CAPÍTULO 80

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Las fuertes ventiscas no fueron impedimento para que Selina Kyle llegara lo más rápido que pudo a la mansión Wayne.

Ni siquiera necesitó golpear la puerta, las llaves de repuesto que Bruce le había dado, eran suficiente.

Al entrar un palmeable y palpitante silencio rodeaba todo el lugar. Cerca de ser grato, la pesadez y la inquietud eran evidentes.

—¿Selina?

—Bruce —dijo con sorpresa—. Damian me llamó. Dijo que Mila no estaba muy bien.

El nombrado suspiró con cansancio. Aquella maniobra por parte de Damian jamás la habría esperado.

—Han habido pequeños problemas. No te preocupes.

Selina frunció el ceño al no comprender a su pareja. Siempre tan hermético, cómo si fuese a dañarlo con decir lo que sentía.

—Bruce —dijo en tono acusatorio.

Esa era la mujer que amaba y confiaba.

Fue entonces que las palabras de Dick volvieron a resonar en su mente.

Debía intentarlo y con su futura esposa también. Ella ahora formaba parte de su familia.

Con un movimiento de cabeza le pidió que lo siguiera a su despacho. Luego de un largo silencio, Bruce soltó un suspiro, con el cual se armó de valor para confesar todo lo que estaba sucediendo.

Aunque era un tema que hacía días habían abordado, los sucesos de esa madrugada la mantenían sin cuidado hasta hace algunos momentos.

Selina soltó un suspiro ante el asombro que sentía. Parecía cansada y hasta se podía decir que decepcionada.

—Nunca debiste ocultarlo —murmuró con los dedos en el puente de la nariz.

—Lo sé.

La respuesta de Bruce hizo que Selina bajara la mirada, cómo si en el suelo se encontrara la respuesta. Pero la simple realidad es que la situación la había dejado sin palabras.

—Debes hablar con Jason—dijo finalmente levantando la mirada—. Deben solucionarlo.

Esta vez fue turno de Bruce en guardar silencio. Y por primera vez, en voz alta, dijo uno de esos pensamientos que llevaban rondando por su mente desde la partida del muchacho:

—¿Y si Jason está mejor así?

Selina arqueó una ceja con incredulidad y preocupación. Escuchar esas palabras habían sacudido su mundo por completo. Conocía la relación que Bruce tenía con Jason y no podía forzar que fuera agradable. Sin embargo, lo dicho por el hombre la tenía desconcertada.

—¿Qué dijiste? —la mujer de cabellos cortos, no pudo evitar elevar la voz con sorpresa y frustración—. ¿Eso es todo? ¿Piensas que Jason está mejor así? ¿Sin sus hermanos? ¿Sin ti?

Bruce soltó un suspiro, dónde trató de responder mentalmente cada pregunta.

—No es lo que pienso, Selina. Solo... solo quiero lo mejor para él. Y sé que junto a mi no lo está —ante la mirada de Selina que mantenía su completa atención, continuó hablando y tratando de sacar todo lo que alguna vez había guardado solo para él—. Aunque no quiera hacerlo, siempre termino recordando su muerte. Y que le fallé. Quizás lo mejor que puedo hacer por él es dejarlo que sea libre.

Selina frunció el ceño con angustia y los labios en línea recta. Jamás pensó en ver a Bruce tan derrotado. Y era un sentimiento poco agradable que se propagaba por su corazón.

Su postura desafiante cambió por una más relajada, y deshaciendo la distancia con el hombre, tomó el rostro entre sus manos. Rostro que parecía estoico, pero nada más era una simple máscara para no preocuparla.

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora