CAPÍTULO 30

276 31 9
                                    

La neblina que comenzaba a dispersarse, daba paso a la tenue luz de la luna. El campo lúgubre, encajaba perfectamente con la esbelta silueta de quien iba montado en un caballo y sujetaba una larga guadaña, que arrastraba por todo el campo.

—Hijo de puta, —susurró Jason, tras haber contrarrestado la toxina que casi invadía su cuerpo, gracias a un par de antídotos que había llevado.

Miró un par de veces a esa silueta y luego a Damian, quien yacía inconsciente entre sus brazos y mantenía un semblante de terror.

—Pelea.

Jason miró nuevamente a su hermano y vio, como éste repetí lo mismo con un movimiento cansado en su boca. "Pelea".

Admirando la determinación de su hermano, pese a su estado, le dejó oculto entre unos árboles y salió de donde estaba.

Si querían pelea, la tendrían.

— Aquí estoy, imbécil, —exclamó Jason, terminando de acomodar su gorro negro sobre su cara.

El sonido de la guadaña chocando contra el suelo se detuvo y una sonora carcajada se hizo presente en las afueras de Gótica.

— ¿Por qué no lloras?, — quien iba montado sobre el caballo dejó caer la guadaña de golpe y soltó una risa de histeria—, acaso, ¿no tienes miedo?

Jason sonrió. Claro que si tenía miedo, pero no de él. No de alguien tan patético como él.

—Digamos que sé cómo afrontarlos, —dijo con descaro—, además, los espantapájaros no dan miedo.

La silueta detuvo el andar del caballo. Con un ágil movimiento, bajó de este y caminó con tranquilidad hasta quedar frente al encapuchado de negro.

El césped bailaba al compás de la música que entonaba del viento esa noche y, la luz de la luna que reinaba por completo en el lugar con su gélido aliento, los terminaba de asustar.

— ¡El Espantapájaros está aquí!, —chirrió esa tétrica voz.

Con gran destreza, levantó la guadaña y atacó a Jason; éste último logró dar unos cuantos pasos hacia atrás, evitando ser decapitado por el loco que tenía enfrente.

"Eso estuvo cerca", pensó al ver como el filo del arma quedaba enterrada en la tierra. Con una patada, logró tirar a El Espantapájaros a unos cuantos metros.

El villano se levantó de donde estaba y con gran destreza, levantó la guadaña para matar a su oponente. Pese a ser alguien muy delgado, parecía ser un sujeto que sabía defenderse y sobre todo atacar.

Jason esquivó nuevamente el movimiento de la guadaña y evitando un ataque directo en su cabeza; ya cansado mentalmente de la situación, lanzó un puñetazo en el rostro de El Espantapájaros.

Éste último, al haber quedado tendido en el suelo, Jason optó por acercarse y esposarlo, siendo consciente de que lo más probable es que los policías llegarían pronto. Sin embargo, su visión se nubló. El Espantapájaros había lanzado un poco de tierra hacia sus ojos y gracias a ese fugaz desliz, sintió como caía al piso gracias a una patada en sus piernas.

—Eres muy listo, —esa voz escalofriante por parte de El Espantapájaros, hizo que Jason temblara un poco y titubeara para poder sacárselo de encima, lo cual le facilitó más al villano de poder asfixiarlo—, pero no lo suficiente.

El joven sintió como una pequeña aguja le calaba la pierna, hasta llegar a unos escasos centímetros del hueso y sintiendo como un líquido caliente se expandía por todo su cuerpo.

—Eso es, —continuó hablando el maniático—, ¡justo así! —, las risas del tipo no paraban, parecía un desquiciado, pero no tanto como el que Jason veía. Un payaso—, ¡ese es el verdadero miedo!

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora