CAPÍTULO 72

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Habían pasado tres días desde año nuevo y la nieve había cesado. Sin embargo, el frío en Gótica se negaba a disminuir.

Las personas en las calles calentaban sus manos gracias al fuego que habían provocado en los botes de basura y según el noticiero, cinco personas habían perdido la vida a causa del clima.

Pero otras, aún se encontraban celebrando el inicio del año. Entre vinos y bocadillos. Bailes y conversaciones. Yacían en yates, hoteles y restaurantes.

Para los de arriba, todo estaba perfecto si no miraban hacia abajo.

Para los de abajo, no hacía falta mirar hacia arriba. Ya se encontraban en agonía.

Pero para Víctor, todo estaba perfecto si miraba hacia cualquier lado. Egoísmo. Odio. Muerte. Le erizaban la piel con tan solo pensarlo.

—Reconozco un canario cuando lo veo.

Un silbido envolvió la celda, seguido de una risa pausada a causa de la tos. Ni siquiera estar en las celdas más recónditas de Arkham lo salvaban del frío.

—¿Te moriste Zsasz?

—Cierra la boca, cuestionario andante.

Una sutil y elegante risa se escapó de la celda de enfrente. Aunque estaban en máxima seguridad. El libre acceso de dialogar desde sus celdas, no estaba completamente prohibido.

—¿Puedo saber quien es tu avecita?

La carrasposa risa de Víctor volvió a hacer eco en el lugar. No hizo falta ni una sola palabra para que El Acertijo conociera la respuesta.

—¿La amas?

—Quisiera haberte preguntado —respondió Víctor—. Pero no lo hice.

—Solo quiero ayudar. No soy un loquero como mi estimado Crane, pero puedes hacer catarsis conmigo —pausó y esa actitud elocuente se transformó en un infantil tono de voz que incitaba a Víctor a hablar—. Sólo si quieres.

—¿Qué te hace pensar que la amo?

El maravilloso y persuasivo Acertijo lo había logrado. Al menos ya sabía que se trataba de una mujer.

—Hasta el momento no has negado nada —pausó—. ¿Qué es más fuerte que el acero, más infinito que el universo y no es visible a simple vista pero te persiguen cómo un perro faldero?

—Deja de decir idioteces —Víctor chasqueó la lengua sin dejar de ver el techo de la celda.

—Vamos —alentó el otro criminal—. Responde. Yo sé que era muy astuto. Conoces la respuesta.

—Amor —ante la insistencia de que hablara más alto, el hombre de las cicatrices se vio obligado a responder con más fuerza la respuesta.

El acertijo rió y emitió un ruido disgustante a oídos de Zsasz.

—Error. Es lealtad y devoción. Y por lo que veo, tú eres alguien muy leal a esa persona. ¿No es así Víctor? Y debo de admitir que si no fuera por esto, hubiera creído que sólo eras devoto a tí mismo... Y quizás a Black Mask.

—Cierra la boca.

—Pero lo poco que he podido observar, como un sujeto completamente externo a tu vida...amorosa... Debo decir que es interesante.

Era de las pocas veces que Víctor había tenido la oportunidad de escucharlo hablar cómo una persona normal y nunca pensó en querer regresar a los acertijos en lugar de un sermón que podía perfectamente podía llegar a recibir en alguna secta religiosa.

—Lo tuyo no es lealtad y mucho menos devoción, Víctor. Lo tuyo se ha convertido en una obsesión. La forma en que hablas. Cómo te niegas a decir quién es. ¿O crees que no te he escuchado por las noches gimotear su nombre?

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora