CAPÍTULO 58

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Jason caminaba por las calles de Gótica esperando ver algo que llamara su atención. Sin embargo, su plan se no había servido de nada cuando vio los centros comerciales a punto de estallar pese a haber salido desde muy temprano.

—Mierda, —murmuró luego de que un hombre robusto y ya mayor lo pasara empujando. Era la séptima vez que sucedía lo mismo.

Cansado de estar vagando desde que salió el sol; una hora antes del mediodía regresó a la mansión dispuesto a descansar. Pero grande fue su sorpresa al ver a Mila en la cocina, terminado de comer los restos de la cena del día de acción de gracias. Parecía concentrada en el puré de papas que Alfred había preparado.

—Y no me esperaste, —con un ápice de burla vio como la joven brincaba en el mismo lugar al haber sido descubierta.

Mila tragó grueso, dejando un tenue rastro de dolor.

—Dios. Me asustaste, —se quejó después de limpiarse la boca con una servilleta. Vio a Jason acercarse con una mano en el bolcillo mientras con la otra tomaba una cuchara con una sonrisa e imitaba la acción de Mila antes de haberla interrumpido.

—Está bueno, —dijo el muchacho con la boca llena.

—Lo sé, —respondió Mila de la misma forma sin dejar de ver los mechones azabaches cubriendo aquel varonil y apuesto rostro.

Jason miró por todo el lugar en busca de otra presencia, pero solamente eran Mila y la comida.

— ¿Dónde están las chicas?

—Ya se fueron, —contestó luego de poner la cuchara en el lavaplatos—, dijeron que tenían cosas que hacer pero te dejaban saludos.

Jason sonrió.

—Me alegro que se llevaran bien.

Lyudmila asintió—, son muy agradables. Sobre todo Cass. Transmite paz.

—Claro que sí, —murmuró Jason después de recordar la expresión amenazadora de la pelinegra—. No quiero sonar entrometido, —prosiguió Jason luego de una gran pausa—, pero tengo curiosidad sobre lo que hablaron ayer.

Mila arqueó una ceja y ahora era ella quien tenía una sonrisa burlesca.

—Estabas escuchando.

—No, —respondió rápidamente Jason.

—No fue pregunta.

El aludido sintió como su corazón se atascaba en su garganta y amenazaba con salir.

"¿Acaso Cass le dijo algo?", pasó por su mente.

—N-no escuché nada. S-solo...

—Estaba bromeando, —dijo Mila soltando una risita—, pero tú mismo te delataste.

Jason se llevó la mano derecha a sus cabellos negros y rió con nerviosismo.

—Juro que no escuchamos nada.

—Eso me suena a más personas.

El joven se relamió los labios. No iba a delatar a su hermano. Si lo hacía terminaría muerto por segunda vez y en esta ocasión sería a manos de Damian o Mila; si es que los dos no se ponían de acuerdo y lo hacían al mismo tiempo. Incluso había llegado a la conclusión que parecían hermanos cuando se enojaban. Ambos tenían esa mirada asesina que era de temer para quienes los conocían realmente.

— ¿Cómo se te ocurre?, —se limitó a contestar, recibiendo una mira de sospecha—, no te preocupes.

Jason se dio la vuelta dispuesto a salir antes de abrir la boca más de la cuenta; pero la voz de la Romanov lo interrumpió casi en una súplica.

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora