CAPÍTULO 77

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Podía sentir la pesadez en sus propios párpados, cómo si el peso de todas las mentiras que alguna vez creyó los hubiera vencido. Y, aunque las cejas comenzaban a relajarse con el paso del tiempo, el vacío en los ojos de una esperanza destruída, se reprimía junto a su corazón.

—Jason —susurró la joven cuando al fin tuvo el valor de tragar aquel agrio nudo en la garganta que le impedía hablar.

—Era tu padre y nunca me dijiste nada —con la mirada nublada, Jason entrecerró los ojos al mismo tiempo que se insistía hacia sus adentros, que nada de lo que estaba sucediendo era real—. ¿Por qué?

Mila guardó silencio y sus ojos cayeron en Bruce, a quién le suplicaba con la mirada que le permitiera hablar.

—No lo mires a él —exclamó Jason con las lágrimas escurriendo por su rostro—. Mírame a mí y dime por qué lo ocultaste. ¿No confías en mí? ¿No creíste que era algo que debía saber? ¡Dime Mila! ¿Por qué? —inmediatamente señaló a Bruce y continuó sin remordimiento—. ¿Él te lo pidió? ¿Fue una orden de Bruce?

Ante la afirmación por parte de Mila, Jason se llevó las manos a la cabeza con desesperación y soltó una risa a secas. Inmediatamente encaró a Damian, quien con su mirada opaca cargada de culpa, había aceptado las consecuencias de todo.

—Eso significa que tú y Mila... son hermanos.

Damian asintió. Y, aunque el menor quería evitar el contacto visual con su hermano, la culpa se lo impedía. Su mente lo obligaba a ver cómo Jason se terminaba de destrozar frente a todos. Y con pesar, sabía que lo menos que podía hacer en esos instantes era dar la cara.

—¿Por qué? —aunque era un susurro, había sonado lo suficientemente fuerte para que todos en el lugar lo escucharan—. ¿Por qué ustedes?

—Culpame a mi. Yo lo prohibí desde un inicio.

Ante las palabras de Bruce, Jason negó inmediatamente y nuevamente, sus cejas se unieron junto al calor emanando en todo su cuerpo.

—No te pregunté —dijo rápidamente—. Nos mentistes. A todos.

Con la mirada, buscó el apoyo de sus hermanos. Quizás Tim. Incluso Alfred. Pero lo único que obtuvo fue un par de cabezas mirando hacia el suelo y el completo silencio de la verdad. A excepción de Dick, quien con pesar, mantenía sus azulados ojos en la mirada perdida de su hermano.

—¿Todos lo sabían? —murmuró Jason limpiando las lágrimas con su antebrazo—. ¡Respondan!

—Jason —antes de ser silenciado por el muchacho, Bruce intentó acercarse dando un par de pasos al frente. Pero lo único que obtuvo, fue ver a Jason alejarse de él.

—No quiero escuchar nada que venga de ti —señaló al hombre con el dedo índice—. Eres un maldito mentiroso. Todos son unos malditos mentirosos.

Ante el llamado de Mila, quién no se había detenido a ocultar el dolor que derramaban sus ojos, Jason volvió a negar, sintiéndose completamente incapaz de retener las lágrimas.

—¿Cómo pudieron?

Aún con la mente nublada, se acercó a la joven, quedando de rodillas ante ella y sin poder evitarlo, la miró a los ojos. Su cabeza se encontraba revuelta y se rehusaba a escuchar a todos. A excepción de ella.

—Mila —murmuró en un intento de que hablara—. Al menos mienteme y dime que nada de esto es real.

Con las palabras en la garganta y los labios temblorosos, Lyudmila terminó por bajar la mirada.

—Mila —aquel tono de súplica por parte de Jason, jamás había sido escuchado por ninguno de los presentes y eso lo volvía más doloroso para ellos.

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora