlo: —Eres tan terco como el padre de Xiao Cheng, mi hijo es leal a Wang Ye, este anciano le preguntó si se arrepentía y también dijo que no se arrepentía.

Ying Qi pensó en sí mismo, en ese entonces su maestra, madam Jiang, había intentado por todos los medios impedirle la entrada al Palacio de las Sombras, oponiéndose casi frenéticamente a su acercamiento a la familia real, incluso amenazando con romper su relación maestro-discípulo y encerrarlo, pero él había permanecido decidido y nunca se había doblegado.

Pero al final, madam Jiang se había comprometido y su amado discípulo quien era un polluelo, su alma y corazón [1], aunque tuviera que volar hacia el sol abrasador, ¿cómo podría soportar romper sus plumas?

Ahora, recordando la obstrucción de su maestra, Ying Qi estaba agradecido, pero no se arrepentía, después de todo estaba más cerca de Shizi Dianxia.

Ying Qi tomó la medicina y le agradeció respetuosamente: —Si tengo la oportunidad de ir a Linzhou, transmitiré con sinceridad el sufrimiento de los guardias de las sombras a Wei Gongzi, y dejaré que él decida el resto por su cuenta.

Una sonrisa de satisfacción e impotencia apareció en el rostro del anciano: —Muchas gracias.

Ying Qi recordó de repente algo, ladeó la cabeza y preguntó: —¿Puede darme una receta para calmar los nervios?

El doctor Wei Shi también le había diagnosticado sus palpitaciones y pesadillas, revolviéndose la barba mientras lo miraba: —Todavía eres joven, usar demasiadas medicinas no es bueno para tu salud, ¿por qué no tomas unas pastillas de incienso tranquilizante y las usas?

Ying Qi dejó caer las cejas y dijo: —¿Cómo puede un guardia de las sombras mantener el olor?

—Ugh, este bien. — El doctor Wei Shi se dirigió al gabinete para tomar la medicina, mientras preguntaba: —¿Qué tan grave es?

Ying Qi guardó un leve silencio y susurró: —Demasiado grave.

Desde que había sufrido aquella horrible tortura de sal en el Palacio de las Sombras, Ying Qi soñaba con estar atado al marco de tortura todas las noches, el dolor en su cuerpo era tan real y horrible que ya era bueno que la pesadilla lo despertara, lo peor que temía era quedar atrapado en la pesadilla y no poder despertar.

Sólo cuando estaba de guardia toda la noche por Shizi Dianxia no tenía pesadillas, y sólo cuando sabía que Dianxia estaba cerca podían calmarse un poco las palpitaciones de Ying Qi.

En el Palacio de las Sombras, no importaba el tipo de castigo al que fuera sometido, Ying Qi recitaba en silencio el nombre de Shizi Dianxia en su corazón. Ese nombre era como un amuleto, que permitía a Ying Qi sobrevivir a tres años de purgatorio apretando los dientes, pero también se había grabado a fuego en la herida del corazón de Ying Qi y ya no era posible olvidar

El doctor Wei Shi tomó la medicina y le dio instrucciones a Ying Qi: —No puedes usarlo más de una vez, solo una vez cada tres días es suficiente.

—Está bien. — Ying Qi asintió, tomó la medicina y se fue.

Tan pronto como salió de la sala de medicina, se topó con el alegre Ying Wu, el cual extendió rápidamente la mano para coger la bolsa de medicinas que cayó de los brazos de Ying Qi, al ver que era Ying Qi, incluso se congeló por un momento: —¿Xiao Qi? Llevo medio día buscándote, has venido a ver al médico, ¿por qué no me pediste que te acompañara? ¡Ah vamos! ¡Mao Yaya! ¡Sé buena! ¡No te he visto en mucho tiempo!

El perro amarillo del doctor Wei Shi meneó la cola y corrió felizmente hacia él, picando los pantalones de Ying Wu, sacando la lengua y saltando, tan feliz como si hubiera visto a su propio padre.

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