CAPÍTULO 34

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La noche acunaba una de las mayores ciudades del crimen. Las estrellas brillaban por toda Ciudad Gótica, iluminando el camino de cada persona.

Jason y Damian terminaban de acomodar sus oscuras vestimentas que habían usado en los últimos días. Escondían sus armas en las mochilas y dejaban todo asegurado antes de salir.

Ambos compartieron una mirada fugaz, antes de salir del apartamento y correr sobre los edificios hasta detenerse a tomar un breve descanso.

—Así que debemos buscar ese estúpido collar, pero no sabemos dónde se encuentra, —se quejó el menor.

Jason asintió. Caminó hasta el borde del edificio y miró hacia abajo—, buscamos una aguja en un pajar.

Damian se posicionó a la par de su hermano, pero a diferencia de éste tomo asiento, dejando caer sus piernas al vacío.

Ese mismo día, Jason le había comentado sobre ese collar del que no tenía la más mínima idea y todo lo que Mila le llegó a explicar sobre él; lo cual no era demasiada información. Incluso se cuestionaba a cada momento, si en realidad esa misión era algo elaborado por Acertijo, gracias a las exiguas pistas que tenían.

—Estamos acorralados, —sentenció el menor—, Mila no sabe dónde se encuentra y si vamos con Víctor...

—Tampoco sabemos si él conoce sobre "el Ojo de Obsidiana".

— ¿Me estás diciendo que estamos perdidos?

El mayor negó reiteradas veces sin evadir la mirada molesta de su hermano—, si lo dices de ese modo...

—Sí, sí. Como sea.

Los dos se quedaron callados tratando de idear una nueva estrategia que resultara lo suficiente buena para dar con el paradero de ese colgante. Pero lo único que consiguieron fue estrés.

—Vamos a la mansión donde fue secuestrada Mila, —exclamó Jason, ganando una ceja alzada por parte del joven de piel canela que hasta el momento no había mostrado expresión alguna ante la situación—, podríamos encontrar algo, —trató de convencer al pelinegro.

—Ya investigaste ese lugar cientos de veces, —protestó el menor—, será una pérdida de tiempo.

Jason negó—, esta vez estaremos juntos, —la confianza con la que hablaba era suficiente para incentivar a Damian a continuar con ese improvisado plan—, no perdemos nada.

—Solo tiempo.

—Tal vez, —expresó el mayor con una sonrisa confianzuda.

El dúo se puso de pie. Miraron hacia abajo, donde una caída de al menos doscientos metros los esperaba. Una fuerte oleada de escalofrío recorrió el cuerpo de Jason; mientras que la respiración de Damian era más fluida de lo usual.

Los hermanos saltaron del edificio.

Antes de tocar el suelo, engancharon sus cables y se movilizaron de un lado a otro. El viento rozaba las partes descubiertas de sus rostros y el aire que entraba a sus pulmones se sentía demasiado puro al abrirse paso por sus pulmones.

El par se detuvo al saber que su destino estaba cerca.

A diferencia de otras partes de la ciudad, donde todo era bullicio y luminosidad; los alrededores de Gótica y la mayoría de callejones, era lúgubre y sombrío.

—Se ve aterrador, —Damian, percibió a duras penas una desgastada mansión que era completamente oculta por una cantidad desmesurada de árboles secos y el disparejo césped que parecía no haber sido cortado desde hace años.

—Y por dentro es peor.

Jason fue el primero que comenzó a caminar entre la arboleda, seguido de Damian, quien no dejaba de apartar con rudeza, las ramas que le rebotaban en el rostro.

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora