Sorrow

CAPÍTULO 82

Batman manejaba el batimóvil a toda velocidad sin importar lo resbaloso que se encontraban las calles gracias a la escarcha.

Luego de estacionarse, se escabulló entre la oscuridad y los edificios que brindaban un escaso pero reconfortante calor en esa fría noche.

No hizo falta detenerse a pensar demasiado tiempo. Sabía que la luz que provenía de aquella ventana era nada más y nada menos que el apartamento de Jason.

Ensamblando el gancho contra la pared, subió inmediatamente hasta adentrarse por el marco de la ventana. En silencio, vio a Jason darle la espalda mientras hacía su equipaje de mano. Conocía lo que llevaba ahí y negó con cansancio.

—Escuché el batimóvil desde hace unas cuadras—la voz de Jason sonaba carrasposa, muy posiblemente por haber llorado, pero se negaba a no disimularlo—. Y las cámaras te delataron.

Jason levantó la pequeña pantalla dónde monitoreaba toda la zona, lo que generó una imperceptible pero orgullosa sonrisa en el mayor.

—¿Ya te ibas?

El hombre murciélago bajó la máscara dejando al descubierto su rostro mientras paseaba con lentitud en el lugar.

De reojo observó el lugar completamente limpio y ordenado; a excepción de las armas en la mesa y el casco listo para usarlo.

—De hecho iba a salir a patrullar —soltó tajante—. ¿Qué quieres, Bruce?

—Hablar.

Jason soltó una risa seca y amarga. Inmediatamente negó y continuó guardando su armamento en la maleta negra que descansaba en la mesa.

—Jason —pidió Bruce sin obtener respuesta—. Jason.

Pero Jason no quería hablar en esos instantes. Levantando la mano y sin siquiera mirarlo, le indicó que se largara por dónde había entrado.

—No eres bienvenido, así que largo de...

—Secuestraron a Mila.

La mirada de Jason se abrió por completo. En ese instante dejó de golpe la AK-47 sobre la mesa y dio media vuelta para encarar a Bruce.

La mirada abatida del muchacho le indicó que la noticia había caído como balde de agua fría. No solo reflejaba sorpresa; era miedo, rabia y algo que ni él mismo podía controlar. Pero Bruce sabía que era: Jason estaba destrozado.

Aquella armadura construida con rencor y sufrimiento, ahora se veía vulnerada. Por primera vez comprendió que Jason amaba a Mila, quizás más que a sí mismo; y pudo comprobarlo cuando la mirada de Jason se transformó en temor por perderla.

—Estoy aquí porque quería disculparme —con una voz más suave de lo habitual y los brazos abiertos, soltó un suspiro—. Y pedir tu ayuda para encontrar a Mila.

En la voz de Bruce no había indiferencia ni rastros de la frialdad habitual. No había malicia ni rencor. Solo quedaba la sinceridad desnuda y la angustia de un hombre que había fallado.

—Jason. Sé que he sido mal padre. Sobre todo contigo. Y de verdad lo siento.

Jason soltó un suspiro y su mirada endurecida se fue desvaneciendo mientras escuchaba a su padre.

—Te fallé cuando más me necesitabas. Cuando te perdiste, no estuve ahí para encontrarte. No sé si alguna vez podré enmendarlo, pero... lo siento.

Jason permaneció en un silencio que parecía eterno a ojos de Bruce. Con la respiración pesada, bajó la mirada y finalmente habló.

—No tenemos tiempo para esto, Bruce —dijo con la frialdad contenida de sus sentimientos—. No ahora.