CAPÍTULO 56

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— ¿Tienes algo?

Jason se removía en la habitación de Damian de un lado a otro.

—No. Y deja de moverte tanto. Vas a abrir un hoyo en el maldito suelo.

Sin decir una palabra más, Jason tomo asiento en la cama de Damian y comenzó a mover la pierna izquierda de forma insistente mientras se aflojaba la corbata roja del cuello como si eso le ayudara al paso del aire que desde hace minutos le hacía falta.

Damian, quien se encontraba revisando la localización del collar faltante soltó un suspiro y posó sus verdosos ojos en su hermano mayor.

—Por segunda y última vez. Deja de hacer eso, —insistió el menor.

Desde muy pequeño, algo que Damian no soportaba, era ver los movimientos de una persona ansiosa. No sabía si era porque también generaban que él quisiera imitarlo o simplemente porque nunca se había dado el lujo de mostrarse de esa forma que su familia consideraba vulnerable.

—Mejor encuentra ese maldito collar, —respondió Jason con pesadez—, ya quiero acabar con todo esto.

—Lo haría si apareciera en este estúpido mapa.

Jason negó y restregó las manos en su rostro con frustración. — ¿Dónde dijiste que fuiste a investigar?

—Regresé a la mansión donde vivía Mila.

— ¿Y?, —dijo Jason con un brillo en sus ojos.

—Ya te había dicho que nada, —soltó con brusquedad el menor terminando de enrollarse las mangas —, ¿Cuántas veces vas a preguntarlo? Te lo vengo diciendo desde la semana pasa.

<<No había nada>>. Repitió Damian remarcando con exasperación aquellas palabras.

Ninguno de los dos había obtenido nada de información sobre el collar restante. Ojo de cuarzo era el nombre que su mentor les dio hace tiempos. Mucho antes de que las cosas terminaran por complicarse. Y ese era el principal motivo por el que se negaban a pedir ayuda. Jason hablaba con Bruce desde que había regresado a la mansión dos semanas atrás. Mientras que Damian se limitaba a responder lo justo y necesario a su padre, siendo Dick el encargado de tener la función de mensajero.

Sin embargo, la búsqueda que Damian y Jason tenían sobre esas joyas, eran nada más y nada menos de ellos. No podían involucrar a sus hermanos. Esa era una orden que Bruce había dado y así debía mantenerse.

Ante la idea de que ese día sería tiempo perdido si seguían buscando el collar, Jason se levantó de la cama y caminó hacia la puerta dando grandes zancadas, dispuesto a irse.

—Ya casi vienen, —dijo el mayor—, hoy será una larga noche.

Damian asintió. —Ellas no saben lo que está pasando, ¿verdad? Ya

—No tengo idea. Pero espero que no.

El menor volvió a asentir y soltó un suspiro viendo a Jason.

—Lo único por lo que voy a agradecer esta noche es porque todos mis hermanos están vivos.

Jason sonrió ante esas palabras. Desde que había regresado, Damian le hacía saber cuánto lo apreciaba.

Esa noche era importante. Celebrarían acción de gracias. Sin embargo, a pesar del cariño que todos en la mansión se tenían, lo que se suponía que sería una pasajera lluvia de desacuerdos se había convertido en un intenso y desastroso huracán que hacía flaquear a todos los miembros de esa familia.

El mayor, que yacía frente a la puerta de la recamará de cierta jovencita, apuñó su mano y se debatió si tocar o mejor regresar con Damian. O al menos ese era su plan antes que Dick Grayson fuera el que tocara a la puerta en nombre de su hermano y evadir cualquier responsabilidad del momento corriendo hacia las escaleras.

SorrowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora