CAPÍTULO 43

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¿Qué es el infierno?

Cada persona puede tener una respuesta diferente al plantearse esa pregunta tan curiosa. Unos dicen que es un lugar en que el las personas expían sus pecados. Otros aclaman que es un sitio para sufrir hasta el final de los tiempos. Puede que tengan la razón. O simplemente estén equivocados. Es algo que nadie sabrá aunque mueran.

El día en que Jason murió no supo a donde fue. No recuerda nada después de todo. Sin embargo, su infierno no se encontraba después de su muerte y, mucho menos en la tierra. Todo estaba en su cabeza, donde cada noche veía al demonio con aquella amarillenta sonrisa retorcida y esas escalofriantes carcajadas que emitía al ver el rostro de terror en el muchacho.

Nuevamente, Jason Todd se vio en la obligación de abrir los ojos, irrumpiendo cualquier ensueño que lo atormentara cada vez que trataba de dormir. Se removió sin saber cuántas veces había sacudido la cama y miró el reloj en su mesita de noche. Sabía que era de día, pero había perdido la noción del tiempo; aunque por el calor que se encerraba en su habitación, podía calcular que ya era muy tarde.

—Despertaste.

La voz a sus espaldas, impidió que averiguara la hora. Se encontraba rígido y con temor a encarar a esa persona que posiblemente lo estaba observando.

Jason se encogió lentamente hasta convertirse en un ovillo, como si de esa forma fuera a desaparecer del campo de visión de Lyudmila Romanov.

— ¿Pudiste dormir bien?

Unos cuantos segundos en silencio bastaron para hacer saber a la joven que su amigo se rehusaba a responder aquella pregunta que parecía tener gran obviedad.

—Iré a cambiarme, —dijo Mila.

Al ver el estado en el que aún se encontraba el muchacho, no quería dejarlo solo. A pesar de eso, tampoco quería incomodarlo y que llegara a un punto como el de la noche, en el que no podía ni levantarse y no dejaba de hiperventilar. Por lo que decidió que era mejor darle su espacio y el tiempo que necesitara para procesar todo en su cabeza.

Jason no dijo nada. No sentía ánimos para nada y tampoco quería preocupar a la joven frente a él. Se quedó envuelto entre sus cobijas hasta que escuchó a Mila salir de la habitación y se sintió más seguro de descubrir su demacrado rostro.

Con pesar, caminó hasta el baño, donde se quedó parado observando sus facciones deterioradas que contrastaban con su desordenado cabello azabache.

Al igual que Jason veía su corpulenta figura en el espejo. En otra habitación, Lyudmila trazaba con la yema de sus dedos parte de su clavícula, hasta llegar a su rostro con un par de espinillas y finalizando en las grandes bolsas debajo de sus ojos.

—Mierda, —susurró.

Después de un relajante baño y arreglarse como si fuera a salir de paseo, pero el mejor lugar que podía visitar en su estadía era la biblioteca; bajó directo al comedor, en donde solo se encontraba Tim almorzando.

Éste la saludó con una sonrisa. Parecía muy feliz y bien descansado a diferencia de ella; algo que en aquellos momentos le generaba un poco de envidia.

Mila pasó toda la noche en vela. No pudo cerrar sus ojos al sentir a Jason moverse casi toda la noche y tratando de cuidarlo por si volvía a tener otro ataque. El pobre había despertado más de tres veces en la noche y, cada vez que se tranquilizaba y volvía a cerrar los ojos; terminaba sentado de golpe sobre la cama, tratando de calmar su agitada respiración.

—Te vez bien, —dijo Tim con un rubor en sus mofletes—, el rosa es tu color.

—Gracias, —respondió la joven tomando el mismo color de su vestido—, ¿sabes dónde está Alfred?

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora