CAPÍTULO 70

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Las decoraciones de navidad continuaban adornando toda la mansión. Aunque solo restaba esperar que se terminara el día para comenzar un nuevo año, lo cierto es que lo habían mantenido de aquella manera a petición de Lyudmila..

Alfred se encontraba ordenando la alacena, donde yacía el juego de té que Jasón le había obsequiado en Navidad, mientras la comida ya estaba servida en la mesa del comedor y todos los presentes parecían disfrutar de la cena que el mayordomo había encargado.

—No es por ser aguafiestas pero ¿a qué se debe festejar el fin de año? —La voz de Cassandra llamó la atención de todos.

—Creo que hemos comprendido que es importante el tiempo en familia y recordar todo lo que ha pasado este año con las personas que amamos—expresó Dick.

Cass asintió y se llevó el tenedor a la boca. Aun masticando los vegetales, sonrió y dijo:

—Mila fue la de la idea.

La sonrisa que Dick había mantenido se transformó en una nerviosa y prefirió guardar silencio para que Lyudmila continuara hablando.

Aunque no lo dijeran en voz alta, a la mayoría les parecía sorprendente la agilidad con que Mila lograba mantener una conversación con Cassandra.

Incluso Bárbara reconocía la confianza que Cass tenía hacia Mila. Alguien extremadamente callada había aprendido a desenvolverse en la sociedad. Aunque aún le resultaba difícil, no se podía negar que había congeniado extremadamente bien con esa joven que a duras penas acababa de conocer.

Incluso recordaba cuando comenzó a entrenar a la pelinegra, había tenido sus dudas sobre si podría lograr encajar como una civil; sin embargo, logró lo que nunca creyó posible. Para su sorpresa, Cass intentó comportarse cómo una persona normal y, aunque muchas veces se volvía difícil, lo había logrado.

—Aún no puedo creer que la prefiera a ella y no a mí —murmuró Dick hacia Bárbara—. Por favor, soy un encanto. Todos me quieren.

—Sí. Todos te quieren. Lejos —interrumpió Damian—. Eres exasperante.

Bárbara soltó una risita que solo pudo escuchar ella y negó en respuesta a la expresión de disgusto que había formado Dick.

A pesar de no ser una celebración tan ostentosa, ninguno se quejaba de lo bien que la estaban pasando. Incluso Stephanie se había dado el lujo de rogar a Bruce para tener una pijamada con las demás ya que aseguraba que debían pasar más tiempo juntas.

Luego de la cena Damian y Mila se dirigieron a la biblioteca mientras los demás permanecían hablando en la sala.

El par de jóvenes parecían concentrados buscando algo en particular hasta que se vieron interrumpidos por Jason.

La voz del muchacho tomó desprevenida a Mila, quien brincó en el mismo lugar donde estaba de pie. Un suave pero audible "mierda" salió de los labios de la joven.

—Qué vocabulario —se burló Jason.

La joven negó y se dio el lujo de hablar hasta que los latidos de su corazón se habían normalizado.

—Queríamos encontrar el recetario de Alfred —dijo.

—¿No se les ocurrió pedírselo directamente?

Esta vez fue Damian quien apareció y explicó sus razones.

Al parecer la última vez que el muchacho había tomado prestado aquel librito que el señor guardaba con recelo, lo terminó mojando con agua caliente.

—Es más probable que lo tenga guardado en su habitación.

Damian abrió la boca dispuesto a hablar. Pero en ese instante se percató que la llegada de Jason era para estar con Mila. Sin decir nada más, se excusó mientras salía del lugar.

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