CAPÍTULO 29

252 29 3
                                    

ADVERTENCIA: este capítulo contiene escenas explícitas de violencia, delito sexual y abuso infantil. 

Con antelación, me disculpo sinceramente si alguna descripción les es incomoda o se sienten ofendidos; mi intención jamás ha sido, ni será esa. 

Están en todo su derecho de omitir el capítulo si así lo desean. 

・゚✵ :・゚✧ :・゚✵ *:・゚✧:・゚✵ :・

La luz que entraba por la ventana generaba ese ambiente cálido y hogareño en la mansión. Todo era paz en ese lugar y ese amor que cada persona desbordaba era suficiente para mantener a todos contentos. La familia perfecta.

Una niña de cabellos rubios corría por los jardines de la mansión; tratando de controlar su ataque de risas, se hacía bolita detrás de un árbol para no ser encontrada. Sus pequeñas manitas cubrían su boca y cerraba sus ojitos con todas sus fuerzas, como si de ese modo nadie la vería.

— ¿Dónde estás, mapachito? —, la voz de un hombre se hacía presente.

Al momento que la niña lo escuchó, cubrió con más fuerza su boca; quería reírse, pero tampoco quería perder.

— Me pregunto, ¿dónde estará mi lindo mapachito?

La niña abrió un ojito solo para ver el panorama en el que se encontraba; no había nadie. Cuando se sintió más segura, abrió el otro ojo y se levantó para ir a otro sitio.

Unas manos la rodearon por la cintura y la elevaron del suelo; esa acción provocó que riera a más no poder y abrazara a la persona de la que se trataba.

— ¡Te encontré!, —le expresó eufórico a la niña.

Ésta última reía al sentir como su padre la cargaba entre sus brazos y le daba suaves apretones en sus sonrojadas mejillas.

—Hay que encontrar a tu hermana—, le dijo para después bajarla.

La niña salió corriendo y se paró justo delante de un arbusto de gardenias, —se escondió detrás del árbol de cerezo.

El hombre levantó una ceja en respuesta y, con una sonrisa asintió para acercarse a la niña—, ¿entonces Varya está por el árbol de cerezo?

La niña que no pasaba de los cinco años asintió reiteradas veces hasta el punto de jalar el pantalón de su padre para llevarlo al lugar.

Éste hombre, la levantó nuevamente entre sus brazos y, con gran facilidad, cargó entre sus brazos a la otra niña que estaba detrás del arbusto de gardenias.

— ¡No es justo! — se quejó la chiquilla de tres años, que acababa de ser atrapada.

—Claro que lo es, —le reprocho su padre—, sabes lo que no es justo, hacer esperar a mamá con la cena hecha.

Las dos niñas rieron y se sujetaron con más fuerza del hombre que las cargaba.

Lyudmila, quien era la mayor, sujetó la manita de su hermana Varya y la apretó con fuerza; acción que fue correspondida del mismo modo.

Al entrar a esa mansión, Roman Sionis, quien era el padre de esas niñas, las bajó hasta que estuvieran seguras en el suelo. Con una imperceptible sonrisa, vio como sus hijas salían corriendo tomadas de las manos hasta llegar con su mamá, la cual terminaba de servir la mesa.

— ¿Se divirtieron?

Varya asintió y con sus manitas elevadas al aire, consiguió que su madre la levantara hasta sentarla en la silla.

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora