CAPÍTULO 2

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ADVERTENCIA: este capítulo contiene escenas leves de violencia y vocabulario soez.

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Las gotas caían sobre ciudad Gótica, eran alrededor de las 11:15 y hacía mucho frío; Lyudmila sentía que iba a caer en cualquier momento sólo que no sabía si iba a ser de hipotermia o del mismo cansancio. Quería su vida de vuelta, quería estar en su cama acostada, con sus cobertores y abrazando su almohada.

— ¿A dónde vas primor? — Habló un sujeto, que apareció de la nada frente a ella. No aparentaba más de cuarenta años, era gordo y poseía un tatuaje de un escorpión en su brazo derecho.

Mila se asustó sin embargo, prefirió seguir caminando; no iba a mentir, se sentía demasiado ansiosa con el simple hecho de tener un desconocido frente a ella y que para rematar le doblaba la estatura.

— ¡Contéstame! — reprochó a gritos el hombre mientras sujetaba fuertemente del brazo a la joven y la arrastraba al mismo callejón del que este había salido. Ahí adentro se encontraban cuatro sujetos más. Ya no sentía ansias, sentía el terror apoderándose de todo su ser.

— Basta por favor... Suélteme...— Le suplico entre sollozos. — No me hagan daño.

— Claro que no muñeca, sólo nos divertiremos un poco— le contestó el hombre del tatuaje con una sonrisa sínica.

Sólo tenía una oportunidad para poder escapar, tan sólo una; no más no menos, sólo una. Sabía que en algún momento el hombre iba a aflojar el agarre y eso le permitiría huir. Ya se habían adentrado al callejón, y los demás hombre sólo la observaban de manera lasciva; tenía que idear un plan rápido, su desventaja era la cantidad de sujetos que casi la terminaban de rodear, no podía empeorar más esa noche.

— Eres muy hermosa ¿Cuánto crees que nos darán por ti?... — El hombre volteó a ver a Lyudmila. ¡Zas!. Se escuchó el puñetazo que la joven le había soltado al obeso hombre; el sujeto la soltó por inercia, llevándose la mano a la nariz. Mila No lo dudo ni un segundo y salió corriendo afuera del callejón.

— ¡Hija de puta! ¡Tráiganla! — gritó. Acatando la orden de su jefe, los criminales salieron a toda velocidad detrás de la chica.

Le iban pisando los talones a la joven, y no sabía a dónde ir, tenía años que no caminaba por las calles de Ciudad Gótica, desde "el incidente" ella nunca más volvió a andar por esas calles. Iba corriendo, los pies le mataban a esas alturas y ni siquiera podía detenerse a gritar o a pedir ayuda; no la iban a escuchar y lo sabía a la perfección, ya hace años lo había vivido en carne propia en una situación bastante similar.

Sintió como el pavimento quemaba sus manos y sus rodillas; había caído y sentía el dolo recorrer por todo su cuerpo, sintió como alguien la sujetaba del cabello y la volvía a estampar contra el suelo. Ya no podía más, todas sus fuerzas se desvanecían cada vez más y no podía tan siquiera ver bien.

— Eres una idiota si pensaste que ibas a lograr librarte de nosotros. — le dijo uno de los hombres que se encontraba con anterioridad en el callejón. — No te preocupes, te prepararé mientras los demás vienen. Cuando estén aquí será toda una fiesta — Continuó mientras se posicionaba encima de ella. Le comenzó a desabrochar el pantalón que Mila andaba puesto y prosiguió a masajear de manera brusca las piernas de ella. La joven sólo se retorcía y caían lágrimas por sus ojos. Justo en ese momento terminó de quebrarse por dentro, y comenzó a gritar con todas sus fuerzas, pataleaba y gritaba, incluso golpeó y arañó al tipo. Su garganta se desgarraba con cada grito de horror que daba, sin embargo, la adrenalina no le permitía sentir sus manos y rodillas laceradas, ni su garganta, ni sus pies. Nada. Absolutamente nada.

— ¡Quédate quieta maldición! — le gritó el hombre, acto seguido le dio una fuerte bofetada a la joven. Sólo eso necesito para dejarla moribunda. Esto le permitió comenzar a bajar el pantalón de la inocente y agonizante joven.

— ¡Espera!, yo quiero ser el primero Skull. — Habló uno de los tipos que iba llegando. — Vete a la mierda, yo fui quien se llevó la mayoría de los golpes por esta puta no tú imbécil. — Sentenció el captor de Mila un tanto agitado. — Bien. Pero yo quiero ser el siguiente — Contestó el segundo sujeto a regañadientes.

La pobre Lyudmila a penas consciente trataba de moverse, haciendo un intento débil y fallido para salir de ahí. — ¡Tú!, sujétala de...

A lo lejos se escuchó un disparo. Todos se sobresaltaron y era más que obvio que el disparo había sido a tan sólo unas cuadras.

— Vayan a ver que sucedió — Ordenó Skull a sus compañeros. Todos se observaron entre sí dudando de la petición de este. — ¡Ya! — Volvió a ordenar— Todos se fueron sin rechistar en dirección a donde se había escuchado el disparo. — Y tú quédate callada si no quieres que te vuele los sesos ¿Entendido? — Amenazó a Milla mientras la arrastraba hacia un edificio abandonado que estaba a unos cuantos metros de ellos.

Uno. Dos. Tres. Tres disparos se escucharon a las afueras del edificio; eso sólo provocó ponerle la piel de punta al delincuente. Todo estaba oscuro adentro del edificio y no se podía ver nada. Lo único que se podía percibir a duras penas era que estaban en una planta química.

— Hagamos esto fácil. Me das a la chica y te vas de aquí o te doy un tiro entre ceja y ceja como a tus amigos. Tú escoge. — Se escuchó una voz un tanto distorsionada resonando en la habitación.

Skull buscó al dueño de esa voz por todos lados pero no lo encontró, acto seguido aventó a Lyudmila al suelo y comenzó a correr hacia la salida del edificio, huyendo del lugar como todo un cobarde. La joven se sentía mareada y un ruido sordo sólo provocó desorientarla más. Entre las penumbras vio como un cuerpo se desplomaba en el suelo y quedaba inerte.

Mila observó como una sombra se acercaba a ella poco a poco y su respiración se volvía más corta, sus ojos llorosos nublaban su visión se apoyó con sus manos haciendo el intento de levantarse, pero no pudo, el dolor que sentía en todo su cuerpo no se lo permitió y volvió a caer contra el piso. A duras penas levantó su rostro en dirección de la silueta. — Ayúdame por favor... — logró articular, antes de desmayarse por completo.

El sujeto que hace unos minutos la había salvado de esos depravados la observó detenidamente. Se inclinó ante ella de una manera frívola y la recostó con lentitud entre sus brazos para acto seguido, quitarle algo que la joven tenía apretado entre sus mano.

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Gracias por leer, espero les haya gustado el capítulo de hoy. Perdón por no haber publicado pero tengo mucha tarea pendiente, sin embargo, trataré de subir más seguido por ustedes. Ya casi está el capítulo 3. Gracias por su apoyo. No olviden votar y comentar.

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