CAPÍTULO 1

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Se podía escuchar cómo una fuerte tormenta se avecinaba, apenas eran las cinco de la tarde sin embargo, al mirar el cielo se podía notar cómo las típicas pinceladas de colores naranja y rojo del atardecer se iban desvaneciendo y comenzaban a dar lugar a un tono grisáceo. Ciudad Gótica se caracterizaba por ser un lugar hermoso con todos sus edificios y como estos se iluminaban al anochecer, pese a ello había algo más que predominaba sobre esta ciudad; eso era el peligro, no había noche en que no se escuchara un grito salir de algún callejón a causa de un robo o cómo la inocencia de un pequeño niño era arrebatada por algún monstruo, cada mañana las noticias reportaban sobre la muerte de alguna persona o el asalto hacia un banco por uno de los tantos criminales que resguardaba Gótica; pero en toda oscuridad existe una luz, y aunque esta luz no siempre se pude ver, está ahí para proteger a quien lo necesita, y ese es Batman.

Los carros transitan fluidamente en ambos sentidos y todos los conductores manejan tranquilamente. En uno de los tantos vehículos circulando se encontraba en el asiento trasero una joven de 17 de años, de piel clara y cabellos rubios, un cuerpo esbelto y delicado, no pasaba del 1.66 y siempre que la veían deslumbraba con una hermosa sonrisa; pero sobre todo había algo muy distintivo en ella, sus ojos color verde. Lyudmila Romanov como todos sus compañeros de colegio la conocían, una de las chicas más bonitas del lugar, muy simpática y aplicada ¿quién no quisiera salir con ella?, sorprendentemente la respuesta a dicha pregunta es que ninguno de los chicos de su clase se dignaban a tan siquiera a dirigirle la palabra, y ese obstáculo era su padre, nadie sabía quién era, el único dato que se sabía del hombre es que es una persona temible, poderoso y respetable para muchos; y quien se acercara a ella corría con el riesgo de salir lastimado.

— Ya casi llegamos señorita— Mencionó el chofer que conducía la limusina. Se acercaban a una gran mansión muy cerca de las afueras de la ciudad. — Gracias Charles. — Respondió la joven y prosiguió a seguir viendo el paisaje.

Cuando el automóvil se estacionó Lyudmila se bajó de este con su mochila colgando de un hombro, entro a la gran casa y se dirigió específicamente a su habitación. Tiró su bolsón en una silla, y prosiguió a dar un salto hacia su cama, sin siquiera despojarse de su uniforme. Comenzó a cerrar los ojos, sin embargo escuchó como tocaban la puerta de su habitación y la abrían. — Mila, tú padre dice que bajes a su oficina. — Habló una señora de las que trabajan en la mansión. — Voy en seguida— Respondió la chica. Salió de su cuarto y bajó hasta llegar a la oficina de su padre.

— ¿Cómo te fue en el colegio?— dijo el hombre cuando la joven apenas entraba a su despacho.

— Me fue bien, casi me caigo al salir de clases, pero lo normal no te preocupes. — Contestó a su pregunta. El hombre se encontraba sentado en una gran silla de cuero dándole la espalda, después de que la adolescente respondió a su pregunta este giró. Mila debía admitir que aún no se acostumbraba a ver el rostro de su padre; su máscara negra adherida a su piel le resultaba incomodo en algunas ocasiones, pero eso no quitaba el gran afecto que sentía hacia el hombre... Roman Sionis, o cómo todo mundo lo conoce. Black Mask. Un hombre temible, frívolo, violento, poderoso y respetable para mucho, pero para Lyudmila Sionis Romanov iba a ser siempre su papá, su preciado y amado papá, el cual la protegía a toda costa de cualquier peligro.

— ¿Estás muy ocupado? — cuestionó esta vez la joven.

—Un poco, pero estaré listo para cuando sea la hora de cena mapache. — respondió Sionis.

— Bien estaré en mi habitación, dile a Maggie que cuando la cena esté lista me llame, creo que dormiré un rato, me siento cansada.

Roman asintió con la cabeza y volvió a prestar atención a su trabajo. Mila comenzó a caminar para salir de la oficina sin embargo, la propia voz de su padre la detuvo.

— Lyudmila— pausó, se levantó de su asiento y se acercó hacia la chica — Te amo hija, eres lo más importante para mí. — Terminó de decir para proseguir a darle un beso en la frente y abrasarla.

La joven aunque sorprendida, correspondió el abrazo y contestó — Yo también te amo papá.

Se separaron y ella salió de la oficina para dirigirse a su cuarto a descansar, no sin antes dedicarle una sonrisa de felicidad a su padre. La joven Romanov era consiente de todo lo que su padre hacía, el tráfico de drogas, asesinatos y muchas cosas horribles; sabía que era algo malo, pero se mantenía alejada de todo ese negocio, no quería enfurecer a su padre si le recriminaba por lo que hacía, por ello prefería no tocar ese tema en ningún momento.

Llegó a su habitación y se encerró en esta. Un trueno se escuchó a los pocos minutos de haberse acostado en su cama y alrededor de las 7 de la noches comenzó a escucharse como unas cuantas gotas caían sobre el tejado. Una tras otra, hasta que dejó de ser un sonido tranquilo y dio lugar a una gran tormenta.

Todo transcurría con calma en la mansión de los Sionis; alrededor de las 8:47 de la noche Lyudmila despertó, esto fue causado por un fuerte sonido proveniente de las afueras de su casa; no habían pasado ni cinco minutos cuando escuchó otro intenso sonido el cual no sabía con exactitud de dónde provenía. Tenía un leve presentimiento de que algo no andaba bien.

— Esto es estúpido, nadie sabe dónde vimos— Dijo para sí misma la joven tratando de convencerse. Pese a ello, sentía la curiosidad de salir a ver qué era lo que sucedía y así lo hizo, salió de su habitación y bajo las escaleras. Percibió una vibra muy extraña en toda la casa, las luces estaban apagadas y no había ningún trabajador, siguió caminando hasta llegar a la oficina de su padre, pero le pareció extraño que la puerta estuviera casi cerrada, ella sabía a la perfección que su padre mantenía la puerta completamente cerrada.

— Papá, escuché un ruido afue... — No pudo terminar la oración, lo que observó en la habitación la dejó sin aliento. Los papeles se encontraban dispersos en todo el cuarto, cajones tirados en el suelo y sangre en la mesa de trabajo. Black Mask se encontraba sentado en su silla de cuero, con la gran diferencia de que este ya no se encontraba con vida.

Unas pisadas se escucharon por la puerta de entrada, y eso sólo significaba una cosa. Huir. No sintió el momento en que sus pies la llevaron rápido y silenciosamente a su habitación. Entró a su cuarto con lágrimas brotando de sus hermosos ojos verdes y aseguró la puerta con llave. — Otra vez no, por favor. — Susurró.

Lo acababa de perder todo, lo única persona que le quedaba ya no estaba. Sacó de su armario una sudadera negra y unos jeans, se vistió y se puso unos tenis. Tenía que salir de ahí lo antes posible. Las pisadas comenzaron a escucharse más y más cerca. "CRAC". Ese fue el sonido de la puerta de su habitación rompiéndose.

— No hay nada — habló un hombre de los que había invadido la propiedad Sionis.

— Bien, sigamos — Respondió un segundo sujeto.

Para ese momento Lyudmila estaba sujetándose fuertemente de la celosía ya afuera de la casa, intentando no caer a causa de la fuerte lluvia. Escuchó unos disparos originarios de adentro de la casa y los gritos de los empleados; eso fue suficiente para dejar paralizada a la joven por unos cuantos segundos. Pese al miedo que sentía logró bajar con éxito y volvió a echar a correr. Una que otra rama la golpeó y rasguñó ya que esa zona estaba repleta de árboles; logró esquivar a los hombres que habían invadido su hogar sin ser vista, y consiguió salir de esa casa a la que alguna vez llamó hogar. No pudo detenerse tan siquiera a mirar hacia atrás, tenía que vivir a como diera lugar. Aún no quería morir y sabía perfectamente a dónde estaría segura.

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Aclaraciones: cuando Black Mask le dice mapache a su hija es porque él en su niñez fue atacado por uno, así que es una manera de poder reflejar el trauma.

Espero les haya gustado el primer capítulo. Espero su apoyo, y no olviden votar y comentar. Muchas gracias por leer.
Los quiere mucho CassandraHoppe.

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