CAPÍTULO 57

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Mientras Bárbara dormía plácidamente en la cama junto a Stephanie. Mila estaba en el sofá de su recamara en compañía de Cassandra, quien había insistido en dormir en el suelo al lado de ella para hablar.

—Ya está mejor, — dijo Mila en un susurro hacia Cass que la miraba con suma atención.

—Pobre Jason. Ha pasado por mucho, —dijo la de ojos rasgados de la misma forma.

Mila asintió y posó sus ojos verdes en el techo para despejar su mente.

Dudó un par de segundo hasta que creyó que era oportuno hablarlo. No tenía más personas que Jason, Damian y Red Hood cuando se trataba de hablar sobre sus sentimientos y aun así, flaqueaba a la hora de mostrarlos.

Para los jóvenes no era más que temor a ser juzgados y perder aquel cariño que deseaban sentir. Aunque la única que solía arriesgarse un poco más era Mila.

—Sé que Jason ha pasado por mucho y trato de no presionarlo. Pero a veces quisiera que confiara un poco más en mí.

Cassandra negó.

—Él no habla mucho sobre su vida. Incluso me atrevo a decir que ni siquiera con nosotros habla tanto como lo hace contigo.

Eso llamó la atención de la joven, lo que ocasionó que girara a ver a la de cabellos negros como si de esa forma fuera a recibir más explicaciones.

—No soy buena con mis sentimientos. Menos con el de los demás, —continuó Cass—, pero estoy segura que el confía en ti. Incluso puedo asegurar que lo que Jay siente hacia ti va más allá de gratitud y confianza.

—No quisiera hacerme ilusiones, —dijo Lyudmila—, aunque ha demostrado ser diferente a los demás chicos.

—Lo es. Créeme.

Lyudmila bajó la cabeza con un brillo en los ojos más notorios de lo usual.

—Escucha, —volvió a hablar Cass—, no sé por las cosas que has pasado pero supongo que debe haber sido difícil. Conozco esa mirada. Porque yo también la tuve en algún momento. Así que si en algún día quieres hablar con alguien que no sea un chico, —dijo soltando una risita que solo fue audible para la joven a su lado—, puedes contar conmigo.

Cassandra se removió en el suelo como si eso ayudar a encontrar las palabras correctas sin dejar de ver a Mila. Aunque desde que tenía uso de razón había sido educada para convertirse en un arma y no se consideraba alguien que pudiera hablar con otras personas, continuaba aprendiendo a asimilar los sentimientos de ella como el de las personas.

—Pero no te cierres a sentir. Puede sorprenderte, —murmuró la pelinegra—. Tal vez, no todo sea felicidad. Pero el camino difícil puede ser más agradable en compañía de las personas correctas.

Mila sonrió. Era un agradecimiento por la sinceridad en las palabras de Cassandra. Sobre todo lo que supuso que sería el inicio de una gran amistad.

—Le gustas a Jason y a ti te gusta él. No te preocupes, —dijo una voz que todas reconocían.

—Stephanie tiene razón. Ahora descansen, —intervino Bárbara con voz somnolienta.

La sonrisa de Cassandra se terminó de ensanchar al ver a Mila cubriendo su rostro con las sábanas.

—Cuéntanos, ¿cómo supiste que te gustaba?, —dijo la rubia acercándose al borde de la cama para escuchar mejor a la de cabellos platinados.

—Steph, —reprendió Bárbara tomando asiento con una sutil sonrisa—, ten más respeto.

La nombrada cubrió su boca al comprender lo que había hecho y con el rostro rojizo comenzó a pedir disculpas.

—Está bien, —respondió Lyudmila tomando asiento para poder mirar a Stephanie. Seguida de Cassandra hasta el punto de formar un círculo deforme entre las cuatro—. Creo que solo lo supe.

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora