Un brazo reposaba en el cuerpo de Lyudmila. Era tan pesado que se obligó a abrir con pesar los ojos por la falta de aire.
Aunque era de día, las tonalidades grises continuaban predominando a las tres de la tarde con la fuerte tormenta de nieve que azotaba Ciudad Gótica.
Con sigilo, tomó entre sus manos el brazo de Stephanie y lo removió hasta dejarlo reposando en la almohada.
Luego de unos minutos trató de tomar asiento, pero las punzadas en su cabeza le impidieron siquiera moverse de dónde estaba.
Tomó aire y vió a la persona a su derecha. Stephanie con la boca abierta y al parecer con el sueño pesado, a punto de lanzar un golpe con la pierna.
Soltó el aire y miró a la izquierda. Cass parecía una momia en un carcófago. Tan rígida y silenciosa. Demasiado diferente a Steph.
Y en la cama permanecía Bárbara. Durmiendo plácidamente con las frazadas cubriendola de pies a cabeza.
No supo cuánto tiempo tardó en tomar asiento. Quizás un minuto. O quizás cinco. Pero lo logró sin hacer ningún ruido.
Caminó en dirección al baño sorbiendo su nariz y al borde de cerrar los ojos, tomó asiento en el inodoro, dónde se maldijo al percatarse de la mancha roja.
Luego de buscar una toalla. Caminó al lavamanos dispuesta a asearse. Pero grande fue su sorpresa cuando se percató del pequeño bulto rojo que resaltaba en la frente.
Por instinto soltó un par de blasfemias que posiblemente habían sido escuchadas por toda la mansión y como consecuencia despertó a las demás jóvenes.
La primera en entrar fue Cass, quien había abierto la puerta en un solo movimiento, llevando consigo la manecilla de tonalidades plateadas que formaba parte de ella.
-Ya estoy aquí -exclamó Stephanie. Con una mano en la comisura de los labios, permanecía atenta a su alrededor.
-¿Qué sucede? -aunque Bárbara no podía estar presente, trataba de mostrar su interés a través de constantes preguntas.
Mila despegó su aturdida mirada del espejo y se posó en las dos jóvenes en la entrada. Nuevamente volvió a sorber el líquido que escurría de la nariz y señaló la zona del rostro dónde permanecía el bulto rojo.
-Está horrendo.
-Espantoso -exclamó Stephanie llevándose consigo las palabras de ánimo que Cass estaba a punto de decir-. Es enorme.
Cass rodó los ojos y con un ademán llamó a Bárbara, quien al cabo de unos minutos llegó en su silla de ruedas haciendo salir a las dos jóvenes en busca de privacidad.
-Tiene solución -hizo que la joven tomara asiento en la tapadera del inodoro antes de rebuscar en el gabinete inferior del lavado, algo que fuera de ayuda-. ¿Nunca habías tenido una espinilla?
La peliblanca asintió-. Pero no tan enorme. Es asquerosa y duele...
Bárbara levantó la mano para que Mila pudiera guardar silencio y negó.
A pesar de la renuentes por parte de Mila, terminó aceptando la ayuda por parte de Bárbara. Era cómo una hermana que cuidaba de ella y de algún modo la hacía sentir segura. Las manos de Bárbara eran cálidas y fraternales hasta el punto de quererla tener a su lado.
-¿Estás menstruando?
Mila asintió.
-¿Necesitas algo? -Bárbara mantenía una sonrisa enternecida, mientras terminaba de guardar las pomadas cicatrizantes que aseguraba, le permitiría sanar rápidamente aquella intrusa en el rostro de Mila-. Puede pedir lo que necesites. Creo que podría ser mejor que pedirlo a alguno de los muchachos.

ESTÁS LEYENDO
Sorrow
Fanfic"Es irónico como las personas hacemos hasta lo imposible tratando de evitar el dolor y, es por lo que más pasamos en nuestras vidas" ═════════════════════ ≪ •❈• ≫ ═════════════════════ ATENCIÓN El fanfic que leerán a continuación es completamente...