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—Esta es una mala idea, Son. —me dijo Chuu sacando de su maleta toda la basura que había llevado para abultarla.

—Yo diría que es la peor. —secundó Yerim ayudándome a sacar ropa y todo lo que pudiese serme útil.

Era fin de semana y mis amigas habían llegado tan pronto como se los pedí, cada una con una maleta bajo pretexto de querer tener una última "noche de chicas" justo antes de que cada una tuviese que partir a la universidad a la que pensaba asistir.

—Siempre me la paso teniendo malas ideas, Chuu. No creo que sea momento de cambiar. —les aseguré doblando una camiseta y pensando en una excusa para salir al día siguiente con mi guitarra sin levantar sospechas.

—Soy Jiwoo, no Chuu.

— ¿Quieres hablar de esto... o de cualquier otra cosa que te pueda estar molestando? —preguntó Yerim con cautela. Haseul era la única que sólo se dedicaba a acomodar mi ropa en silencio.

—Sí, por ejemplo, de por qué demonios te desapareciste el último mes. Mierda, sabías que estábamos a nada de irnos y te pones en ese plan. —secundó Chuu.

—No, no quiero hablar de nada. —dije en un tono más brusco de lo que pretendía. Fingí estar muy ocupada buscando algo entre los cajones, pero aun así me di cuenta de que se miraron entre las tres.

—Oye, si estoy ayudándote a empacar para irte a no sé dónde, mínimo podrías decirnos por qué estás de tan mal humor.

—No te obligo a estar aquí, ¿sabes? —pregunté volteándome y Yerim dio un respingo al sentirse bajo mi escrutinio.

—Son, relájate. Era una broma. —bajó la mirada para seguir con lo suyo y sentí culpa.

Me senté y di un suspiro tan largo que me sentí como un globo desinflándose.

—Sólo no quiero estar aquí, ¿comprenden? No quiero. Voy a perder la cabeza si me la paso un día más aquí y de repente Mina vuelva para llevarme a la jodida JYP.

Volvieron a mirarse entre sí y asintieron lentamente.

—Está bien, no tienes que explicar nada.

Hubo un momento de entendimiento mudo y proseguimos con nuestra tarea, a veces rompiendo el silencio para hablar. Yerim y Chuu hablaban de cómo habían pasado sus últimas semanas en casa mientras Haseul acomodaba ropa con pulcritud. Yo trataba de ponerles atención, pero era difícil concentrarme en algo que no fuese controlar mis movimientos, pues mis manos no dejaban de temblar.

—Oye, tranquila. —Yerim puso su mano sobre la mía. —Tu idea es pésima, pero eres experta en salirte con la tuya.

—Y ya no te esfuerces en fingir que nos escuchas, sabemos que estás hecha un desastre.

—Gracias. —dije y no pude evitar reír. Ellas se relajaron y por tanto yo también.

Al día siguiente, horas después de que ellas se hubiesen marchado con las pequeñas maletas repletas de mi ropa, me paré frente al espejo y me miré, así con la guitarra colgada al hombro. Torcí la boca hacia un lado al verme: estaba más flaca y como consecuencia la piel de mi rostro –y del resto de mi cuerpo –se veía flácida y tenía un color pálido enfermizo. Sendas ojeras que parecían llegar hasta el suelo completaban el cuadro y de golpe entendí por qué Mina se había empeñado en hacerme salir de mi enclaustramiento. El estuche de la guitarra no me era nada favorecedor y si acaso me hacía ver más delgada de lo que estaba ya, así que mejor aparté la vista. Me estaba dando un poco de pena por mí misma y hasta llegué a pensar que Chaewon me tuviese enfrente me volvería a rechazar sin dudarlo un segundo.

Cherry Popper | HyewonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora