...

204 35 2
                                    

No me respondió, sino que me dio la espalda ignorándome por completo mientras caminaba hacia el edificio en el que estaba el aula donde se reunía el club de música.

Traté de pensar de forma optimista: tal vez Wonnie le diría todo a Christopher. Tal vez por una sola ocasión ella haría frente a sus miedos e inseguridades y me elegiría.

Bueno, igual y sí. Uno no podía dejar pasar once años en vano y no madurar nada, ¿no? Aunque también podía aplicarse lo mismo para mí: uno no podía pasarse once años sin olvidarse de una persona, y sin embargo aquí estaba yo, dedicándole cada pensamiento a Park Chaewon, aquel dulce tormento de mi adolescencia y ahora de mi adultez.

Entonces pasó un día... entonces pasaron dos. Lo más triste de todo es que yo no esperaba menos.

No hay derrota menos dolorosa que aquella que ya se espera, pensé mientras improvisaba con mi guitarra y escribía en un cuaderno pautado, convenciéndome de que todo regresaría a como estaba una semana antes.

Con un suspiro cansado seguí murmurando por lo bajo. Wonnie no daba señales de vida desde hacía cuatro días y yo estaba tan tranquila como se podía estar en una situación así. No tenía caso que me siguiera mortificando, ahora era una adulta y no una chica idiota de dieciocho años como para quedarme botada en cama y odiando a la vida, al amor, odiando todo en general. Algunas cosas no van a pasar y ya, no se acaba el mundo. No era que me hubiese dado por vencida, sino que esperaba con atención un nuevo momento para actuar. No sólo Chaewon tenía una vida ocupada.

El teléfono sonó rompiendo la calma del momento y me sobresalté. Ya sabía que no era la tan esperada llamada, así que miré la pantalla con curiosidad sin dejar de sostener mi guitarra.

Sana. Dejé que el aparato sonara varias veces, ignorándolo por completo y yo seguí con lo mío. Estaba pensando en cuánto tiempo faltaba para que mis obligaciones con Blockberry Creative se terminaran, y también en el tour que se había anunciado desde el año pasado, todo esto para mantener mi mente ocupada e intentar ignorar esa sensación desagradable en mi pecho que apareció de la nada.

Un par de días después estaba en Blockberry Creative después de hablar con los publicistas de la marca cuando vi largo cabello rubio al doblar por una esquina. Wonnie se quedó pasmada al verme, pero reaccionó enseguida. Pensé que se daría la vuelta y caminaría hacia el lado opuesto considerando que no me había respondido un solo mensaje en días, pero lo que hizo fue tomarme del brazo para que la siguiera.

—Ven, camina conmigo. —dijo con voz despreocupada, pero mantuvo su distancia y noté que miraba discretamente a su alrededor, soltando su agarre.

—Chae, ¿qué diablos? —pregunté enseguida mientras le seguía el paso, pero para esto casi tenía que correr... ¿cómo podía moverse tan rápido usando tacones?

—Sí, sí, lo sé, lo siento. —su comportamiento era mesurado, pero la conocía lo suficiente para saber que por dentro estaba histérica y me preocupé. Era una de esas cosas que se percibían, pero no al verla.

—Pensé que te habías muerto o algo así. Vaya manera de dejarme en 'visto'.

—Tal vez si muriera podría disponer de un poco de tiempo conmigo misma al fin. —dijo con un resoplido. Estábamos frente a su oficina, pero en vez de entrar nos quedamos ahí y no hizo amago de abrir la puerta; en vez de eso parpadeó varias veces y vi lo estresada que lucía. —Es Chris.

Vaya, Chaewon. Yo también te extrañé.

—Ah, ya veo. Supongo que después de días sin verse tienen muchas 'actividades de pareja' por hacer y se están poniendo al corriente, ¿no?

No importaba las veces que lo dijese para mí misma y para Chaewon también: la realidad era que ya no quería saber nada de Christopher. Me valía un bledo que a los ojos de la sociedad él estuviese con ella, después de haber estado a solas con Wonnie ya no podía regresar sin más a la rutina anterior... podía aguantar, pero ¿por cuánto tiempo más? Iba a largarme en ese momento poniendo cualquier pretexto cuando vi que me miraba de esa forma que tanto detestaba yo y que te hacía sentir como tonto... Sobre todo, porque yo misma ya me sentía tonta sin necesidad de eso.

— ¿De qué me estás hablando? Yo no... —se sonrojó. —Bueno, sí, no puedo quitármelo de encima pero no de la forma que tú crees.

Me crucé de brazos, desconcertada por lo que dijo. Traté de mantener mi cara de disgusto, pero no entendía nada y pudo más mi curiosidad.

—Continúa.

—He estado muy rara y distante con él y ahora piensa que hizo algo malo. Se la pasa todo el tiempo conmigo cuando estamos libres y... —volteó a ver la hora. —Mierda, ya casi viene. Vendrá por mí para ir a almorzar por ahí.

— ¿Significa esto que harás como que no existo durante otra semana?

—No, por supuesto que no, yo... —respiró muy hondo y dejó su frase sin terminar. Su rostro demostraba tranquilidad, pero el resto de su cuerpo delataba su ansiedad. —Yo quisiera besarte, Hyeju. A ti, no a él.

El calor se extendió hasta las yemas de mis dedos, las cuales froté sin darme cuenta.

— ¿Por qué no lo haces? —pregunté en voz baja.

Se quedó callada por un tiempo que se me antojó demasiado prolongado.

—Porque esto es difícil. —respondió consternada. —Ni siquiera sé cómo hacer que Jin vuelva a hablarme, o cómo acercarme a ella... mucho menos sé cómo hablar con Bangchan, ni cómo aceptarme a mí misma, ni nada.

Querría haberle podido asegurar que todo estaría bien pero no lo hice porque ni siquiera yo tenía la certeza de ello.

—Sí, es difícil. —admití. —Pero al final no lo es tanto, ¿sabes? No si eliges lo que en verdad quieres. Creo que es mejor arrepentirse de haber hecho algo que de no hacer nada.

— ¿Y sin importar lo que elija, me arrepentiré?

—Eso no puede saberlo nadie hasta que lo hagas. —le guiñé un ojo. —Me iré ya. Tu querido novio debe estar por llegar, ¿no? Pero no me voy por eso. En realidad, me voy porque... —me acerqué un poco hasta que mi boca estuvo cerca de su oído. —Si no me besas tú en este momento terminaré haciéndolo yo y creo que te enojaría mucho que lo hiciera aquí, justo afuera de tu oficina.

Cuando retrocedí para verla a los ojos me llenó de satisfacción ver que su expresión era una mezcla entre aversión y deseo. Que le estuviese dando tanto poder sobre mí no significaba que no pudiese jugar sucio de vez en cuando. Si todo se iría a la mierda tal y como pasó antes estaba decidida por lo menos a quedarme en su mente para siempre, esa sería mi pequeña victoria.

Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora