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Era un día bastante cálido. Estaba sentada con las rodillas juntas y los pies separados, formando un triángulo con mis piernas y el suelo, apoyada sobre mis brazos y arqueando el torso hacia delante mientras me dedicaba a gemir con dejo de sufrimiento.

"Dios, pero qué calor hace", pensé mientras me apartaba un húmedo mechón de cabello de la frente. La clase de gimnasia había terminado hace un rato y algunos solo nos habíamos quedado para hacer el tonto un rato más. De pronto escuché el sonido de agua al salpicar y observé en esa dirección. Alguien había dejado abierta la puerta que daba a la piscina olímpica y podía ver al equipo de natación conversando animadamente mientras se reacomodaban el cabello dentro de sus gorros. Chaewon estaba entre ellos; era la capitana del equipo femenil.

"Cómo no", pensé mientras torcía la boca hacia un lado al recordar lo que había visto ese día. Me preguntaba si Chaewon habría visto el video que le dije y reí un poquito por lo bajo.

Alcé la mirada nuevamente, viendo hacia ningún punto en particular. Se suponía que no debía quedarme ahí después de clases, pero ¿a quién le importa? Volví a mirar hacia donde la bella Chaewon estaba, sólo para verla desaparecer entre los vestidores.

Me incorporé de mala gana y caminé muy despacio hacia el vestidor. Abrí la puerta de manera tan casual como lo haría abriendo una puerta en mi casa y pasé, silbando débilmente una cancioncilla. Unas chicas iban saliendo entre risas del vestidor, me dedicaron una mirada de reojo y rieron nerviosamente mientras les respondía con un guiño y llevándome el dedo índice a los labios para que no dijeran nada. Ambas se sonrojaron y salieron, todavía riendo.

Me quedé apoyada contra la pared del vestidor mientras escuchaba risas y comentarios. Finalmente, una a una, se fueron retirando, hasta que la chica que estaba hablando con Chaewon avisaba que se adelantaría. Sonreí al escuchar esto; no podía creer mi buena suerte.

Así que al final solo estábamos ella y yo. Me separé de la pared con sigilo y fui caminando hacia ella entre vapor y humedad.

La encontré sentada en una de las bancas, cepillándose el cabello con mesura. Metódicamente, deslizaba el cepillo ya y otra vez de arriba abajo, con el mayor cuidado que hubiese visto jamás. De haber sido cualquier otra chica, tendría la piel agrietada y el tinte menta estropeado por tanto cloro, pero no ella. Oh, no: no la chica perfecta, ella siempre estaba impecable. Caminé hasta situarme a su lado, y ella no notó mi presencia por estar tan concentrada en el cuidado de su cabello. De pronto, no pudiendo aguantar más, me aclaré la garganta y ella de detuvo y volteó a mirarme con extrañeza. Luego, se sonrojó y se levantó abruptamente.

- ¿Q-Qué haces aquí? -era evidente que no me había notado hasta ese momento. - ¡Este es el vestidor de chicas!

Dicho esto, tomó una toalla y se la colocó alrededor del pecho, pues aún estaba en sujetador.

-Duh. -le contesté con sorna. -Y yo soy una chica, ¿Recuerdas?

-Sí, pero tú... -apretó los labios y tomó rápidamente una blusa colgada en un gancho, se puso de espaldas y se la abotonó lo mejor que pudo.

- ¿Yo qué? -inquirí alzando una ceja, pero no esperé a la respuesta. -Solo quería saber si te ha gustado el video que te mandé.

Tal vez se pregunten por qué la confronté directamente. Supongo que lo común habría sido esperar a que ella sacara el tema... si es que había visto el video, pero lo que más ansiaba era observar su reacción.

-No sé de qué me hablas. -dijo mirando hacia un lado. de repente noté que el tono sonrosado de sus mejillas nada tenían que ver con el vapor que ya se estaba disipando casi por completo.

Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora